Juan Escobar / Mensaje Presidencial
- Juan Escobar
- 27 jul
- 6 Min. de lectura
Mensaje Presidencial: ¿Reforma del Estado o Golpe al Hígado?
En estos días, diversos equipos del Ejecutivo están recolectando cifras y argumentos con celeridad, con miras a ultimar la preparación del Mensaje a la Nación que la presidenta Dina Boluarte pronunciará este 28 de julio. Este proceso debería representar una valiosa oportunidad para rendir cuentas con seriedad, mostrar resultados concretos y delinear una visión clara y convincente de futuro. Sin embargo, los antecedentes inmediatos no invitan al optimismo.
El discurso presidencial de 2024 fue ampliamente cuestionado por su extensión, la falta de un hilo conductor, la ausencia de un diagnóstico nacional e internacional, y la notoria carencia de una estrategia de desarrollo. Más que un ejercicio de liderazgo, fue percibido como una acumulación de promesas vacías, anuncios inflados y ausencia total de autocrítica. Una forma de comunicación que debilitó la credibilidad del Ejecutivo y ofendió la inteligencia ciudadana.
Un mensaje presidencial eficaz no requiere tecnicismos rebuscados ni poses ensayadas, pero sí exige visión, talla de estadista, sentido común y honestidad. Para que esta rendición de cuentas sea útil y transformadora, existen al menos seis temas —de distinta naturaleza, pero de igual urgencia— que no pueden ser ignorados. Es imperativo entender que la reconceptualización y reorganización del Estado, desde lo local hacia lo nacional, integrando lo urbano y lo rural, son condiciones ineludibles para iniciar un camino hacia el desarrollo.
1. Rumbo del desarrollo: ¿Existe actualmente una visión estratégica orientada hacia la inclusión y la sostenibilidad? ¿Actúa el Gobierno con independencia o estamos ante un cogobierno capturado por el clientelismo? ¿Se apuesta por una democracia sólida o se normaliza el autoritarismo o la “sacha democracia”? ¿Promovemos un desarrollo integral o simplemente se transita por el crecimiento económico como fin? ¿Defendemos nuestra soberanía y recursos naturales o caemos en dependencia geopolítica? ¿Cuál es el horizonte de la juventud? ¿Migrar? ¿Cuál debe ser el rol de las Fuerzas Armadas en el desarrollo nacional?
2. Eficiencia de las políticas públicas: Es fundamental evaluar con claridad la acción del Estado frente a desafíos estructurales: criminalidad desbordada, contaminación ambiental creciente, deforestación en la Amazonía, pobreza persistente, anemia infantil crónica, bajos rendimientos educativos, abandono del agro, la pequeña industria y los pequeños negocios de servicios. ¿Estamos apostando por cadenas de valor y polos de desarrollo? ¿Se impulsa infraestructura estratégica como el Ferrocarril Bioceánico o la conectividad de Chancay? ¿Existen políticas urbanas y rurales integradas? ¿Se promueve ciencia e innovación? ¿Innovamos en diseño de políticas públicas o seguimos copiando recetas caducas? ¿Cómo estamos en el mundo digital?
3. Organización del Estado: ¿Existe articulación entre instituciones públicas? ¿Tiene sentido seguir creando distritos o entidades sin sustento técnico, que solo incrementan el gasto corriente? ¿Qué hacer con municipios que sobreviven en condiciones precarias, sin capacidad técnica ni administrativa? ¿Y con los gobiernos regionales, que tras más de dos décadas no logran articular el desarrollo territorial? ¿Cumple el CEPLAN un rol efectivo? ¿Se distribuyen los recursos públicos con visión transformadora desde el MEF? ¿Funciona la Contraloría o es solo ruido? ¿Los organigramas institucionales son pertinentes? ¿Es necesaria la bicameralidad, el Congreso Latinoamericano o incluso el Tribunal Constitucional tal como funcionan hoy?
4. Estrategia de gestión pública: Urge reemplazar la gestión pública reactiva, improvisada y dispersa por una gestión estratégica, focalizada e innovadora. Se necesitan fondos específicos para dinamizar sectores con alto potencial y baja inversión privada, como el turismo rural, la pesca artesanal, la acuicultura, la energía solar, la bioeconomía, el patrimonio cultural, la forestería y la conservación de la biodiversidad. Asimismo, es indispensable reactivar programas de inclusión social eficaces, como “Juntos” en su diseño original, y fortalecer mecanismos comunitarios de ayuda mutua, incluyendo a las Fuerzas Armadas en la promoción del desarrollo territorial.
Hay que llegar a los distritos no para inaugurar obras ni para bailar, sino para escuchar y atender de forma organizada. Es necesario despertar la fuerza social del interior del país, promoviendo obras a través de núcleos ejecutores y premiando las mejores experiencias, lo que despertará el ánimo constructor y solidario de los pueblos.
5. Servicios públicos: calidad, cobertura y pertinencia: La calidad de los servicios públicos atraviesa una crisis estructural. El 42% de los niños menores de cinco años padece anemia y los homicidios se han duplicado, de 4 a 8 diarios. En educación, los resultados son desalentadores: el Perú figura entre los países con peor comprensión lectora de la región según las pruebas PISA. Los servicios de salud están desbordados y presentan brechas críticas en atención primaria, salud mental y acceso a medicamentos esenciales.
La educación pública sigue desarticulada y sin visión transformadora: docentes mal remunerados, currículos desfasados, y brechas digitales que afectan a millones de escolares rurales. En salud, la fragmentación entre el MINSA, EsSalud y las sanidades de las FF.AA. y la PNP impide una respuesta integrada. En seguridad, la represión sin prevención muestra sus límites: sin inteligencia territorial ni justicia efectiva, el crimen organizado avanza.
Se necesita un shock de calidad en los servicios públicos: redefinir estándares, mejorar las condiciones del talento humano, integrar sistemas, digitalizar procesos, y garantizar que el Estado llegue primero y mejor a donde más se necesita.
6. Herramientas de gestión: ¿Funciona el sistema nacional de inversión pública con eficacia o se ha burocratizado hasta la parálisis? ¿Se ha hecho un balance realista de las APP y los esquemas de gobierno a gobierno? ¿Se garantiza la sostenibilidad de los proyectos? ¿Por qué el erario financia a partidos políticos —incluidas sus campañas— mientras colapsan los servicios esenciales? ¿Por qué persiste la “célula viva” que financia excongresistas, exasesores y exfuncionarios de forma encubierta?
El Perú necesita planificación responsable, monitoreo y evaluación rigurosos, y fiscalización técnica del gasto. El Consejo Fiscal del MEF podría asumir un rol más activo y amplio como garante del uso eficiente de los recursos públicos.
¿Dónde estamos y hacia dónde vamos?: Necesitamos establecer un punto de partida claro: ¿Dónde estábamos hace uno o tres años? ¿Qué metas nos propusimos? ¿Qué recursos destinamos? ¿Qué resultados obtuvimos?
Estas preguntas deben responderse con datos verificables, no con frases vacías ni listados arbitrarios de obras inconexas. A pesar del incremento del presupuesto nacional —de S/ 227 mil millones en 2021 a S/ 262 mil millones en 2025— los principales indicadores económicos, sociales y ambientales siguen estancados.
En gobernanza, el Perú ocupa el puesto 126 de 193 países según el Banco Mundial (2023), una señal alarmante. Mientras tanto, el Congreso duplicó su presupuesto —de S/ 649 millones a S/ 1,134 millones entre 2021 y 2024— sin justificación técnica, al tiempo que aprueba gastos absurdos como la compra de aviones de guerra o un club de playa legislativo.
El país debe levantar la voz frente a tragedias humanitarias como el genocidio en Palestina; guardar silencio es complicidad. La muerte física es dolorosa, pero la muerte del alma también lo es. El Perú debe asumir un rol activo en espacios como la CELAC sin someterse a presiones externas. La reciente imposición de aranceles del 50% al cobre peruano por parte de EE.UU. es un acto de coerción disfrazado de política comercial. ¿Dónde quedó el discurso del libre mercado?
¿Y los gobiernos regionales?: Tras dos décadas, siguen siendo estructuras débiles, desconectadas de las municipalidades provinciales, sin visión de desarrollo ni capacidad de gestión. No se ha dado un solo paso para reformarlos. Urge revisar también el impacto del canon en distritos como San Marcos (Áncash) o Megantoni (Cusco). El primero recibió S/ 4,159 millones entre 2020 y 2024; el segundo, S/ 2,206 millones. Sin embargo, no hay mejoras tangibles en educación, salud ni infraestructura. El problema no es falta de recursos, sino baja calidad de gestión.
Reflexión final: Como señalan Daron Acemoglu y James Robinson, el desarrollo depende significativamente de la calidad de las instituciones. El ejemplo es China: hace 45 años estaba detrás del Perú, hoy es una potencia mundial y líder en 57 de las 64 tecnologías más relevantes del planeta. Nosotros seguimos entrampados. Sin reforma del Estado, todo intento de desarrollo será un simulacro.
El próximo Mensaje a la Nación podría ser una oportunidad histórica. Pero si se repite la lógica del maquillaje, de la irresponsabilidad y la evasión, será otro golpe al hígado de la esperanza nacional. Aun así, hay que persistir. Tal vez sea en otro momento, con otro gobierno. Porque rendirse no es una opción. Hay que darle sentido a la vida. Y también a la muerte.








Comentarios