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Juan Escobar / El agro en situación complicada (2 de 2) 

El agro en situación complicada: ¿caminamos al futuro o nos quedamos sin él?

 

La innovación tecnológica y de gestión debe implementarse decisivamente ya en todos los nodos del agro - previa validación - según la tipología productiva por la que se opte y según la demanda (orgánica, convencional o de biotecnología). Los vehículos facilitadores de dicha inserción debieran ser el Ministerio de Agricultura y Riego (Midagri) y las Direcciones Regionales de Agricultura (DRAs), principalmente.

 

Para hacerlo, es imperativo que estas entidades sean reconceptualizadas, reestructuradas y cohesionadas de acuerdo con una nueva misión, gerencia y división del trabajo: un paso esencial en este proceso debe ser la integración con las DRAs bajo algún esquema; no es posible que después de 30 años de fallida regionalización no se “descubra” y construya una forma de trabajo conjunto. La innovación también debe alcanzar a las formas de organización.

 

Como parte de esta tarea de reforma institucional, tampoco se puede pasar por alto la necesidad de reconceptualizar e incluso refundar a Agrobanco, cuyo enfoque, función y servicios hasta la fecha son anacrónicos y poco trascendentes para los fines deseados. Las finanzas son como el flujo de sangre en el cuerpo humano, señalan pertinentemente los teóricos. Lo único constante debe ser el cambio.

 

En este camino, resulta fundamental que el INIA, en su calidad de institución rectora de la innovación agraria, se encargue de asumir, validar y promocionar las propuestas tecnológicas que se están desarrollando con éxito en otras partes del mundo, para lo cual su organigrama y presupuesto deben ser enriquecidos. En base a resultados positivos que se obtengan, se tendrá una cartera tecnológica y organizativa - alternativa o complementaria - a la actual que permita mejoras o cambios positivos en los subsectores de agricultura, ganadería y forestería. Sería pertinente que misiones de jóvenes profesionales del INIA visiten el exterior para conocer tales experiencias.

 

El INIA debería adoptar nuevos enfoques y estrategias, trabajando en estrecha colaboración con el sector privado y por cadenas productivas. Existe “todo un mundo” en nuestra biodiversidad que debe ser aprovechado en beneficio del país. ¿Seguimos siendo un mendigo sentado en un nuevo banco de oro?

 

Del 2016 al 2021, el INIA implementó el programa PNIA cuyo costo significó 180 millones de dólares. Este programa tuvo como objetivo la Consolidación del Sistema Nacional de innovación Agraria para la Mejora de la Rentabilidad y Competitividad; parte del financiamiento fue deuda que se contrajo con el Banco Mundial. Sin embargo, los logros obtenidos fueron absolutamente marginales. Mucho esfuerzo operativo para pocos resultados tangibles.

 

De manera similar, el SERFOR aplicó el Programa de Desarrollo Forestal Sostenible, Inclusivo y Competitivo en la Amazonia Peruana, desde el año 2015 hasta el 2021, con el objetivo de Recuperar y Conservar los Bosques Amazónicos. El costo total del proyecto ascendió a más de 200 millones de soles, financiado, en parte, mediante un endeudamiento con la CAF. Sin embargo, los resultados logrados fueron una lágrima.

 

SENASA se compromete año tras año a liberar la mosca de la fruta diversas regiones, pero ello se ha convertido en una tarea casi perpetua.

 

Esto se debe, en parte, a que tanto el MEF como el Midagri realizan diseños y formulan proyectos o programas bastante deficientes, de escritorio, que tienen seguimientos del mismo nivel. Nos endeudamos con la CAF, Banco Mundial, BID, lo que no resulta nada bueno por los resultados que se obtienen.

 

Lograr demanda y productividad son requisitos fundamentales que deben constituirse en objetivos fundamentales de cualquier plan agrario. Por ello, resulta imperativo desarrollar mercados locales sólidos y buscar ampliar la demanda a nivel internacional, tan inestable y en riesgo hoy en día por la caída de los precios.

 

Esta tarea requiere un gobierno que dé pasos firmes en la dirección correcta para posicionar y defender nuestros productos de la competencia desleal. A menos que se sostenga ingenuamente que el libre mercado impera en el mundo actual (¿En EE. UU. o en China realmente practican el libre mercado?). En términos generales, el mercado es condición clave para impulsar la innovación, la productividad y la calidad.

 

En este esfuerzo, resulta esencial y complementario que el sistema financiero agrario nacional adopte un enfoque y una arquitectura distinta a la actual, respaldada por un mayor capital, estrategias más efectivas y servicios mejorados. Es fundamental la disponibilidad de fondos tanto para crédito como para inversión (sector forestal). Además, se requiere la creación de esquemas financieros y societarios para invertir en terrenos comunales semiabandonados que posean el potencial de generar productos transables.

 

Es crucial destinar recursos a la adquisición de tierras abandonadas, consolidarlas para su posterior venta y optimizar procesos como la parcelación y titulación de terrenos. Se requiere también una reducción de las tasas de interés, perfeccionar el marco legal de tierras, adquirir tecnología, entre otros temas. Se necesita reconceptualizar los fondos existentes como el de Agroideas, cuyos recursos gastados hasta la fecha no llevan al agro a ninguna parte.

 

El sistema alternativo de producción, mercadeo y organización social debe ser concebido sobre la base de la conservación de los recursos naturales, la mitigación y adaptación a los riesgos asociados al cambio climático, y en el desarrollo productivo-comercial innovador respaldado por un enfoque renovado de la propiedad de la tierra como elemento central. Es necesario rechazar la noción de grandes latifundios, la micro-parcelación, la informalidad, el deterioro de suelos, la desertificación, el abandono de tierras, el cambio inapropiado de usos de la tierra, la indefinición de propiedad, las invasiones, la degradación de suelos, la deforestación, así como la dualidad de propiedad de la tierra (reconocida legalmente como comunal, pero operando en la práctica como parcelas individuales), entre otros aspectos.

 

Es esencial comprender que la tierra no solo representa el medio de vida del productor en términos de negocio y empleo, sino que también se configura como un elemento crucial en su calidad de factor de producción. Una gestión adecuada, junto al tamaño pertinente, la posiciona como la piedra angular para el desarrollo empresarial de los pequeños y medianos productores. En este sentido, es imperativo promover la formación de una nueva dirigencia agraria, con un enfoque especial en la participación activa de los jóvenes. La alfabetización digital emerge como un tema central en este proceso.

 

Si no es hoy, será mañana con otras gestiones, pero el camino al desarrollo es totalmente diferente al actual. ¿Habrá futuro?


 

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