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Alejandro Narváez / China top ten mundial (2 de 3)


Shenzhen el Silicon Valley chino

En 1979 Shenzhen, (una pequeña localidad pesquera de la provincia de Guangdong), fue declarado como la primera zona económica especial en el marco de las reformas del 78 y es ahí donde empezó la revolución económica de China. Shenzhen, es considerado actualmente como el Silicon Valley chino. Es una autentica meca tecnológica que alberga más de 6,000 fábricas de dispositivos electrónicos. Es también la sede de dos de los cinco fabricantes de celulares más grandes del mundo: Hawei y ZTE. Igualmente, cuenta con uno de los puertos más grandes del mundo por tráfico de contenedores. El fenómeno de Shenzhen no es un caso aislado, es parte de la transformación de la China que hoy conocemos. En Shenzhen se creó también la empresa DJI (Da Jiang Innovations), el mayor fabricante de drones del mundo. Controla el 70% del mercado pese a estar en la “lista negra” de los Estados Unidos.


Otra empresa de clase mundial con sede en Shenzhen, es Tencent, una de las más grandes del mundo en la producción de video juegos, inteligencia artificial (IA), etc. es también dueña de la AP Wechat (una mezcla de Wasap, Facebook, billetera virtual, entre otros). Mención especial merece la empresa Hawei que, a pesar de la guerra comercial con Estados Unidos, ya en 2020 vendía más smartphones en el mundo que cualquier otro fabricante. Es líder en la fabricación y venta de tecnologías clave para la infraestructura de las telecomunicaciones 5G. Cada año presenta en promedio 3,000 solitudes de patentes siendo la más grande el mundo. Invierte el 15% de su ingreso anual en Investigación, Desarrollo e Innovación (I+D+i).


Todo se aprende, todo se mejora

En un principio China era sólo el proveedor de mano de obra barata y diciplinada, razón por la cual, las grandes empresas de occidente trasladaron sus fábricas a ese país para reducir costos. China supo aprovechar esa oportunidad para aprender y adquirir conocimientos y experiencias foráneas, y así industrializar el país. La perseverancia, la disciplina, la paciencia y la inteligencia de los chinos es un auténtico ejemplo, de qué de todo se aprende y se mejora.


En 2007 la empresa Apple comenzó a producir los teléfonos iPhone en China. En aquel entonces las empresas chinas no podían producir casi ninguno de sus componentes internos que eran importados de Alemania, Japón y Estados Unidos. La mayor contribución de China se limitaba al trabajo de ensamblaje de sus componentes en la fábrica de la empresa taiwanesa Foxconn en Shenzhen, lo que representaba apenas un 4% en la estructura de costos del teléfono ensamblado.


Cuando se lanzó el iPhone X en 2018, la situación había cambiado radicalmente, los trabajadores chinos, no sólo seguían ensamblando la mayoría de los iPhone, sino que, las empresas chinas estaban produciendo muchos de los componentes sofisticados que necesitaba estos equipos, incluyendo baterías acústicas, módulos de carga, paquetes de baterías, etc. Habían dominado tecnologías complejas y podían producir mejores productos que sus competidores asiáticos y europeos. Con la última generación de iPhone este patrón se ha acelerado aún más. Hoy en día las empresas chinas representan más del 25% en la estructura de costo del iPhone.


El avance constante en las destrezas tecnológicas de las empresas chinas, revela que el ascenso del gigante asiático, no se debe a copiar o robar conocimientos de empresas occidentales, ni tampoco depende de sus avances científicos. El gobierno chino ha promovido continuamente mejorar sus capacidades industriales propias. Ganancias que han venido de su vasta y sofisticada fuerza laboral en la manufactura. Se puede ver ahora esas fortalezas en las respuestas de China a las restricciones de chips impuestas por Estados Unidos en los últimos años. En la mayoría de los bienes fabricados, las empresas chinas han pasado de ensamblar componentes producidos en el extranjero a producir sus propios tecnológicas de vanguardia.


Actualmente, China, exporta más productos de alta tecnología que Estados Unidos. Por citar un ejemplo, en el 2022, China exportó a Estados Unidos productos de alta tecnología y de cómputo por 161 billones de dólares, en cambio, Norteamérica exportó a China productos agropecuarios por 30 billones de dólares (véase Goldman Sachs GIR, 2023).


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