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Fabiola Morales / Emergencia sanitaria


En las regiones tropicales del país, todos los veranos aparecen enfermedades que atacan, sobre todo, a los niños y adultos mayores, como es el caso del dengue, el paludismo o enfermedades estomacales severas que, en estos momentos, a causa de los desastres causados por el ciclón Yaku, han aumentado exponencialmente, frente a lo cual el Estado no tiene la suficiente capacidad de respuesta para atender a los pacientes en muchos pueblos del Norte y de la Amazonía, especialmente.


Hasta febrero de 2023 el Centro Nacional de Epidemiología, Prevención y Control de Enfermedades (CDC Perú) ha notificado de 11,585 casos de dengue en el país, con al menos 16 fallecidos, por lo que se declaró la emergencia en algunas provincias y distritos de Amazonas, Ayacucho, Cajamarca, Cusco, Huánuco, Ica, Junín, Lambayeque, Loreto, Madre de Dios, Piura, San Martin y Ucayali; pero poco o nada han podido avanzar, más que recurrir a las pruebas rápidas, para detectar a los asegurados que tengan la enfermedad del dengue en 45 minutos.


El advenimiento de las lluvias torrenciales y la caída de los huaicos han tenido como consecuencia que 860 centros de salud se encuentren inundados en Áncash, Tumbes, Piura, La Libertad, Lambayeque, Cajamarca y Lima Metropolitana, por lo cual la gran mayoría de los locales están inoperativos, en momentos en que proliferan mosquitos y el agua potable escasea, sobre todo entre las poblaciones más empobrecidas.


La citada declaratoria de emergencia impulsa acciones concretas como “el fortalecimiento de los servicios de salud de primer nivel de atención y de los hospitales, la vigilancia epidemiológica y las actividades de prevención y promoción de la salud con participación de la comunidad”. Sin embargo, los desastres naturales han obstaculizado las estrategias del Ministerio de Salud para afrontar la crisis como se había propuesto: mejora de los centros de salud, visitas de inspección, capacitación, motivación a la comunidad, formación al personal para el óptimo manejo del presupuesto, entre otros.


Todo lo cual nos demuestra una vez más que no basta con la buena voluntad para acelerar el cumplimiento de las políticas públicas, sino también calcular la oportunidad practicando la cultura de la prevención, más en este caso, cuando ya sabemos las consecuencias de un fenómeno pluvial anunciado, porque se repite todos los años por estas fechas y, con mayor fuerza y agresividad, al menos cada cinco años.


Asimismo, el Gobierno ha prorrogado el estado de emergencia sanitaria por 90 días, a partir del 15 de febrero, por la covid-19, que califica todavía como pandemia, según la Organización Mundial de la Salud (OMS); por tanto, el ministerio, el Seguro Social y el Instituto Nacional de Salud están desarrollando un Plan de Acción y Vigilancia para la contención y atención en casos del llamado “nuevo covid-19”.


Las autoridades informaron que la quinta ola de esta pandemia en el Perú ha supuesto 319,212 casos de contagio confirmados y 1,932 defunciones. Recordemos que nuestro país tiene el índice de mortalidad más alta en el mundo, con una cifra oficial de más de 220 mil fallecidos a causa de la covid-19, como consecuencia de la falta de respuesta y sospecha de corrupción durante el gobierno de Vizcarra.


Es necesario y urgente que nos preparemos con tiempo, antes de la llegada del Fenómeno del Niño que, según los estudiosos del clima, está ad portas, no sólo con obras urgentes de infraestructura, sino en la prevención de enfermedades endémicas que, como sabemos, se producen y arrecian como consecuencia de los desastres pluviales, cada vez más frecuentes.


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