Dimitri Senmache / Necesaria respuesta coordinada

“El colegio ya había suspendido clases presenciales por extorsiones. Ahora, los profesores reciben amenazas directas incluso durante sus sesiones virtuales”, Canal N (25 mar 2025)

Las bandas y organizaciones criminales se sienten cada día más poderosas e impunes. El Estado no logra comprender que la solución no puede provenir de un solo sector sino de la respuesta estatal coordinada, multisectorial y de los tres niveles de gobierno. Pero para que cualquier medida pueda tener una mínima posibilidad de éxito es preciso que exista un liderazgo legítimo, creíble y honesto.

No podemos seguir esperando un Mesías que por sí solo resuelva todos nuestros problemas de seguridad. El compromiso debe venir de todos, especialmente de aquellos que tienen la misión de dirigir los destinos de nuestro país en cada poder del Estado.

Las medidas que requiere nuestra patria ya no pueden ser medidas preventivas solamente. Estamos en medio de una guerra que la criminalidad ha declarado a nuestra Nación, y no la vamos a ganar con discursos, con medidas inconexas ni con puestas en escena para salir en TV. Las medidas que se requieren pasan por:

1.     Fortalecer la inteligencia

2.     Fortalecer la operatividad policial, dándole poder suficiente para hacer uso de la fuerza pública en toda su extensión, sin titubeos.

3.     Acciones conjuntas PNP/MP/Fiscalización para enfrentar y clausurar mercados ilegales.

4.     Construcción de por lo menos un mega penal (contrato de “G to G”) donde se lleve a aquellos criminales vinculados a extorsión, sicariato, secuestro, tenencia de armas de guerra, entre otros)

5.     Implementación de una serie de leyes para enfrentar la criminalidad (leyes de emergencia que permitan enfrentar a estos grupos criminales como terroristas)

6.     Toques de queda focalizados.

7.     Control de transporte interprovincial y de principales avenidas o carreteras por las FFAA.

Medidas como estas y otras deben de aplicarse prontamente si no se quiere terminar con un Estado capturado por el crimen (si es que ya no lo estamos).