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Juan de Dios Guevara / El agro que se viene (3 de 3)


Existen plataformas que permiten recoger información por medio del internet de las cosas (IoT), los índices del medio ambiente, de los ciclos climáticos y con esto poder tomar decisiones para entender lo que ocurre alrededor. Esta información se complementa con sistemas automáticos de riego y fumigación La agricultura de hoy ya se apoya en Internet de las cosas, Inteligencia Artificial, Nube, Drones y robots, edición de genes, y en microbiología, haciendo uso del big data para realizar más investigación y desarrollo de la biodiversidad.


Las nuevas tecnologías en la actualidad comprenden básicamente el estudio y aplicación de las tecnologías digitales y los sistemas de telecomunicación; es decir, ordenadores multimedia y periféricos como el escáner, las impresoras, cámaras digitales, etc., y las redes de ordenadores, cuyo máximo exponente es la red.


La robótica y la inteligencia artificial, también forman parte del empleo de estas tecnologías aplicadas a la agricultura, que cada vez más se van sumando a esta ola de transformación digital y generando un impacto positivo en sociedades, economías y mercados globales, por la mayor productividad de los cultivos. Disminución de vertidos químicos en ríos y aguas subterráneas. Mayor seguridad de los trabajadores. Disminución del uso de agua, fertilizantes y pesticidas, lo que a su vez reduce los precios de los alimentos.


Todo esto implica mayores inversiones en investigación, desarrollo e innovación. Las tecnologías emergentes sirven para optimizar variables que van desde predicción del clima hasta el uso de la tierra. Conectividad y costos, los dos grandes retos. A superar, la falta de conectividad a la red en zonas rurales y lo costoso que puede llegar a ser la tecnología más sofisticada. Este segmento es el que define una agricultura basada en información y tecnología para optimizar la productividad, rentabilidad, sostenibilidad y protección de los recursos.


Entrenar a nuestros productores y certificarlos, conectarlos con la cadena de valor será el camino a seguir. Capacitación constante, para lograr la competitividad necesaria para la conquista de los mercados exteriores y atender ese gran incremento de la demanda, será una tarea a atender con prioridad. La producción de comida no sólo es sobre tecnología, es también un asunto natural, social y químico. Tenemos que reducir los desechos alimentarios y concientizar sobre la tecnología moderna.


Debemos considerar las tendencias que predominarán en la agricultura, cómo la agricultura inteligente que es la que usa la predicción analítica a partir de la recolección de datos que permitan tomar decisiones. Con un histórico de datos se podrían calcular comportamientos futuros del clima. La inteligencia artificial habilita muchas opciones para implementar en el campo, lo que incluye avanzados drones autónomos capaces de hacer maniobras en el monitoreo, los sistemas de riego, de fumigación y en la aplicación de químicos. Tecnologías que actualmente impulsan una cuarta revolución agrícola definida por la inteligencia artificial, el aprendizaje automático, el big data y los drones.


El internet de las cosas, por medio de sensores, facilita varios procesos. Entre otros, la gestión de información y la conexión de funciones automáticas en medio de los cultivos. Un chip en una planta podría recolectar todo tipo de información y transmitirla en tiempo real a un supermercado. Un canal de riego podría informar cuando los invernaderos no se han regado correctamente y actuar de inmediato. Con la biotecnología, avanzan los desarrollos de la edición genética de los cultivos. Nuevos espacios facilitan el planteamiento de ‘fórmulas’ para usar menor cantidad de agua, nutrición y energía posible en los cultivos. Invernaderos autónomos, cultivos verticales en las ciudades y agricultura acuática son algunas de las rutas que se están explorando.


La agricultura digital, el blockchain para el suministro de alimentos, el mapeo de microbiomas para determinar si la comida es segura para consumir, la inteligencia artificial para detectar contaminantes de los alimentos, y transformando el reciclaje, serán tendencias a seguir.


Y ante todo este escenario tan promisorio, pero tan retador, por la competitividad que exige esta economía del conocimiento, para atender este mercado global, en dónde hay una demanda proyectada de crecimiento, y en dónde nosotros tenemos la capacidad de atenderla en parte, por microclimas y ecosistemas, propios de nuestra gran biodiversidad, sólo nos queda esperar que los responsables, sean capaces de dar las políticas adecuadas, y que los diversos actores pongan lo mejor de sí, y así poder lograr que el agro sea un verdadero motor de nuestro desarrollo.


“Si el campo no produce, la ciudad no come”


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