Aunque estimaba que Pedro no duraría más allá de 2022, sentí estar equivocado cuando ‘no le entraban balas’ pese a las investigaciones de la Fiscalía, pues el Congreso tampoco daba la talla, desgastándose con dos intentos prematuros de vacancia y una denuncia rocambolesca de traición a la patria; sin embargo, cuando el Ejecutivo consideró se le había negado – fácticamente – una cuestión de confianza y movía sus fichas para el cierre del Congreso, percibí que la única manera que procediera la vacancia, sería si los parlamentarios veían en peligro su estabilidad. Chamba es chamba.
De inmediato, 98 congresistas firmaron una demanda competencial y una medida cautelar ante el Tribunal Constitucional, siendo aceptada, con lo que retornó la calma, y parecía el empate a cero goles perduraría hasta 2026. Entonces, el congresista Málaga presentó la tercera moción de vacancia con 67 firmas, y paralelamente la empresaria Goray, el ex jefe de asesores Marrufo, y el ex jefe de la Dini, Fernández Latorre, lanzaron serias acusaciones que nuevamente involucraban al presidente.
La noche anterior al tratamiento de la vacancia y las declaraciones de Marrufo en el Congreso, el presidente en televisión nacional se declaró inocente acusando a quienes abusaron de su confianza. Al día siguiente acudirían a defenderlo sus dos Perry Mason y sus cuatro jinetes del Ave María. Se respiraba tensión, pero parecía estar todo en orden, y más fácil era apostar por el triunfo de Japón ante Alemania que por los 87 votos para vacarlo.
¿Qué sucedió entre esa noche y la mañana del día siguiente?, nos estamos enterando. Cual película mezcla de Terry Gilliam y Chaplin, las cosas comenzaron a precipitarse con un ritmo más veloz que mambo de Pérez Prado. Apareció Castillo con un temblor de manos casi de Parkinson, y leyó un discurso que ciertamente él no había preparado, disolvió el Congreso y todas las organizaciones que consideraba enemigas, en un cuasi ‘Muera Sansón con todos los filisteos’. A Ripley le dio un patatús, increíble, pero cierto.
Por los antecedentes pensaría la alocución fue preparada por su ex primer ministro (la redacción tiene su estilo), azuzado por su nueva premier (mujer combativa), y probablemente avalado por un tercero que le aseguró el respaldo de diversas fuerzas civiles o militares.
La reacción fue inmediata y valorable. Sus ministros volaron (cual Francisco de Carvajal: mis cabellicos, maire, uno a uno se los lleva el aire). El pollo quedó solo en el gallinero, apenas con un ajiseco sin cacarear. Todas las instituciones le combatieron y defendieron – en un hecho inédito – la Democracia: Ministerio Público, Poder Judicial, Contraloría, Defensoría del Pueblo, Poder Electoral, Junta Nacional de Justicia, Tribunal Constitucional, Procurador General, partidos políticos, Fuerzas Armadas y Policiales, y lo increíble hasta el momento, el Congreso lo vacó con 101 votos. Fue lo más cercano a la novela de Gabo: la crónica de una muerte anunciada.
El final, remembranza de Tres Patines, ¡a la reja!, donde le esperan por lo menos diez años. Los incendiarios tras el poder, ¡chitón, boca!, sus defensores de oficio en cine silente. Los otros, argumentan estuvo dopado, lo traicionaron. Nos convertimos, nuevamente, en el país de la farsa y la chirigota, como decía el periodista Federico More.
La OEA invitada a impedir un golpe, y este lo produjo su anfitrión. Un ridículo más. ¿Merecido?, pues más que por todos los indicios de corrupción, y la destrucción del Estado, por la torpeza de un presidente básico – como lo llamó el congresista Bellido, jefe de su primer gabinete - que pasará a la historia por su retórica del pollo, el tamborcito, el medio ambiente entero, la guerra de Rusia con Croacia, el hermano Santiago, los 1,200 países del planeta, y no recordar lo que dijo en su último discurso.
Una perla más para nuestro país que, sin duda, donde López Obrador, Petro y Cía, adjudicarán la responsabilidad a la derecha.
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