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Juan de Dios Guevara / Cambio, tras cambio (1 de 4)


“Todo hombre, toda mujer, todo niño que vive hoy, está viviendo en un mundo en el que la humanidad se encuentra ante la elección extrema entre aprender a vivir juntos, en armonía, como una familia o cometer un genocidio a escala planetaria”. Arnold Toynbee en su “Estudio de la Historia”


Estamos viviendo un mundo que exige una mente abierta al cambio, ya que estamos en una sociedad post industrial, que brinda un proceso de grandes transformaciones y posibilidades. Hoy, hay que tomar decisiones velozmente ante menú de opciones, en una era de la información y computarización, que nos está permitiendo pasar de la teoría valor trabajo a la teoría valor conocimiento.


Desde 1989 con la caída del muro de Berlín, la posterior desintegración del bloque soviético, el crecimiento continuo de China, hasta convertirla en la gran potencia económica que es en la actualidad; la democratización en América Latina y el Caribe, la creciente industrialización de los países en desarrollo, hacen del mundo un lugar con cada vez mayores denominadores comunes, en permanente comunicación.


La disponibilidad de la información y en abundancia, no significa que la gente haya aprendido o que se comunique bien. La tecnología sola no es suficiente. Darse cuenta que los bytes y los RAM no van a definir a los ganadores y perdedores, si no a los que se organizan bien hacia un objetivo claro y alcanzable, y que cuenten con líderes astutos y creativos que sepan cómo comunicarse y motivar tanto al interior como al exterior de la organización.


Debemos ser conscientes de la enorme importancia que significan el servicio y las relaciones humanas. Son vitales para el éxito, por eso para lograr su expresión natural hay que entrenarse regularmente, como lo hace un atleta para las olimpiadas, o un cheff, en su cocinar diario. Entrenamiento constante para que afloren las capacidades humanas.


Pasar de dirigir a conducir, de competir a colaborar, de considerar una inversión el comportamiento humano en la organización y no un costo, de hacer partícipe al colectivo, en la toma de decisiones mediante trabajo en equipos, ese es el futuro de las organizaciones exitosas.


Hay que saber situarse, en el mundo que nos toca vivir, mostrando sus carencias, y sus principales problemas, la pobreza y el desempleo, posibles de incrementar o no, de acuerdo a la actitud y aptitud con que se enfrente el efecto de la globalización e internacionalización de la nueva economía, con sus consecuencias en lo social, económico y en la educación. Comprender que el reto es ser competitivos, para enfrentar esta competencia global.


Todo el cambio que vivimos se fue logrando con el desarrollo de las telecomunicaciones, lo que significó el fenómeno de la globalización, que se ha extendido por todo el planeta, generando grandes beneficios, como la esperanza de vida al nacer que desde 1975 ha aumentado en 25 años, tanto como se logró desde la Edad de Piedra a dicha fecha, y la reducción significativa de la pobreza extrema, que en 1990 superaba al 35% de la población mundial y hoy, afecta a menos de 10% del total, aunque con la pandemia se estima qué 40 a 60 millones más de personas, estarán entre las que viven con US$1.90 diario.


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