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Roxana Orrego / Ambiente: factor de competitividad

Me atrevo a compartir mis ideas sobre el tema minero en el país ya que tantas décadas de desaciertos siguen acrecentando la brecha de incorporar el tema ambiental como un factor de competitividad y acercamiento de las poblaciones con las inversiones y el desarrollo. Siempre es importante ir a la raíz del problema y esa raíz tiene más de 400 años de historia.


En los andes esta brecha se inició antes de la República y hemos izado, como banderas de discordia los aspectos social y ambiental, los cuales acumulan y representan los rezagos y el sentir de una explotación minera que no ha dejado riqueza en sus territorios, pero sí ha dejado pasivos ambientales. Lamentablemente, nuestros principales yacimientos y proyectos se asientan en los sitios con mayores índices de pobreza, y los pasivos ambientales de operaciones anteriores, han dejado muchas cicatrices o heridas vivas a lo largo de nuestro territorio.


El aspecto ambiental se ha puesto como corcho a un problema mucho más complejo y este manoseo no le ha hecho ningún bien, ya que lo ambiental se entiende muchas veces como una traba a la inversión cuando es exactamente lo contrario. Lo que se entiende como gestión ambiental, tecnologías limpias, ruta baja en carbono (economía circular, sellos ambientales, buenas practicas, finanzas verdes, etc.) no tiene más de 30 años en el Perú y 50 en el mundo, es una "ciencia" joven q apareció en un contexto de crisis post era industrial, que ha tenido mayor éxito en países con instituciones sólidas y sociedades más educadas y con menos brechas sociales.


En contraposición, en nuestro país, se ha convertido en un campo de discordia que reclama encontrar un nuevo camino de acercamiento social, Tenemos que lograr demostrar que "lo ambiental es un factor de competitividad", de sostenibilidad de nuestro desarrollo económico y quitarle esa bandera mal enarbolada a la izquierda y a algunos grupos sociales que se aprovechan de esta brecha.


La solución, hemos visto, no está sólo en cumplir regulaciones o adaptar tecnología de punta en ciertas inversiones que están sujetas a tramitología muchas veces absurda; sino sobre todo, la solución va por un nuevo acercamiento social, un nuevo contrato social, con un enfoque de crecimiento económico que priorice de forma efectiva el desarrollo sostenible de estas zonas. Que la mano de obra calificada venga de sus comunidades, que la riqueza generada beneficie también a sus territorios, que la tecnología y parámetros del emprendimiento productivo sean los más eficientes.


Hemos permitido que otros intereses hagan suyas estas voces y aunque no les den la solución y tergiversen sus reclamos, al menos los representan y así seguimos perdiendo terreno para construir, con estas comunidades, vías de desarrollo, las vías que ellos reclaman. Falta encontrar una nueva forma y empezar por un nuevo diálogo. En ese sentido, poner en valor y dar condiciones para que la agricultura familiar y la biodiversidad natural y cultural de nuestro país se pongan en valor, está completamente relacionado, y son aspectos que deben ser priorizados en nuestra agenda pública y social


Además, en un contexto de pandemia, el priorizar el acceso a los servicios de salud y mantenerlos, es básico. Empezar con un diálogo de colaboración creo que allanaría el camino al desarrollo. Hace tiempo seguimos intentando desde el ejecutivo lo mismo, no se trata de ignorancia de la gente, se trata de sensibilidad.


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