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Alberto Cáceda / Hacia un Desarrollo Sostenible (1 de 3)

Introducción

Estamos viviendo tiempos de cambio acelerado donde la constante es la transformación que se produce tanto a nivel urbano como rural, en las pequeñas y grandes ciudades. En el 2008 la población urbana superó a la rural y, se prevé que para el 2050 el 70% de la población mundial estará viviendo en las ciudades y sus alrededores. Con respecto a los avances tecnológicos se espera que para el 2027, la inteligencia de las máquinas o robots permitirán que puedan pasar el test de Turing; más del 50% de los trabajos que existirán dentro de 10 años aún no se han creado y según Andrés Oppenheimer en menos de 10 años diez de las profesiones que analiza en su libro “Sálvese quien pueda (2018)” un 47% de dichos profesionales cambiarán de especialidades, independiente de que se reducirá la población del sector. En este contexto los planificadores y gobernantes de diversos países están replanteando sus modelos de desarrollo de ciudades, basados no sólo en gestión y servicios eficientes, sino en desarrollo sustentable e integrador.


Los modelos de planificación sobre la base de servicios eficientes, infraestructura conveniente y segmentación del uso del territorio, aplicados en los últimos 50 años en países desarrollados resultan insuficientes para los nuevos tiempos. En países latinoamericanos se están adoptando experiencias de ciudades exitosas de finales del siglo XX, donde estas, por el contrario, están abandonando todo modelo convencional de gestión de ciudades.


Los modelos de desarrollo de ciudades sustentables se basan en la autosuficiencia de su desarrollo social, económico, político y ambiental. Dichos sectores deben estar formados por organizaciones que alcanzan un nivel de inteligencia colectiva capaz de crear las condiciones necesarias para que sus miembros logren aprender y desaprender continuamente, modificando sus normas de actuación, convirtiéndose en organizaciones sensibles de respuesta rápida a los cambios.



La educación como base del desarrollo

Una de las condiciones básicas para el desarrollo social y por lo tanto económico de cualquier país es el poder proporcionar a sus niños y a su juventud una educación formativa, orientada al desarrollo de capacidades y competencias centradas en el desarrollo de los cinco saberes: saber conocer, saber hacer, saber ser, saber convivir y saber emprender. Los estudiantes deben adaptarse rápidamente a un mundo donde la calidad y la eficacia son la base para el desarrollo, un mundo en el que debemos trabajar en forma colaborativa ya que la productividad, las iniciativas y las decisiones tomadas por una población educada son en realidad las fronteras de crecimiento de una nación.

Sin duda alguna requerimos de una población que desarrolle una cultura de aprendizaje en equipo, cooperación, calidad, responsabilidad ciudadana e identidad nacional, enfocada en la solución de problemas y que sea capaz de elegir autoridades idóneas para lograr los objetivos comunitarios y disminuir la corrupción que es el cáncer de nuestras generaciones y es inversamente proporcional al nivel educativo de un pueblo.



La Tecnología como elemento transformador

Cuando en 1980 se inicia la era de los computadores personales, pocos se imaginaron que en solo 40 años se lograría una revolución tan grande en el manejo del conocimiento y de las comunicaciones, el cual ha influido notablemente en el modo de vida de los pueblos, abriéndole paso al desarrollo de redes de comunicación basadas en internet, que han penetrado el tejido social y la han transformado en la Sociedad del Conocimiento que es ahora.


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