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José Burga / El gran hermano entre nosotros (2 de 3)

Actualizado: 5 jul 2020

Covid 19, el tráfico de nuestros datos y la vigilancia masiva


La salud pública y el rastreo de los asintomáticos. La excusa perfecta que ha servido a muchos países para implementar sus mecanismos de vigilancia social, ha sido la salud pública. Nuestra privacidad puede dejarse de lado, si se trata de priorizar el rastreo de los asintomáticos, los cuales son la principal fuente de propagación del virus. En un mundo tan interconectado como el nuestro, la lucha contra la pandemia ya no solo es tarea de virólogos y epimediólogos, sino también de expertos en informática y de científicos en datos. Y es que para los impulsores de la vigilancia digital de personas, actualmente el big data, no solo previene el contagio del virus, sino también puede salvar vidas; estas afirmaciones son sustentadas por ejemplo en el exitoso control de la pandemia de los países asiáticos utilizando estos métodos tecnológicos, en contraste con EE.UU., Europa y ALC, quienes prácticamente tienen su sistema sanitario colapsado.


Para nadie es un secreto que con esta pandemia, los cambios de paradigmas se han acelerado exponencialmente. Hemos incursionado potentemente a la era digital, y la vigilancia y el poder de rastreo de enfermedades, hoy en día, se puede dar en tiempo real. En China ha sido un éxito el uso de las cámaras térmicas que toman la temperatura a distancia, son una herramienta de detección y alerta para controlar el avance del coronavirus, para dicho efecto, el control de datos, el reconocimiento facial y el seguimiento posterior resultan ser muy importantes. Otro caso de éxito es el de Corea del Sur, quien fue golpeado por la epidemia del SARS 2003, por lo cual su gobierno tuvo que prepararse para afrontar este tipo de emergencias sanitarias. La política de rastreo de Corea del Sur ha sido catalogada como un éxito para el control de la pandemia. La trazabilidad del virus es permanentemente controlada y el testeo masivo complementa una estrategia muy efectiva.


Sin embargo, no todo es perfecto. La contraparte a este eventual éxito por parte de Corea del Sur, vienen siendo los cuestionamientos por parte de la ciudadanía que está viendo amenazada su privacidad. Las coronapps, monitorizan absolutamente todos los movimientos de los ciudadanos sur coreanos, esto está trayendo consigo despidos por mentiras en el trabajo, divorcios por infidelidades, disminución de las coberturas de los seguros por accidente, entre otros. En ese sentido, si bien es cierto los resultados avalan las prácticas de monitoreo y control de la propagación del virus, se debe, asimismo, establecer una clara y marcada línea que garantice la privacidad de las personas. Recordemos que uno de los derechos fundamentales de los seres humanos es la libertad y esta no puede verse restringida ni vulnerada por la salvaguarda de otro derecho, como es la salud pública. La regulación constitucional en estos casos debe ser muy precisa, sin menoscabar ningún derecho fundamental.


2. LA ECONOMÍA O LA SUPERVIGILANCIA:


Otro de los factores que puede impulsar el uso de instrumentos de vigilancia ciudadana es en definitiva el factor económico. Nuestra economía está siendo dañada debido a las medidas de aislamiento social y la extensión prolongada de la cuarentena. Este preocupante escenario está motivando a países de Europa, EE.UU. y ALC, a plantearse la posibilidad de flexibilizar su regularización con respecto a la utilización de datos de las personas y su control social para el control de la pandemia; imitando de esa forma a las políticas implementadas por los países asiáticos.


Más allá de las medidas adoptadas en el ámbito fiscal, monetario y financiero con la finalidad de mitigar el impacto económico del virus; se han implementado también subsidios salariales, transferencias monetarias y medidas económicas para ayudar a los hogares y empresas más vulnerables; sin embargo, ninguna medida parece ser suficiente. Esta situación está afectando el régimen capitalista de los países, con lo cual el recorte de las libertades civiles y el incremento de la vigilancia ciudadana mediante tecnologías digitales, aparece como una oportunidad de supervivencia del capitalismo.


Este escenario tan crítico en el que estamos entrando producto de la paralización económica, va a motivar a que los gobiernos, ya sea por un tema de conveniencia política, carácter ideológico o por que su margen de maniobra presupuestal no da para más, recurran a las corporaciones tecnológicas para que puedan cumplir un papel más efectivo en cuanto a la vigilancia ciudadana. Este papel que podría ser impulsado desde el gobierno, con sus propias herramientas institucionales, va a ser entregado a empresas privadas que van encargarse de esta delicada tarea. Esto ya está ocurriendo en la India, gran parte de los países asiáticos, Reino Unido, EE.UU., etc., están entregando estas facultades de rastreo a sus corporaciones multinacionales, como Tech Mahindra, Huawei, Google, Apple, etc., las cuales ofrecen sus poderosas herramientas de big data y geolocalización para combatir el Covid 19 y de paso, almacenan datos de millones de personas en todo el mundo.


Esta nueva forma de Neoliberalismo Tecnológico, requiere ser observado muy de cerca, sobretodo por la regularización que debe existir dentro de un marco democrático. Este papel de “vigilante ciudadano” que se les está otorgando a las corporaciones debería entenderse que solo es debido a este contexto de lucha contra la pandemia, el mismo que no debe extenderse para otros usos de carácter político, electoral o comercial. Son conocidas las malas experiencias que hemos visto en el indebido uso de nuestra información, como el escándalo de Cambridge Analytica y su determinante participación para la aprobación del Brexit y la elección de Trump, por citar algunos ejemplos.


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