El ciclón Yaku produjo en apenas 4 días, en Lima y varios de sus distritos, desastres pluviales por la crecida de los ríos y la activación de quebradas que han afectado a miles de familias que lo perdieron todo y, a otras, con serios daños en sus viviendas, ciudades y poblados. Lo mismo estaba sucediendo ya, días anteriores, en el norte del país. Fue un campanazo de la naturaleza que nos recordó que vivimos expuestos a sus inclemencias, frente a las cuales debemos prepararnos constantemente, tanto las autoridades como los ciudadanos unidos.
Hay desastres pluviales, como el recordado de Nueva Orleans en 2005 causado por el huracán Katrina que, aún en países grandes y desarrollados como lo es Estados Unidos, tienen efectos devastadores como fue la muerte de 1,800 personas y más de US$ 150,000 millones en pérdidas materiales. Pero, estos países, no sólo cuentan con recursos económicos, sino con su capacidad de trabajar unidos con la ayuda del Estado y de la empresa privada para amenguar los efectos hasta donde es posible y levantarse.
El “voluntariado” es una de las claves para llevar adelante un trabajo social, en estas circunstancias de tragedia, como para ayudarnos unos a otros y, en especial, a los más vulnerables, a afrontar las necesidades que, como es evidente en nuestra capital -donde vive la tercera parte del Perú- y en grandes zonas del país, requieren de urgente atención, tanto del Gobierno, como de todos los ciudadanos que estamos llamados a no ser indiferentes frente a esta realidad.
Como dice el adagio: “Humano soy y todo lo humano que ocurre a mi alrededor me afecta”, por tanto, los problemas de nuestros vecinos son también nuestros problemas. Las sociedades que dan este salto, desde un paternalismo mal entendido que lo espera todo del Estado, hacia la colaboración institucional, social y personal, logran conseguir esa gran diferencia que existe entre los países más desarrollados, respecto a los menos.
La Municipalidad de Lima, bajo el liderazgo del alcalde, Rafael López Aliaga, está empeñada en construir un Sistema de Voluntariado, para lo cual ha empezado a trabajar en cooperación con los estudiantes universitarios firmando convenios, en primer lugar, con la Universidad Mayor de San Marcos, a la que le están siguiendo más; en el momento se cuenta ya con 3 mil jóvenes inscritos, parte de los cuales han empezado a trabajar, en estos días, ayudando en Chaclacayo, Chosica y Comas, en las laderas del río Chillón, en entrega de donaciones de alimentos, limpieza, colocación de sacos terreros, entre otros, en dos turnos diariamente.
Otro ejemplo de trabajo ciudadano coordinado es Punta Hermosa que ha visto cómo los huaicos han arrasado casas, pistas, plazas y losas deportivas, afectando a muchas viviendas modernas. Se han puesto las botas, literalmente, y con palas en mano, los hemos visto trabajar en equipo limpiando y colocando barricadas. El alcalde de este distrito que ya sufrió las causas de este fenómeno pluvial en 2017 -recordamos a Evangelina Chamorro surgiendo del barro- afirma que las consecuencias en este año son 10 veces peor que en aquel.
La infraestructura para prevenir estos desastres es urgente, así como la reconstrucción sin corrupción; pero es necesario también sembrar una cultura del voluntariado, del aporte organizado y constante de los ciudadanos ayudando a otros ciudadanos más vulnerables, ya sea a causa de los desastres naturales o por carencias de alimentación, salud, educación o cualquier estado de abandono. Con esta “común unión” es como se cuida la nación para todas las generaciones.
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