Embajador Jorge Castañeda / Perú Frente al Espejo
- Embajador Jorge Castañeda
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Perú Frente al Espejo: La Necesidad de un Nuevo Modelo Exportador
La estructura productiva y exportadora del Perú se basa predominantemente en la extracción y exportación de materias primas. Sectores como la minería (cobre, oro, zinc), la agroexportación (uvas, paltas, arándanos) y la pesca (harina de pescado, pota) constituyen el núcleo de sus envíos al exterior. Este modelo ha permitido un dinamismo exportador reciente —con un crecimiento del 20% en el primer semestre de 2025—, respaldado por una macroeconomía sólida y una amplia red de acuerdos comerciales.
Los minerales, como el cobre y el oro, constituyen el grueso de las ventas al exterior. Solo las partidas de "Minerales, escorias y cenizas" y "Metales preciosos" representaron 55,400 millones de dólares en 2024, más del 55% del total de exportaciones de ese año. Esta dependencia se ve reforzada por la concentración geográfica de los destinos, donde China por sí sola absorbe el 35% de todas las exportaciones peruanas.
Si bien existen exportaciones no tradicionales con un dinamismo notable, como los frutos y frutas (6,430 millones de dólares) o el café y el cacao, su peso relativo en la estructura exportadora sigue siendo bajo. El modelo, en esencia, sigue siendo el de una economía que vende lo que extrae.
Este perfil exportador esconde riesgos significativos. Al depender de productos de baja complejidad, la economía peruana se mantiene vulnerable a los ciclos de precios internacionales, lo que limita la creación de empleos de mayor calidad y sofisticación. Además, la elevada informalidad y una limitada integración en las cadenas globales de valor —donde la participación se concentra en los eslabones iniciales— dificultan un desarrollo industrial sostenido e inclusivo.
Para superar esta debilidad estructural, es fundamental la implementación de políticas de Estado orientadas a fomentar las cadenas de valor y diversificar la producción. Dichas políticas deben materializarse en medidas concretas, las cuales pueden organizarse en cuatro pilares estratégicos.
En primer lugar, es crucial impulsar la industrialización y la innovación. Esto implica transformar las materias primas en productos terminados o semielaborados de mayor valor, en lugar de limitarse a su exportación en estado básico. Un ejemplo para seguir es el caso de Chile, que logró evolucionar de la simple agroexportación de uvas frescas a la producción de vinos y pasas de alta gama. Asimismo, es vital apoyar la innovación mediante financiamiento e incentivos para que las empresas desarrollen nuevos productos y procesos, superando las limitaciones actuales en sectores clave como el textil y las confecciones.
El segundo pilar se centra en la simplificación administrativa y la conectividad global. Es necesario modernizar y agilizar los trámites para que las empresas, especialmente las MIPYMES, puedan participar de forma fácil y rentable en el comercio internacional. Paralelamente, se debe captar inversión inteligente, es decir, capitales que aporten no solo recursos financieros, sino también tecnología y conocimiento, vinculando así a las empresas peruanas con redes globales de valor.
Un tercer eje estratégico consiste en la diversificación hacia sectores de mayor crecimiento y complejidad. Esto incluye fomentar nuevas industrias, como la tecnología, los servicios globales y las industrias creativas, así como potenciar segmentos especializados donde Perú pueda convertirse en una referencia mundial. Para ello, se puede aprovechar la calidad ya reconocida de productos bandera, como el café de especialidad o la alpaca.
Finalmente, el cuarto pilar se sustenta en el capital humano y la gobernanza. Es fundamental fortalecer la colaboración efectiva entre universidades, empresas y el Estado —el modelo de triple hélice— para generar el conocimiento que demanda la nueva economía. De igual modo, se requiere invertir en capacitación, alineando la formación de las personas con las necesidades actuales y futuras del mercado global.
La viabilidad de este cambio descansa en la creación de mecanismos de gobernanza eficaces, como mesas de diálogo público-privadas de alto nivel, que otorguen sostenibilidad a las políticas más allá de los ciclos políticos. Cabe señalar que el principal obstáculo no es de naturaleza técnica, sino política, pues es imperativo superar el cortoplacismo y los intereses creados que se benefician del statu quo.
En definitiva, superar el modelo de exportación de baja complejidad ha dejado de ser una opción para convertirse en una necesidad impostergable. El Perú cuenta con los cimientos para dar este salto cualitativo; el desafío reside en traducir ese potencial en realidad, forjando la voluntad política necesaria para ejecutar estas medidas con constancia. La meta es clara: transformar una economía que principalmente vende lo que extrae de la tierra en una que ofrezca al mundo productos y servicios únicos, sofisticados y de alto valor.








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