Fabiola Morales / El fanatismo woke
- Fabiola Morales

- 14 sept
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Agustín Laje está en Lima y su presencia —a invitación de la congresista Milagros Aguayo— coincide con el reciente asesinato del activista Charlie Kirk, un joven padre de familia que se dedicaba a participar en los debates que se producen en las universidades norteamericanas contra la extendida ideología woke y a favor de los valores de la vida, la familia y la libertad, a la que se refirió en extenso el citado conferencista y escritor.
Laje describió el “wokismo” como la diseminación de la dualidad marxista del “oprimido/opresor” aplicada a distintas dimensiones que van desde la raza, etnia, nacionalidad, religión, hasta la apariencia física, peso corporal y condiciones mentales; pasando por la identidad de género, orientación de género y especie.
Esta ideología propone a la raza blanca, por ejemplo, como la opresora de la raza negra; al varón, como opresor de la mujer; al heterosexual como opresor del homosexual; a las personas de poco peso corporal y atléticas como opresoras de las gordas; y al ser humano como opresor del animal. Del clásico dualismo marxista que considera al rico como “necesariamente” opresor del pobre, la ideología woke ha pasado a una dispersión casi infinita.
La sociedad que postule esta ideología estará condenada a vivir en permanente conflicto, polarizada y sin la más remota posibilidad de reconciliación; porque basta con poseer determinadas características humanas heredadas, como la de pertenecer a la raza blanca, para que la raza negra la considere su opresor y, por tanto, su enemigo porque es racista. Una lógica irracional que se condice con la realidad de tantos amigos o matrimonios que pertenecen a razas distintas.
Por el contrario, afirmó Laje en su conferencia, la raza negra, necesariamente oprimida por la blanca, será siempre una víctima y así podría explicarse cómo el reciente crimen de una joven blanca ucraniana en un bus de transporte público en Estados Unidos pasó casi desapercibido en los grandes medios. Las cámaras de seguridad del vehículo captaron que el asesino fue una persona de raza negra, aunque con graves antecedentes penales.
Asimismo, si se declara al varón como “necesariamente” opresor de la mujer, se destruye la familia, porque la relación ya no tiene su base en la roca del amor, la comprensión y la ayuda mutua, sino en la arena de una unión calculada, frívola, conveniente y desconfiada que con facilidad se rompe, aunque con ello los hijos sufran las consecuencias de decisiones ajenas.
Con el “wokismo” se llega a quebrar la razón, para dar paso a las percepciones que esta ideología impone como un nuevo dogma al que todos deben rendir honores, si no quieren perecer socialmente, ahorcados por un estigma o un insulto gratuito que va desde colgar el cartel de homofóbico hasta especista (discriminador de animales por considerarlos inferiores). En consecuencia, la persona no solo pierde su identidad, sino el valor de su dignidad humana.
Sin embargo, el diccionario de Oxford define “woke” de manera sintética como el “estar consciente de temas sociales y políticos, en especial del racismo”, cuando en realidad se trata de un ataque frontal a los valores humanos, la familia, las instituciones y, sobre todo, la libertad para vivir en paz unos con otros, sin el peso de una supuesta “culpa” histórica por la sencilla razón de haber nacido varón y no mujer; de una raza y no de otra.
La ideología woke pretende quitar al ser humano la esperanza de madurar, a través del amor y con la ayuda de la formación que solo le entrega la familia, para servir a la sociedad.








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