Fabiola Morales / El enfoque de oportunidades
- Fabiola Morales

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Del enfoque de género al de oportunidades
El Congreso de la República ha aprobado, esta semana, una ley de “Igualdad de Oportunidades entre mujeres y hombres” que ha tenido el respaldo de 79 parlamentarios. La iniciativa ha sido impulsada y trabajada por la congresista Milagros Jáuregui de Aguayo, quien es la actual presidente de la Comisión de la Mujer y Familia.
Sin duda, es un duro golpe contra las organizaciones que quieren implantar la “ideología de género”, con jugosas sumas de dinero, provenientes de interesados millonarios, organizaciones internacionales y gobiernos extranjeros que practican un nuevo colonialismo de sujeción, a través de poderosas ONG, a todas las sociedades, incluso a las que se oponen.
Por este motivo, organizaciones que llevan años manipulando a las instituciones del Estado, grupos de interés e incluso a empresas como algunos bancos que, sin pensar en su rol social, siguen la corriente de aquello que la moda dicta para conseguir el éxito de sus campañas que se traducirán en buenos “resultados” para sus bolsillos, han puesto el grito en el cielo porque se les acaba así el negocio de la “ingeniería social” que llevan a cabo siguiendo al marxista Antonio Gramsci, que muchos liberales acatan sin chistar.
Gramsci enseñó a imponer “ideologías”, aun en “contra del sentido común” de las civilizaciones, mediante la propaganda en su significado más genuino, ya descrito y practicado por el nazi Joseph Goebbels –el famoso ministro para la Ilustración Pública y Propaganda del Tercer Reich– y aplicado en tantos gobiernos marxistas también, porque los extremos se tocan y, en este caso, coinciden en su concepción materialista y antihumana de la sociedad.
Ambas corrientes se niegan a reconocer, no solo el sentido común y el producto del avance de las civilizaciones como un aporte de la humanidad al crecimiento de las personas, sino que pretenden arrebatar la libertad de conciencia y acción a los individuos, pretendiendo desaparecer sus instituciones, desde la familia, y convirtiéndolo en lobo para los más débiles e incluso para sí mismo.
¿Cómo se puede pretender, por ejemplo, que un niño decida si se percibe varón o mujer y, en consecuencia, a espaldas de sus padres, los gobiernos le garanticen un “tratamiento” hormonal o quirúrgico para cambiar su naturaleza sexual por una apariencia de la que la mayoría se arrepienten? Con “políticas públicas” como estas, que los ciudadanos pagan con sus impuestos, pretenden construir la “igualdad de género”.
Los conceptos de sexo y género no son lo mismo. La lingüista Martha Hildebrandt afirmaba que el término “género” es una mala traducción del inglés; además, a partir del mismo, se desea reconocer un sinnúmero de “percepciones” cuasi sexuales que pretenden enmendar la plana a la ciencia y a la biología, imponiendo su ideología a base del principio de Goebbels: “miente y miente que algo queda”.
El resultado es evidente en las sociedades opulentas, donde la riqueza material no logra frenar el creciente índice de suicidios de niños y adolescentes a quienes se les ha vendido ideologías que van contra la naturaleza, el sentido común y su esencia como personas.
Todo ello es consecuencia, hay que decirlo claro y sin miedo a la burla o represalias sociales, propias de los totalitarios materialistas, cuyo éxito depende de sociedades dormidas e indiferentes.
La ley de la congresista Aguayo pone el punto sobre las íes, reemplazando el “enfoque de género” por el de “igualdad de oportunidades” entre mujeres y hombres, con el cual se deben hacer las capacitaciones a los colaboradores públicos; además, apuesta por una educación sexual con base científica, biológica y ética.








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