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Fabiola Morales / Jubileo romano 

  • Foto del escritor: Fabiola Morales
    Fabiola Morales
  • hace 3 horas
  • 3 Min. de lectura

Cada 25 años, la Iglesia católica convoca un Jubileo que invita a la renovación, reconciliación y a un nuevo encuentro con Cristo. El presente fue anunciado en el año 2000 por el entonces Papa, san Juan Pablo II, después de abrir la Puerta Santa de la Basílica de San Pedro que da inicio a este evento trascendental. El actual, denominado el Jubileo de la Esperanza y Solidaridad, fue inaugurado por el papa Francisco, quien, ya con poca salud, transitó la Puerta en silla de ruedas.

 

Hemos tenido la oportunidad de viajar a Roma con este motivo y de vivir la alegría de los peregrinos, quienes por estos días participan de los distintos actos presididos por el actual papa León XIV, nacido en Chicago, nacionalizado peruano, que acaba de renovar su Documento de Identidad (DNI) y que tiene una predilección por nuestro país, como lo manifestó en sus primeras palabras desde la cátedra de San Pedro.

 

Es primavera en Roma, pero las temperaturas son casi altas y, aun así, la vía de la Conciliazione, que desemboca en el Vaticano, mira pasar los numerosos grupos de peregrinos con pancartas y banderas hacia la Plaza de San Pedro, que recibe a multitudes de todo el mundo. Hacen largas colas para entrar por la Puerta Santa y ganar los frutos del Año Jubilar, visitar la basílica de San Pedro, los Museos Vaticanos, la Capilla Sixtina y esperan horas para escuchar la palabra del Papa, bajo un sol que cae como plomo sobre las cabezas.

 

Las multitudes caminan por todo Roma, visitando iglesias y basílicas como la de Santa María la Mayor, donde está la tumba del papa Francisco, y esperan la llegada de León XIV, quien la visitó en distintas oportunidades durante esos días y fue recibido con grandes carteles que colocaron los vecinos en sus balcones: “Con te, Leone”. Una basílica que conserva las reliquias del pesebre que sirvió de cuna al Niño Jesús y mosaicos paleocristianos del siglo V.

 

El Coliseo Romano, donde fueron sacrificados tantos mártires cristianos, como el Foro, el Circo Máximo, el Panteón, el Altar de la Patria, el Castel Sant’Angelo, las plazas y fontanas, están en estos días repletos de turistas que se mezclan con los peregrinos que van a Roma por el Año Santo. Todos se admiran frente a las obras maestras de Miguel Ángel: la Piedad, en la Basílica de San Pedro, y el Moisés —en la Basílica de San Pedro in Vincoli, donde también se conservan las cadenas con las que el primer Papa fue atado— y se pasean por las 80 hectáreas de Villa Borghese, Piazza Navona o la Fontana de Trevi, donde tiran una moneda para volver.

 

Los peregrinos que participaban en los actos del Año Jubilar entregaron distintos obsequios para el Papa, alusivos a su lugar de origen, profesión o equipo deportivo. Por nuestra parte, le llevamos un chullo multicolor tejido a telar por maestros cusqueños, en recuerdo de aquél que sus tíos que vivían en el Perú, del entonces niño Robert Prevost, le obsequiaron a los 5 años y fue este, según relata ahora León XIV, su primer contacto con nuestra Patria.

 

Durante el Año Jubilar hay días dedicados a grupos específicos de peregrinos: jóvenes, familias, profesionales, clérigos, enfermos, etc. Por lo cual, seguirán visitando Roma personas de todos los continentes para participar en estos actos. Es una oportunidad que se presenta cada 25 años que, esta vez, ha tenido la particularidad de iniciarse con Francisco y culminar con León XIV.


 

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