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Jorge Chávez / Cobardía del dólar (1 de 2)


Cobardía del dólar y política monetaria

“Nada más cobarde que un millón de dólares” dijo alguna vez Milton Friedman, creador e inspirador de la Escuela de Chicago y Premio Nobel de Economía 1976. En el Perú no se necesita ser Chicago Boy ni caviar atornillado a la teta del estado, para darte cuenta de que el triunfo de Perú Libre podía significar una catástrofe económica. Incluso aquí hasta quienes tenían un dólar en el bolsillo se asustaron feo. Y quienes no lo tenían se apresuraron a comprar dólares como locos, para cubrirse de un eventual desmadre económico, llevando el tipo de cambio a un pico histórico.



Sin embargo, la cotización del dólar se vino abajo súbitamente en un solo día (14 de octubre), al reducirse la incertidumbre en torno a la política económica debido a cuatro factores: la caída del alucinado ex premier Guido Bellido, el rompimiento de la bancada de Perú Libre con el gobierno, la designación de directores del Banco Central de Reserva (BCR) con idoneidad técnica por parte del Ejecutivo, y una coyuntura de debilitamiento del dólar a escala internacional ante una caída de la rentabilidad de la deuda soberana de EE.UU. No es que la tormenta haya amainado del todo, pues aún hay desconfianza y preocupación, aunque más sosegada.


¿Este retroceso del dólar podría obedecer a un complot de los grupos de poder a través del Banco Central de Reserva (BCR), como acusa Vladimir Cerrón? Imposible, porque desde agosto de 1990 el BCR aplica un régimen de “flotación sucia” del tipo de cambio. Por lo cual es el libre juego de la oferta y la demanda de dólares el que define el nivel del tipo de cambio, limitándose el BCR a intervenir en el mercado cambiario, exclusivamente para reducir su volatilidad en el muy corto plazo.[1]


Este régimen está diseñado así para evitar que la autoridad monetaria le ponga un techo o un piso al tipo de cambio, que sería prácticamente lo mismo que tener una política de tipo de cambio fijo; al estilo del régimen del Mercado Único de Cambios (MUC) que se aplicó en el primer gobierno de Alan García, parecido al de la Venezuela de Nicolás Maduro, o al Cepo cambiario que viene aplicando la Argentina de Alberto Fernández.


Bien se sabe a qué conduce esta política de tipo de cambio fijo: pérdida creciente de reservas internacionales, aumento de las expectativas de inflación, brechas crecientes entre el tipo de cambio oficial y el paralelo. Caldo de cultivo para una estanflación: recesión con inflación galopante.


Mantener un tipo de cambio fijo le exigiría al banco central estar dispuesto a usar todas sus reservas internacionales para defender el techo establecido al valor del dólar en soles.


Por ello, un buen banquero central sabe que la política monetaria no puede servir a dos amos a la vez: o te dedicas a controlar la inflación o abandonas ese objetivo primordial para dedicarte a fijar el tipo de cambio.


Referencias:

[1] Un pilar fundamental de la economía peruana es el historial de más de 30 años (desde agosto de 1990 hasta la actualidad) de una política monetaria centrada en el objetivo de la estabilidad de precios, que al facilitar el cálculo económico, coadyuva a un clima favorable a la inversión. Actualmente el BCR aplica un esquema de metas explícitas de inflación que define un nivel de tasa de referencia como meta operativa para la tasa de interés interbancaria, que es a su vez consistente con el rango meta de inflación, a través de su impacto en la demanda agregada y las expectativas inflacionarias y de aumento de dicha demanda. El encaje en moneda extranjera se utiliza como mecanismo macro prudencial, para acumular liquidez preventivamente, ante una eventual situación de estrés financiero. 


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