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Manuel Bernales / ¿Es hora de la integración? (4 de 5)


Por todos los medios que están a su alcance ha prolongado una polémica diplomática que el Gobierno ha aceptado únicamente para ganar tiempo y para armarnos, pero que no debemos prolongar ya por más tiempo, porque sirve igualmente a Santa Cruz para prepararse a una guerra exterior. Está, pues, en nuestro interés terminar con esta ventaja que damos al enemigo.


La Confederación debe desaparecer para siempre jamás del escenario de América. Por su extensión geográfica; por su mayor población blanca; por las riquezas conjuntas del Perú y Bolivia, apenas explotadas ahora; por el dominio que la nueva organización trataría de ejercer en el Pacífico, arrebatándonoslo; por el mayor número también de gente ilustrada de la raza blanca, muy vinculada a las familias de influjo de España que se encuentra en Lima; por la mayor inteligencia de sus hombres públicos, si bien de menos carácter que los chilenos; por todas estas razones, la Confederación ahogaría a Chile antes de muy poco. Cree el Gobierno, y éste es un juicio también personal mío, que Chile sería o una dependencia de la Confederación como lo es hoy el Perú, o bien la repulsa a la obra ideada con tanta inteligencia por Santa Cruz, debe de ser absoluta.


La conquista de Chile por Santa Cruz no se hará por las armas en caso de ser Chile vencido en la campaña que usted mandará. Todavía le conservará su independencia política. Pero intrigará en los partidos, avivando los odios de los parciales de los O’Higgins y Freire, echándolos unos contra otros; indisponiéndonos a nosotros con nuestro partido, haciéndonos víctimas de miles de odiosas intrigas. Cuando la descomposición social haya llegado a su grado más culminante, Santa Cruz se hará sentir. Seremos entonces suyos. Las cosas caminan a ese estado.


Los chilenos que residen en Lima están siendo víctimas de los influjos de Santa Cruz. Pocos caudillos en América pueden comparársele a éste en la virtud suprema de la intriga, en el arte de desavenir los ánimos, en la manera de insinuarse sin hacerse sentir para ir al propósito que persigue. He debido armarme de una entereza y de una tranquilidad muy superior, para no caer agotado en la lucha que he debido sostener con este hombre verdaderamente superior, a fin de conseguir una victoria diplomática a medias, que las armas que la República confía a su inteligencia, discreción y patriotismo, deberán completar.


La tesis de Jorge Gumucio Granier, Universidad de Pittsburg, publicada en inglés por el Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto de Bolivia en 1988, (“United States and The Bolivian Seacost”), ha documentado muy bien la temprana presencia estratégica de los Estados Unidos en la costa del Pacífico Sur, dando razones y argumentos que amparan el derecho de Bolivia a una salida soberana al Océano Pacífico que perdieron en guerra de usurpación. El Embajador Gumucio Granier se graduó en la Escuela de Sociología de la FLACSO, sede en Chile, cuando también existía la Escuela de Ciencia Política y Administración Pública, con importantes estudios en Relaciones Internacionales, Escuelas en las que hicimos postgrado varios peruanos.


Al término de la “Guerra del Pacífico”, el Perú estuvo saqueado y destrozado sistemáticamente desde, digamos, Pozo Almonte hasta Cajamarca, pese a la resistencia que combatió por ejemplo en San Pablo, sufriendo represalias violatorias del Derecho de Gentes a manos del Ejército regular de Chile. Entre Bolivia y el Perú se perdió casi el treinta por ciento del territorio continental del Perú actual, y el mar adyacente a esas costas. Se mutiló el patrimonio de estas naciones tanto el territorial incluido el marítimo, como el cultural comprendido el inmaterial, acorde a la conceptuación de la UNESCO que también que han suscrito Chile y el Perú.


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