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Fabiola Morales / Chile debe resolver asunto migratorio


Cómo si no tuviéramos ya suficientes problemas, se ha creado uno nuevo en la frontera sur, por la presencia de cientos de migrantes que el gobierno de Chile, liderado por Gabriel Boric de 37 años, ha causado prohibiendo radicalmente su ingreso y dejándolos a su suerte en la línea de la Concordia en la frontera con nuestro país.


El alcalde de Tacna, Pascual Güisa, ha sido el primero en sentir el golpe y reaccionar hablando claro: “No debemos permitir que un innombrable –y discúlpeme el pueblo chileno– e irresponsable, como su presidente, esté trasladando sus problemas a la frontera”, frase que fue respondida con una nota de protesta por parte de la cancillería de Chile.


El problema humano de los migrantes que son de origen venezolano, colombiano y haitiano no viene solo, sino acompañado de la amenaza de que podría afectar las buenas relaciones con Chile, país que se sumaría –esperemos que no– al distanciamiento que ya tenemos con los gobiernos de Colombia y México.


El Gobierno peruano, en apariencia, ha enfrentado este asunto de los migrantes con paños tibios. Por muchos días, la Policía Nacional, ha resguardado la frontera sur solo recién el gobierno se ha dado cuenta de que, no es suficiente, y ha decidido reforzarla con la presencia de 200 miembros de las Fuerzas Armadas, aunque negando la “militarización” de la zona.


Mientras tanto, se barajan distintas salidas a este problema en que ha sido implicado nuestro país. Uno de ellos es que se cree un corredor humanitario, por el cual, puedan trasladarse estos migrantes hasta sus países de origen, principalmente Venezuela y Colombia. Este corredor, debería ser recorrido por ellos en autobuses y resguardados por las fuerzas de seguridad.


Pero esta decisión, la debiera tomar y liderar el gobierno de Boric que es quien ha causado el problema, incumpliendo inclusive su promesa de campaña, durante la cual ofrecía fronteras abiertas para todos. Es Chile quien debe solicitar a Perú, Ecuador y Colombia, permiso para que fluya este corredor humanitario y, obviamente, exhortar a sus amigos Gustavo Petro y Nicolás Maduro para que reciban de vuelta a sus connacionales.


Sin embargo, sería más recomendable para Chile, que fletara un avión para trasladar de vuelta a sus países a aquellos ciudadanos y sus familias, entre ellos niños y ancianos, a quienes les ha cerrado el ingreso, bajo el pretexto de que los migrantes generan delincuencia, mezclando la paja con el trigo. El Perú ha recibido a más de un millón y medio de venezolanos y Lima, es la tercera ciudad, después de Caracas y Maracaibo, donde viven más hijos de la tierra llanera.


El Gobierno del Perú, así como el de los países antes nombrados, está llamado a ayudar al drama humanitario que ha causado Chile, pero de ninguna manera, debe asumir el protagonismo. No sólo porque no le corresponde, sino porque ni el gobierno de Petro ni el de Maduro estarían dispuestos a escucharlo, en la actual situación, cuando por razones ideológicas, están enfrentados al gobierno de la presidenta Dina Boluarte.


La cancillería nuestra debe actuar con firmeza frente a la situación de los migrantes y la de Chile –a pesar de tener un Presidente que pareciera aceptar solo a regañadientes el actual gobierno de nuestro país–no puede olvidar que son ellos los causantes del problema y, por otro lado, tampoco puede pensar que sus intereses económicos en el Perú van “por cuerdas separadas”, por tanto, lo más conveniente es que actúe con inteligencia.


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