Yefferson Llonto Y Brenda Vallejo / ¿Crecer o gastar sin rumbo?Â
- Yefferson Llonto
- hace 1 minuto
- 5 Min. de lectura
El futuro de Perú se juega entre crecer o gastar sin rumbo para los próximos cinco años.
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Perú llega a las elecciones del 2026 con una paradoja: todavÃa conserva bases macroeconómicas que muchos paÃses de la región envidiarÃan, pero ese capital se está erosionando más rápido de lo que se admite en el debate público. La inflación permanece controlada, el banco central mantiene su credibilidad y las reservas internacionales continúan siendo una defensa sólida frente a la volatilidad externa. Sin embargo, estas fortalezas comienzan a chocar con un deterioro silencioso pero persistente; el paÃs gasta más de lo que recauda, depende de una economÃa informal que no aporta tributos suficientes y se ha acostumbrado a incumplir su propia regla fiscal.
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El informe económico más reciente de la OCDE advierte que, si esta tendencia continúa, el Perú entrará a una etapa de crecimiento débil y sin capacidad de financiar educación, infraestructura o seguridad. No se trata de un pronóstico dramático, sino de una simple ecuación donde un Estado que recauda poco y gasta sin correcciones termina endeudándose, perdiendo credibilidad y pagando créditos más caros y eso deja menos recursos para resolver los problemas que más afectan a la población.
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La economÃa crecerÃa alrededor de 2.6% entre 2025 y 2026, lejos de los años de expansión acelerada que impulsaron la reducción de pobreza. El problema no está en la polÃtica monetaria, que se mantiene estable, sino en una combinación de decisiones fiscales que han aumentado el gasto sin asegurar fuentes permanentes de financiamiento. Subsidios poco focalizados, incrementos de planillas y ayudas constantes a empresas estatales como Petro Perú que arrastran pérdidas terminan debilitando el equilibrio fiscal; para el 2025, el déficit llegó a 3.5% del PBI y por segunda vez consecutiva se incumplieron los lÃmites de la regla fiscal, algo que antes se consideraba excepcional.
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El paÃs podrÃa corregir este rumbo sin recurrir a ajustes bruscos, dado que una parte del camino pasa por revisar exoneraciones y beneficios tributarios que ya no se justifican, y por fortalecer a la administración tributaria para combatir la evasión y la informalidad. En lugar de crear más impuestos, la clave está en ordenar el sistema vigente; es decir cobrar lo que la ley ya establece, unificar regÃmenes para evitar que las empresas se mantengan artificialmente pequeñas y ampliar la base de contribuyentes sin castigar el empleo; esto permitirÃa ampliar la recaudación sin asfixiar la actividad económica.
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El problema de fondo, sin embargo, es más estructural. Siete de cada diez peruanos trabajan sin contrato, sin aportes y sin protección social, dado que no es una cifra anecdótica es la razón por la que al Estado le cuesta financiar polÃticas públicas de calidad. Un paÃs donde la mayorÃa produce fuera de la formalidad no puede aspirar al desarrollo. Reducir este fenómeno implica abaratar la contratación de trabajadores de bajos ingresos, simplificar trámites, facilitar el acceso a crédito para pequeñas empresas y, sobre todo, mejorar la formación laboral. Hoy, la educación técnico-productiva tiene baja cobertura y débil articulación con el empleo formal, lo que deja a miles de jóvenes atrapados en ocupaciones precarias o subempleadas.
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La otra gran grieta está en la calidad del gasto público. Perú invierte más en obras que la mayorÃa de paÃses de la región, pero los resultados son decepcionantes. Carreteras que se deterioran antes de tiempo, hospitales abandonados, proyectos que se paralizan o que se construyen sin una evaluación adecuada. La OCDE estima que hasta el 40% de la inversión pública podrÃa ser usada con mayor eficiencia. Esto no se soluciona destinando más dinero, sino gestionándolo mejor: planificación multianual seria, evaluaciones costo-beneficio obligatorias y compras transparentes. La lucha contra la corrupción no es un discurso moral, es una necesidad económica, pues cada sol malgastado es un sol que no llega donde se necesita.
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En paralelo, el paÃs debe modernizar su sistema de financiamiento empresarial, pues más del 99% de las compañÃas peruanas son micro o pequeñas, pero el costo del crédito es uno de los más altos de la región. Sin capital no hay innovación, y sin innovación no hay productividad. TecnologÃas como la banca abierta, el factoring, el leasing y el financiamiento alternativo permitirÃan que miles de negocios hoy marginados accedan a fondos más baratos. Además, fortalecer el mercado de capitales podrÃa abrir la puerta a inversiones de largo plazo, clave para infraestructura y proyectos verdes.
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Otro tema ineludible es el cambio climático; en Perú es uno de los paÃses más vulnerables del mundo: inundaciones, sequÃas, retroceso glaciar y afectación agrÃcola ya generan pérdidas millonarias. La transición energética no es una opción, es una obligación para proteger agua, agricultura y ciudades. Para cumplir con sus metas ambientales, el paÃs deberá ampliar aceleradamente la generación eléctrica limpia, descarbonizar el transporte y frenar la deforestación amazónica, una de las principales fuentes de emisiones. La reciente reforma que corrige trabas para proyectos eólicos y solares es un paso adelante, pero necesitará ejecución rápida y planes claros de inversión.
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Todo esto compone un mensaje que los candidatos no deberÃan ignorar; si bien Perú mantiene el actual ritmo de reformas, su ingreso por habitante alcanzará solo una fracción del promedio de paÃses desarrollados en las próximas décadas. Pero si el paÃs toma decisiones valientes orden fiscal, sistema tributario moderno, formalización laboral, educación técnica sólida, financiamiento inclusivo y transición energética la convergencia serÃa mucho más rápida y sostenible.
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No se trata de escoger entre crecimiento o disciplina fiscal. La única forma de crecer de manera estable es proteger la caja fiscal, gastar con eficiencia y crear condiciones para que el sector privado invierta, innove y genere empleo formal. Perú aún conserva fortalezas que muchos paÃses han perdido: moneda estable, deuda moderada, reservas internacionales altas y un banco central creÃble. Pero estos activos no son eternos.
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Los próximos cinco años definirán si Perú avanza hacia el desarrollo o si se conforma con sobrevivir a base de gasto improvisado y reformas inconclusas. El paÃs ya no necesita promesas grandilocuentes, sino polÃticas serias y sostenidas. Un presidente que entienda que la prosperidad no se consigue rompiendo reglas fiscales, sino cumpliéndolas. Que comprenda que la formalización no se decreta, sino que se construye con incentivos, educación y financiamiento. Que tenga el valor de invertir en energÃas limpias y de enfrentar a la corrupción que devora los recursos públicos.
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La prosperidad del Perú no depende de ideas nuevas, sino de hacer realidad las correctas; debido a que la década que empieza en el año 2026 será decisiva y en polÃtica se toma en serio la economÃa, o la economÃa terminará cobrándole la factura a la polÃtica del paÃs. En un complejo escenario polÃtico peruano con la erosionada gobernabilidad y democracia, la cual tiene un impacto significativo en los próximos aspirantes de elección popular y las autoridades electas con poder, ya es palpable en la erosión de la confianza, y su onda expansiva hacia el Perú principalmente a través del canal del tipo de cambio. Sin embargo, el Perú llega relativamente fortalecido en sus indicadores macroeconómicos, donde el producto bruto interno de 2.9% seria explicado por el mayor dinamismo de la inversión privada que alcanzarÃa el 3.5 % y la mejora de los términos de intercambio por la diversificación de mercados de exportación, facilitación de la inversión interna y mantenimiento de la disciplina fiscal que le permitan navegar en un mundo convulso sin perder el rumbo del desarrollo económico sostenible.
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Los autores son:
-      Mg. Yefferson Llonto Caicedo - Magister en Ciencias con Mención en Proyectos de Inversión Pública, Economista-Investigador Renacyt y Especialista en Inversión Pública del Centro Nacional de Planeamiento Estratégica.
-      Econ. Brenda Vallejo Mezarina - Economista de Esan, Egresada de la MaestrÃa en Inteligencia Estratégica.




