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Yaneth Arteta / Indiferencia funesta


Indiferencia de políticos ante la funesta pandemia


Empezare citando a Aristóteles en su concepción sobre la política, que examina como ¨ciencia y arte¨, los que tienen un bien por fin y es la política el primero de los bienes y la más alta de todas las ciencias, la que examina las cosas bellas y justas. (Libro tercero, capitulo VII).


Han pasado más de 2000 años y esta percepción de política para un Estado o gobierno ha sido eludida en decenas de gobiernos no solamente en nuestro país también en otros del mundo en menor o mayor medida. En nuestro Perú, especialmente en los últimos 30 años, los gobernantes han perdido el sentido de lo que realmente significa la política como ciencia y arte, y probablemente no tienen ni el más ínfimo conocimiento de dicho significado y su proceder, donde la interpretación de ser y hacer política más bien se expresa en indiferencia, actuaciones y comportamientos contrarios a la concepción Aristotélica de la belleza y justicia.


Es posible que la actuación política de las últimas décadas con su deleznable comportamiento haya provocado acostumbrarnos a ello, y la respuesta es que una gran parte de población ya no reparamos en que la política se dignifique en algún nivel moral, dada las pocas posibilidades de que ello cambie para bien, agobiados por reclamos, exigencias, protestas y demandas, lo pasamos de soslayo y nos abocamos a conseguir nuestras necesidades y vivir en lo que para nosotros es imprescindible la ética y la moral, cada quien ejerciéndola en la medida de lo mejor; sin embargo, en un escenario de la pandemia que hoy nos ha tocado vivir, con tanto dolor, llanto y sufrimiento por el COVID-19, esperamos como mínimo que nuestros gobernantes en todo el ámbito de la estructura del estado, acoja este desastre sanitario, social económico, como propio en su sentir humano, no obstante, vemos en el actuar político actual la más grande indiferencia ante tan grande adversidad y calamidad peruana. Ni interés humano, moral, ni ético, son parte de su imaginario y proceder político, aun cuando el dolor continuara por muchas semanas más, a raíz de los efectos de la pandemia. No son sus muertos, no es su pesar, no es su aflicción, ni es su angustia, es su gran apetito de poder político.


La nueva ¨clase¨ política actual, están mostrando una profunda displicencia y desinterés ante el sufrimiento de hombres mujeres y niños y los más vulnerables, lejos de contribuir con mejoras en las políticas del sistema sanitario, alimentación, empleo, economía, y la contención del virus, su preocupación fundamental son los intereses de poder, de un mal poder.


Martilla y lacera el alma estas circunstancias, y no se encuentran respuestas, en que momento nos hemos desinteresado tanto por mejorar la condición humana, sólo huele a un poder, dominio o supremacía de personajes que se alimentan de la hediondez política y de la podredumbre más pestilente; si ya es agobiante vivir estos meses a merced de un organismo que nos ha puesto en el hilo entre la vida y la muerte, no es diferente esta ¨nueva¨ clase política que profundiza la desesperanza de esta situación y nos provoca tanto coraje ante el recrudecimiento de la ya endeble condición socio sanitaria.


Y aunque la pesadumbre está presente, me vuelvo a repetir aquella máxima de Epicteto, filósofo de la antigüedad, parafraseando, ¨las circunstancias están dadas y eso no es lo más importante, lo que importa es como actuamos frente a ellas¨. Entonces, cabe nuevamente la esperanza de que saquemos a relucir más esfuerzo y voluntad para hacerle frente al virus, luchando para derrotarlo con nuestros propios medios de protección y prevención, lo conseguiremos en la medida de incorporar en nuestro cotidiano más disciplina y responsabilidad. ¿Nos queda otra opción?



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