El ataque terrorista de la organización Hamás a la población civil de Israel que desató una masacre durante este último fin de semana, es solo comparable al de las torres gemelas en Nueva York que produjo la muerte de 2,700 personas de manera atroz, apenas iniciado el presente siglo en setiembre de 2001.
La crueldad de Hamás no tiene precedentes, en tanto que se trata de un ataque indiscriminado a familias enteras en sus casas, donde asesinaron a bebés, niños, jóvenes, padres y abuelos que fueron sorprendidos con la entrada de estos criminales que los decapitaron y terminaron con ellos, frente a los ojos de sus hijos; en el que también lamentamos la muerte de peruanos.
Hamás se infiltró también en el Festival de la Paz que se desarrollaba en un lugar cercano a la Franja de Gaza, donde participaban jóvenes, no solo israelís, sino de muchos países europeos que fueron heridos, violados, arrastrados por el suelo y secuestrados para después ser torturados por los criminales, delante de cámaras que trasmitieron los hechos en directo por las redes sociales. En este lugar, se encontraron 260 cadáveres de jóvenes y se calcula que los secuestrados fueron 130.
Fue un ataque combinado de Hamás, por tierra y con 3,550 cohetes que sorprendió a uno de los sistemas más sofisticados de seguridad del mundo, como es el de Israel que dejó alrededor de 700 muertos y 2 mil heridos, de los cuales se calcula que 300 no sobrevivirán a su estado crítico. Hechos que demuestran la vulnerabilidad de los países, aún de los más desarrollados, frente al terrorismo.
La opinión pública mundial reaccionó con indignación y rechazo frente a este ataque terrorista atroz; sin embargo, a medida que han pasado los días, Israel ha ido perdiendo la batalla política de la imagen, en manos de grupos progresistas que influyen en el poder mediático, con argumentos que intentan convertir a las víctimas en sus verdugos, sin tener en cuenta que el terrorismo es cobarde: ataca con sorpresa y por la espalda, usando a las personas civiles más vulnerables como escudos humanos.
Este ataque terrorista de Hamás que domina la Franja de Gaza cercana a Egipto -de 365 Km. cuadrados, con 41 Km. de largo y entre 6 a 12 Km. de ancho, donde viven alrededor de 2 millones de personas- se produce justo cuando Arabia Saudita iba a firmar un acuerdo de relaciones diplomáticas con Israel, importante para la construcción de la paz en esta zona del Oriente, a lo que se oponen, evidentemente, los países musulmanes más radicales, como es el caso de Irán, altamente sospechoso de apoyar a Hamás con la estrategia y armas.
La reacción de Israel, frente a los crímenes, violaciones y secuestros cometidos por Hamás ha sido inmediata con el objetivo de “acabar con el terrorismo”. Ha bombardeado la Franja de Gaza y, últimamente, ha pedido que los palestinos que viven en el norte, migren al sur; porque realizará una incursión militar localizada en este lugar, donde sospecha que se encuentran la mayor parte de miembros de Hamás.
Las Naciones Unidas han llamado a Israel a respetar los derechos humanos, en medio de una guerra desatada por Hamás y de un conflicto ideológico, político y militar, que bien podría haberse menguado si los Estados palestinos moderados e Israel, ayudados por la ONU, hubieran apurado un acuerdo de paz que ya estaba en marcha y tan necesario en esta zona de conflicto continuo que a los terroristas les interesa azuzar.
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