Fabiola Morales / A 80 años de la destrucción de Hiroshima
- Fabiola Morales
- hace 12 horas
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Teniendo vigentes dos guerras, como son las de Rusia y Ucrania y la del Medio Oriente, los líderes del mundo piden paz mientras recuerdan el 80 aniversario del primer bombardeo atómico estadounidense en Hiroshima, en el contexto de la Segunda Guerra Mundial, un 6 de agosto de 1945; la misma que mató a 90 mil personas de forma instantánea y terminó con la ciudad, de la manera más atroz.
Como lo afirmó Nihon Hidankyo, secretaria de la Organización de Sobrevivientes de las Bombas Atómicas, organización que ganó el Premio Nobel de la Paz en 2024: “No se ha aprendido nada de nuestra experiencia y hoy tenemos un mayor riesgo que en el pasado”; refiriéndose tanto a las actuales guerras como al “avance” de las armas nucleares. Cada vez quedan menos hibakusha, como se les denomina a los sobrevivientes de las bombas atómicas, pero siguen en su afán por detener la carrera nuclear en el mundo.
El año pasado, atendiendo una invitación de JICA, el organismo de cooperación internacional japonesa, tuvimos la oportunidad de visitar una Hiroshima moderna y pujante, a orillas del río Ota, que divide la ciudad en seis islas. Sin embargo, no se puede dejar de sentir un dolor solidario con la tragedia de las decenas de miles de víctimas humanas que perdieron la vida en minutos y, también, unos días o meses después, a causa de las graves quemaduras de la primera bomba atómica que llamaron “Little Boy”.
El Domo Memorial de la Paz, denominado la Cúpula de Genbaku, es la única estructura en ruinas de un edificio que se conserva aún en pie, cerca de donde ocurrió la explosión, en el mismo estado que quedó después de la destrucción total de Hiroshima. Un símbolo mudo de la tragedia que sobrecoge a los visitantes, que pueden imaginar la magnitud del daño causado por el invento del científico Oppenheimer.
La gran ciudad de edificios, centros comerciales y, sobre todo, con amplios y bellos jardines, recibe un flujo turístico que visita el Museo Conmemorativo de la Paz, el Memorial de la Paz, el Parque y la Campana de la Paz, junto al Monumento a los Niños de la Bomba Atómica. Cuenta con un sistema de comunicación de tranvías y autobuses conocido como Hiroden, a los que se suma la línea Astram, que usa coches con ruedas neumáticas.
Otro gran atractivo de la prefectura de Hiroshima es el Santuario Itsukushima, situado en la isla del mismo nombre, muy cerca de la capital. Es un templo shintoísta con dos edificios denominados Honsha y el Sessha Marodo-jinja, a los que acompañan otras 17 edificaciones de estructuras diferentes. A estos se suma el gran torii, puerta a manera de un arco de estilo oriental, en las afueras del santuario, situado sobre el agua.
La isla Itsukushima mira a los picos sagrados del monte Misen y cuenta con extensos y nutridos bosques a orillas del mar interior de Seto, considerado un lugar sagrado para los shintoístas que adoran las montañas. Por mucho tiempo, el acceso a este templo estuvo prohibido para los extraños, pero ahora es Patrimonio de la Humanidad desde el año 1996 y su conservación está a cargo del gobierno de Japón.
El 9 de agosto de ese mismo año, volvió a repetirse un ataque nuclear mayor en Nagasaki, confirmándose la frase que Albert Einstein le dice a Robert Oppenheimer: “Ahora es su turno de lidiar con las consecuencias de su logro”, haciéndole ver el peso moral de haber creado la bomba atómica.
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