Fabiola Morales / Descuido en las fronteras
- Fabiola Morales
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El incidente provocado por Gustavo Petro, presidente de Colombia, intentando desconocer nuestra soberanía sobre el distrito de Santa Rosa de Loreto, en la isla Chinería, vuelve a colocar el foco de la atención pública sobre la situación de vulnerabilidad de nuestras fronteras.
Daniel Quintero, exalcalde de Medellín, delfín de Petro, imputado por delitos de corrupción por la Fiscalía de la Nación, se atrevió a colocar una bandera de su país, de grandes dimensiones, en suelo peruano; en una pretendida “acción política” como estrategia de campaña para la presidencia de Colombia.
De vuelta de su viaje a Japón, la presidenta Dina Boluarte ha volado a Santa Rosa para declarar que el Perú “actúa conforme a la Constitución y al derecho internacional y que no cederemos ni un centímetro de nuestro territorio”; pero su gobierno no se ha caracterizado por su atención a las fronteras de nuestro país, como otros en el pasado.
Las poblaciones que habitan en las fronteras no reciben los servicios pertinentes en educación, salud ni infraestructura básica, como agua y desagüe, que sí los tienen países limítrofes. Es por este motivo que, tantas veces, los niños acuden a las escuelas de las naciones vecinas y sus habitantes reciben servicios de salud y otros también al otro lado de la frontera.
En la frontera norte, con Ecuador, podemos apreciar, por ejemplo, el progreso en infraestructura y servicios de Huaquillas y la provincia de El Oro, en general; a diferencia de Zarumilla y nuestra región de Tumbes. La situación no es solo de ahora, sino de tiempo atrás; pero demuestra cómo los gobiernos tienen poco interés en el desarrollo de nuestras poblaciones que viven en estos lugares.
La misma Dina Boluarte reconoció en Santa Rosa que las localidades situadas en las zonas fronterizas, a lo largo de nuestro territorio, no han recibido la atención que debían por parte del Estado, permaneciendo en una “situación de postergación histórica”; es decir, que ha tenido que suceder este incidente para que recién se corra a prestar atención, sobre la marcha, a una grave situación que ha permanecido invisible a lo largo de los años.
Se ha develado, por tanto, que no existe una política de fronteras o, al menos, no es una prioridad su puesta en práctica; porque, como siempre, el gobierno actúa como bombero: corre a apagar el fuego ante la emergencia, sin una estrategia en pro del desarrollo de nuestras fronteras vivas.
Recién Santa Rosa de Loreto, situada en un lugar estratégico de la frontera tripartita entre Perú, Colombia y Brasil y, como consecuencia de este incidente, ha recibido la promesa de “reducir las brechas sociales y de infraestructura para mejorar la calidad de vida de la población”, de parte de este gobierno, conforme lo ha informado el diario Expreso.
Recién la presidenta Boluarte, en su visita a este distrito, afirmó que su gobierno ha “aprobado medidas urgentes y extraordinarias en materia administrativa, económica y financiera que permitan la ejecución de inversiones en transporte aéreo, fluvial y portuario en el distrito de Santa Rosa de Loreto para favorecer la conectividad y el aumento del número de viajes a Iquitos”.
Mientras tanto, los 7 073 km de fronteras vivas que el Perú tiene, por el norte con Ecuador y Colombia; por el este con Brasil, por el sureste con Bolivia y por el sur con Chile, como las fronteras marítimas con Ecuador y Chile, seguirán esperando la implementación de una eficiente política de desarrollo para las 10 regiones fronterizas de nuestra nación.