Los modelos de desarrollo centralista y asistencialista que ha marcado los últimos 30 años en el Perú, fuertemente condicionados por el proceso de la Globalización; lejos de impulsar el despliegue de las potencialidades de sus ciudadanos han impactado negativamente sobre las estructuras productivas de las economías emergentes. El centralismo estatal, herencia colonial ha pasado a depender del centralismo económico produciendo un círculo vicioso: a más centralización económica más centralismo estatal haciendo que la descentralización sea cada vez irreal; Sin embargo, una de las salidas es aplicar una política de abajo hacia arriba y de adentro para afuera, lo que implica una vinculación y articulación entre las políticas económicas, sociales, ambientales, culturales y educativas y su vinculación con los medios apropiados para alcanzar los objetivos de acuerdo con el quehacer social de la comunidad local y regional. Gonzales de Olarte, (2001).
Es importante señalar que las políticas emprendidas y la deficiente capacidad gubernamental han contribuido a generar desigualdades, desastres ambientales, perturbaciones sociales (delincuencia, extorsión, sicariato, bandas, cárteles, etc.,) unida a la violencia estructural (distribución de los recursos, situación de empleo e ingresos) han causado profundas privaciones, desigualdades e insatisfacciones que han permitido que los conflictos aumenten, haciendo que la pobreza sea estructural y Multidimensional Blackwell, (2016), Portocarrero & Acha, (1990), Vega-Centeno, (1990). A eso le podemos agregar la débil institucionalidad y baja calidad de los decisores de las políticas que en los últimos 2 años han incrementado el gasto corriente, los bienes y servicios y ha disminuido la inversión, alcanzando un crecimiento de solo 2.2%, lejos de lo proyectado por el FMI 2,6%. Gestión, (2020) que de mantener este comportamiento, nos traería graves consecuencias, esto aún sin analizar el descontrol de ingreso de venezolanos y los decretos de urgencias.
Afirmamos que el crecimiento no determina el desarrollo, por tanto, la búsqueda de la combinación de Estado-mercado es clave. Para ello, es un requisito fundamental que el Estado trabaje, funcione, sea operativo, es decir, que cumpla con sus obligaciones básicas, ya que no es posible trasladar las tareas y obligaciones a otros. En ese sentido, el modelo que rige la economía peruana, comporta fallas, si bien no conocidas por el ciudadano común, sí es percibido por sus impactos como son: informalidad, mínimo crecimiento del empleo, privilegio de lo privado, favorecimiento de la concentración económica que crea dominio del mercado, prioriza la economía en torno a la minería, la actividad extractiva que cada vez es mas destructiva, bajos niveles de competitividad. En este rubro de acuerdo al informe del Foro Económico Mundial 2017-2018, el Perú se encuentra en el puesto 72/137 países, los puntos más bajos corresponden a los pilares: Instituciones (106 a 116), Entorno Macroeconómico (33 a 37), Educación superior y capacitación (80 a 81), Eficiencia del mercado de bienes (65 a 75), Eficiencia del mercado laboral (61 a 64), Desarrollo del mercado financiero (26 a 35) y Sofisticación empresarial (78 a 80). Word Economic Forum, (2017), cayendo en el 2019 al puesto 65; 2 posiciones del año anterior.
Este escenario nos presenta que las dificultades a nivel de la identificación y adopción de formatos institucionales presentan la mayor dificultad en la articulación entre actores públicos y privados para la promoción de un desarrollo, que incluya los planos económico, social y ambiental. De esta manera, los arreglos institucionales constituidos en los territorios rurales deberán lograr y estimular la interacción de los actores locales donde el rol gerencial del Estado es la clave. Esto se configura como un factor fundamental para la emergencia de procesos de desarrollo localizados que se basan en las oportunidades identificadas por los propios actores involucrados. Para ello, será necesario alcanzar una robusta participación social, que convierte en fundamental la apropiación de estos espacios por parte de los actores locales.