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Carlos Ginocchio / Help, ayúdame (2 de 3)


En 1967, ‘Yo estoy bien, tú estás bien’, del psiquiatra estadounidense Thomas Harris, se convirtió en best-seller con la venta de 10 millones de ejemplares. Basado en el análisis transaccional que nos permite hacernos responsables de nuestros comportamientos y eliminar los nocivos. Otro ‘triunfador’ fue el italiano Angelo Siciliano (Calabria 1892 – Nueva York, 1972), conocido como ‘Charles Atlas’, ‘el hombre más perfectamente desarrollado del mundo, a raíz de una competición donde lo vieron antropólogos, médicos y científicos que coincidieron en que su cuerpo era perfecto, según la revista Physical Culture, en 1922’ (Wikipedia), con su curso ‘Tensión dinámica’, que permitía un ‘físico bello para lograr éxitos financieros y una mejor calidad de vida’, del cual se vendieron más de 6 millones, y hoy habría multiplicado exponencialmente sus adherentes.


Carnegie, Atlas, Hill, Harris, y algunos menos conocidos fueron casos aislados, en una época en que la principal forma de apoyo mutuo estaba en la letra de la canción de Tony Roland (Holanda, 1941 – España 2013): ‘Help Get Me Some Help’ (1971): ‘’Help, ayúdame, en tu amistad he puesto toda mi fe, y tiéndeme la mano de un hermano’. El apoyo en esos tiempos se esperaba de la familia y los amigos.


La caída del muro de Berlín, el eclipse de las ideologías y el pensamiento, el auge del internet, y la apertura de las fronteras, horadaron el fresno Yggdrasil y comenzó el Ragnarök de la humanidad. Nos percatamos que un sobrenombre hasta a los amigos, representaba una ofensa, los albores del bullying. El plomo de las cunas en que soñamos cuando bebés, era venenoso y mortal. Estábamos destruyendo a la Naturaleza con nuestros emprendimientos. Lo perdurable se transformó en efímero, no valía la pena conservar ningún instrumento o herramienta, cuando era más barato su reemplazo, lo que se trasladó también a las relaciones personales y los trabajos. Obsoleto, caduco, anciano, términos que cobraron relevancia, y si no dominas términos anglosajones, estás ‘out’. Juventud, divino tesoro, aunque sea con bisturí. Demóstenes superó su tartamudez el siglo III A.C con unas piedritas bajo la lengua, ahora es absurdo no recurrir a un centro especializado. Los sicólogos se convirtieron en profesionales más importantes que los agricultores, y surgió la casta de los políticos, una de las plagas que Dios no le envió a Moisés.


Especialización a ‘forro’. El aspecto económico es crucial y prioritario, los ‘como sea’, y ‘para ayer’, pan de todos los días. El éxito se asocia a un buen ingreso económico y a la mayor posesión de activos. Deportistas, artistas, y cantantes ganan miles de veces más que científicos y médicos. En ese entorno, aparecen dos nuevos negocios legales (no hablo de narcotráfico, trata de blancas, minería ilegal o tráfico de armas, que también han prosperado) que no existían y que son hartamente (de hartazgo) rentables: los libros y los denominados ‘podcast’ de autoayuda, y las nuevas religiones’ o mejor dicho sectas.


De pronto, a partir de 1990, la avalancha con publicaciones de todo tipo, y en todas las áreas: ‘Padre rico y padre pobre’ (1997), de Robert Kiyosaki y Sharon Lechter, ‘¿Quién se robó mi queso?’ (1998), de Spencer Johnson, ‘Si Cupido supiera de economía’ (2014), de Sandra Liliana Miranda Forero, ‘Padre rico, hijo pobre’ (2019), de Mario Quintero, ‘¿Por qué nos comunicamos tan mal si nos queremos tanto? (2019), de Ricardo Cariaga. La originalidad no es ajena a los títulos: ‘Donde tus sueños te lleven’, ‘Limpiar, cerrar y desechar’, ‘Pues tienes buena cara’, ‘La fórmula de la felicidad’, ‘Nadalízate’, ‘Un lugar llamado destino’, ‘Te espero en el fin del mundo’, y hasta nombres coprolálicos: ‘Mierda, llegué a los 50’, y ‘El sutil arte que te importe un carajo’. La lista es interminable. Y, entre todos los mentores, brilló el brasilero Paulo Coelho de Souza con ‘El alquimista’, ‘El peregrino’, y ‘Verónika decide morir’. El desamparo del ser humano ha permitido la aparición de supuestos expertos de todos los pelajes – gurúes, Influencers, especialistas, los ‘maestros y guías de tiempos pretéritos – con miles y millones de seguidores a través del prodigio de estos tiempos: las redes sociales.


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