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Juan Escobar / Escalar la montaña (1 de 2)

No se trata de avanzar haciendo lo mismo, se trata de cambiar el rumbo y escalar la montaña


Es de público conocimiento que la estructura del sector agrario y los pequeños productores se hallan en crisis: los recursos naturales y los ecosistemas se deterioran sin llegar a avizorarse punto de retorno (agua, suelo, biodiversidad, etc.); por otro lado, los sistemas de producción, transformación y comercialización son de baja productividad, equidad e innovación, razones por las cuales se obtienen magros ingresos.


Los caminos para restablecer y dar sostenibilidad a las cuencas o microcuencas aún no han sido mínimamente trazados, originando que el rumbo de desarrollo del subsector agrícola tenga poca claridad, el de ganadería sea aún gris y el subsector forestal, pese a su potencialidad, se mantenga en la oscuridad.


Este contexto explica los indicadores de precariedad de vida de la población rural: altos niveles de pobreza monetaria y vulnerabilidad (40% y 30%), fuerte migración juvenil (75%), informalidad (99%), mujeres que no terminan secundaria (63%), anemia en niños menores de 3 años (48.7%), etc. A ello, se agregan los bajos niveles en comprensión matemática y lectora en alumnos del segundo de secundaria (4.9% y 2.4%).


Esta lacerante situación aflora como consecuencia del estado adverso en el que se encuentran los factores de apoyo y los medios de producción agraria: bajo desarrollo de los mercados locales, micro parcelación, limitado acceso al agua, escasa adopción de nuevas tecnologías, falta de capital de trabajo, etc. A ello, se suma el reducido nivel de organización y falta de liderazgo que impiden a los productores transitar por mejores caminos y evitar que se configuren obstáculos y posiciones de dominio en distintas cadenas productivas. Más aún, y a mayor escala - cual espada de Damocles - el cambio climático y sus secuelas son una realidad que nos hace y nos hará daño de forma impredecible, frente a la desidia e incapacidad preventiva de las autoridades.


Si lo señalado como diagnóstico socioeconómico y productivo es tendencia firme y creciente, la decisión capital para superar esta situación es dejar de hacer lo tradicional; en ese sentido, es imperativo cambiar de rumbo, dado que el precipicio, literalmente, está más cerca de lo que imaginamos.


De manera prioritaria, el medio de producción – es decir, el predio del productor agrario - debe transitar por una reingeniería conceptual y operativa. La micro parcelación, abandono de tierras, informalidad de la propiedad, subproducción, contaminación de los suelos, pérdida de la capa arable, salinización, etc. deben ser enfrentados y revertidos. En el año 2012, el Censo Nacional Agropecuario nos decía que existían 500 mil predios con menos de 0.5 hectáreas y 800 mil predios con menos de 1 hectárea; hoy, 10 años después, el tamaño promedio de los predios debe ser aún menor, con mayor atomización y altamente mermado en su capacidad productiva.


En las comunidades campesinas la situación no es muy diferente. Si bien el formato de propiedad de la tierra es otro, el estado socioeconómico de sus asociados es más delicado que el de los parceleros, notándose hoy, por distintas evidencias, un descenso en su dinámica social y de producción. En la mayor parte de comunidades campesinas se presenta esta paradoja: comuneros en papel, parceleros en la práctica. En ese marco, es necesario replantear la institucionalidad de las comunidades campesinas, adaptándolas al presente.


Actualmente, se viene advirtiendo, desde distintas fuentes, un elevado crecimiento en la práctica de alquiler de tierras como consecuencia de la baja capitalización, quiebra o aversión al riesgo por parte de sus propietarios. Esta tendencia impulsará, vía mercado, la estructuración de un nuevo formato de propiedad de la tierra, basado en la absorción de propiedades por agentes de mayor poder económico (nuevos propietarios, nuevos tamaños y desplazamiento social de los propietarios originales).


Revertir la crisis de los ecosistemas agrarios y del pequeño productor solo será posible si se trabaja bajo un enfoque de ordenamiento y desarrollo territorial, evitando que el deterioro de las cuencas se siga profundizando.


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