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Fabiola Morales / Punto de quiebre


Los cambios producidos en los altos mandos de las Fuerzas Armadas, sin ajustarse al artículo 172 la Constitución que manda al Presidente de la República “otorgar los ascensos de los generales de las Fuerzas Armadas y de los generales de la Policía Nacional, según PROPUESTA del Instituto correspondiente”, parecen haber sido la última gota que ha derramado el vaso de la CONFIANZA en este gobierno que, desde su inicio, ha avanzado en sus objetivos político-ideológicos de escándalo en escándalo.


Penetrar las Fuerzas Armadas con altos oficiales cercanos al gobernante de turno, significa colocarlos en una situación tan incómoda, como peligrosa; porque las aleja de sus verdaderos objetivos de servir a la Patria para, eventualmente, respaldar a una administración ejecutiva concreta y, en consecuencia, un intento de politizar una institución que, no es “deliberante”, para sus propios fines.


A lo cual, se suman los continuos escándalos de un gobierno que, no quiere o no sabe, rodearse de ministros probos, capaces y comprometidos con la lucha contra la pobreza y el desarrollo del país, más allá del puro discurso mentiroso y manipulador: “No más pobres en un país rico”, cuando pareciera que está procurando, más bien, llevarnos a la deriva; aunque, hasta inversionistas reunidos en la CADE, le pongan alfombra roja y quieran confundir sus deseos con la realidad, por ejemplo, del cierre de proyectos mineros y amenazas de estatización.


Es por tanto, justificada la acción de fiscalización y control político que está ejerciendo el Congreso de la República y que la ha expresado mediante una Moción de Vacancia, mediante la cual, el Presidente debe acudir ante la representación nacional para explicar las causas de la crisis de su gobierno que han caracterizado estos primeros cien días. Después de su presentación, se procederá a la votación que ojalá se haga con responsabilidad histórica y plena conciencia.


Es necesario que el país, de una vez por todas, sea gobernado sin corrupción ni corruptelas, con orden y estabilidad, asegurando instituciones que actúen con independencia y honestidad, lo cual no ha pasado en estas últimas elecciones, porque los poderes fácticos y los extremismos ideológicos, tanto de dentro como de fuera del país -como es el caso de la presencia de Evo Morales y su movimiento el MAS de Bolivia, influyendo en la política peruana- no han permitido que la voluntad popular se exprese libre y limpiamente.


Aun así partidos como Acción Popular y Alianza para el Progreso, parecieran miopes ante un desgobierno que debe ser resuelto ya, por el bien del país, y no se deciden a cortar por lo sano. Otra cosa es que los gobiernistas de Perú Libre, hayan reaccionado a la moción, pidiendo la censura de la Mesa Directiva. ¿Qué otra cosa les quedaba? Y que la PCM Mirtha Vásquez, olvidándose que los congresistas no tienen MANDATO IMPERATIVO y que el Congreso es el primer del Estado, también enviara una carta al Congreso, expresando su protesta y “sorpresa”, totalmente fuera de foco.


Al Poder Ejecutivo le corresponde gobernar buscando el desarrollo y el avance del Perú, pero este gobierno está empantanado en la corrupción y en sus campañas de ideologización, por eso el país no avanza y, con la subida del dólar y de los productos y servicios básicos, los pobres se vuelven más pobres.


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