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Juan de Dios Guevara / Advertidos estamos (2 de 3)


Me resisto a creer que, a los peruanos, no les guste ganar. Y para ganar, tenemos que ser conscientes de nuestras graves deficiencias, y decidir, si queremos vivir en democracia, cómo desarrollar el modelo económico que nos permita generar ingresos sostenidamente, para poder contar con los recursos económicos, que nos permitan hacer frente a tantas necesidades, y poder sostenida y continuamente, ir reduciendo las brechas de nuestra sociedad y de nuestros territorios. Teniendo siempre presente, que todo hecho económico está relacionado con lo social. Por ello, siempre cuantificando, siempre analizando. Lo que no se cuantifica no se ve


Y cuando vemos que de los 33 millones de peruanos que somos, 10 millones están en estado de pobreza y 15 millones lo pueden estar, en un entorno mundial de crisis alimentaria, con inflación alimentaria e inflación energética, después de una pandemia que ha acabado con las vidas de más de 15 millones de personas a nivel mundial, y en el Perú, a más de 300 mil, con el triste récord de ser el país con más muertos por millón de habitantes. Pandemia que aún no ha terminado y a la que se le ha sumado una nueva, denominada, “la viruela del mono” (La naturaleza y sus expresiones; medio ambiente dónde vivimos y que constantemente debemos cuidar), más toda la catástrofe económica que ha causado la pandemia, y que necesitamos reconstruir, nos exige tomar conciencia de la magnitud del problema.


Imaginarse lo que sería la convivencia, - llena de desesperanzas, de conflictos sociales y de inseguridad-, ante un escenario negativo probable, que lo podemos lograr, tal cómo estamos caminando. Esto nos debe llamar a todos la atención, reflexión y decisión para enfrentar este grave problema, que debemos solucionar ya, porque las necesidades son el pan nuestro de cada día, de millones de personas.


Para ello, hay que desterrar mitos. Eso de que el Estado es malo, y que por lo tanto hay que limitarlo, y en posiciones extremas, -muy común en la derecha limeña-, mejor desaparecerlo, debe cambiarse, porque así no es. La función pública es muy valiosa para la sociedad. Nuestro problema, es que muchos de los servidores públicos, no reúnen las capacidades debidas para el puesto, porque en su gran mayoría han ingresado a trabajar al Estado por el poder político de turno, gobierno tras gobierno. Por ello, el aparato estatal es ineficiente. No sirve. El poder judicial, la salud, la educación, la seguridad, ¿qué son?, sino una suma de errores y desaciertos en su gestión nacional. Y las cifras, y los hechos así lo confirman. ¿Cuánto te cuesta llevar un juicio contra un poderoso, sin posibilidad de que lo ganes? ¿Cómo te tratan cuando tu salud está deteriorada y vas por ayuda? ¿Qué futuro encuentra tu hijo con la educación recibida? ¿Qué respuesta recibes cuando denuncias el haber sido víctima?


Estamos mal, entonces ¿cómo corregirlo?, con una Reforma del Estado y un afinamiento general de todo el enorme aparato estatal. Consolidando, reubicando y retirando al personal, que no contribuya, a un Estado que sirva a la sociedad, que gestione transparentemente, que ponga el equilibrio, que cubra y promueva soluciones en las zonas más vulnerables, que haga bien, todo lo que tenga que hacer.


Y todo lo que tenga que hacer, me hace recordar a la última década del milenio pasado, en la presentación de un libro en ESAN, sobre el modelo económico liberal de Carlos Boloña, en ese entonces Ministro de Economía, y muy orgulloso, de lo que había hecho por la economía peruana. El libro en cuestión, presentaba como coautores a Carlos Boloña y a Hernán Büchi que había sido Ministro de Economía de Chile, durante la dictadura militar de Augusto Pinochet, y que era reconocido y admirado en la clase económica empresarial, como el autor del “milagro económico chileno”. Boloña empezó llenando de loas a su gestión y a su “maestro, gurú, jefe y guía”, su paradigma, Hernán Büchi. Para sorpresa de los asistentes, Büchi, empezó agradeciendo la invitación y manifestando su sorpresa de ser coautor del libro que presentaban. Qué se había enterado de su coautoría, en el vuelo de Santiago a Lima, dónde lo había leído, y discrepaba del mismo, preguntando a los asistentes,” ¿quién ha dicho que el Estado debe ser de tal o cual tamaño?, el Estado debe estar, dónde es necesaria su intervención” Y por eso Chile se quedó con empresas estratégicas. Acá “regalaron” todo, y tampoco se dieron por aludidos, prueba de ello, fue lo que la pandemia desnudó, la falta de tanto, en nuestra realidad del sistema de salud a nivel nacional. El país con más muertos por millón en el mundo.


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