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Jorge Chávez / Esto no es guerra (1 de 2)


Presidente Castillo: ¡esto no es guerra!


Apenas a una semana de gobierno de Pedro Castillo las perspectivas económicas se han deteriorado. El nombramiento del gabinete de ministros y demás altos funcionarios ha dado una pésima señal, reflejada en el deterioro del riesgo país, que alcanzó su mayor pico en lo que va del año.


Si bien los agentes económicos aguardan que el PBI crezca 9% en 2021 por efecto de la normalización de las actividades económicas que fueron paralizadas por la pandemia, esta expectativa podría verse afectada por la desconfianza en la política económica del gobierno, que podría postergar o anular muchas decisiones de inversión.


La desconfianza es producto de la falta de credibilidad que proyectan las autoridades de gobierno. Su cambiante discurso, su ambigüedad para señalar cursos de acción y su falta de consistencia.


Hace unos días el premier Guido Bellido anunció que el gabinete ha conformado una comisión especial que alista medidas para enfrentar la depreciación del sol frente al dólar y la aceleración de la inflación. Sin embargo, el dólar se ha disparado superando los 4,09 soles, no por otra cosa que no sea la falta de credibilidad que proyecta su premier y el resto de su gabinete, a pesar de la creciente intervención del BCR para amortiguar el alza. Esa comisión lo que tendría que recomendar es la remoción de la mayoría de los ministros y su reemplazo por profesionales idóneos en cada cargo. A no dudarlo esta sería la manera más efectiva de apaciguar al dólar y los precios.


La incorporación de Pedro Francke al MEF no ha ayudado a revertir la desconfianza. Los empresarios no le creen, pero lo prefieren frente a cualquier lugarteniente de Cerrón. Si el dólar no se dispara a 5 o 6 soles es porque los agentes económicos están a la espera de saber cómo será la confirmación del directorio del BCR. Un directorio mayoritariamente manipulable políticamente por Cerrón haría estallar las expectativas inflacionarias y recesivas. La consecuencia esperada sería una estanflación aguda: recesión con inflación galopante. En una situación así el gobierno se vería tentado a congelar y controlar los precios.


Bellido también dijo que el gobierno quiere que el Estado participe como socio de empresas privadas en la explotación del gas natural y centrales hidroeléctricas. Lo cierto es que el gobierno no sabe a ciencia cierta lo que quiere en materia energética y ya se ve que su velocidad de aprendizaje será muy lenta, si no cuenta con gestores de primer nivel.


El gobierno de Pedro Castillo no puede aspirar a que el pueblo se beneficie con más oportunidades de empleo, mientras Vladimir Cerrón continúe manejando las riendas del gobierno y torpedee diariamente la credibilidad del gobierno con mensajes de guerra contra los limeños, los empresarios, “los criollos”, “los caviares” y “la derecha”.


Ese discurso sustentado en una lectura sectaria de la realidad divide a los peruanos en lugar de unirlos. Los polariza y siembra terror no sólo en las grandes empresas sino en la enorme masa de emprendedores. En consecuencia, se retrae la inversión y se propicia la fuga de talentos. Los jóvenes más talentosos ya están buscando mejores horizontes en otros países.


La inversión nacional y extranjera (que ya está en un nivel histórico muy bajo), brillará por su ausencia mientras no haya una senda política clara. Basta de objetivos simbólicos (asamblea constituyente) y guerreros (organización de 100 mil ronderos como milicias armadas alternas a las FFAA y policiales) que dividen en plena pandemia y con una hambruna terrible que viene azotando a millones de familias del pueblo. Ante esta situación de emergencia el gobierno debería enfocarse en ayudar al pueblo a salir airoso de esta crisis, bajo un solo objetivo primordial: reactivar la producción, el empleo y la inversión, de manera sostenible y preservando la estabilidad económica.


El año pasado la economía se contrajo 11,1% y la pobreza aumentó en 10 puntos porcentuales, afectando al 30% de la población. Entre 2005 y 2019 el número de pobres había caído a un ritmo de 6% por año. Sin embargo, en 2020 el número de pobres pegó un brinco de 48%, elevándose de 6,6 millones a 9,8 millones.


El reto no es sólo lograr la reactivación económica. Una reactivación efímera no es lo que espera el pueblo peruano, sino una que perdure y sea sostenible, que genere empleos permanentes. Creer que la inversión pública puede por sí sola reactivar la producción y el empleo de manera sostenible es un error garrafal, y lamentablemente ése parece ser el enfoque del gobierno de Castillo.


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