En esta tarea, el ministro Alencastre y su equipo tendrán que navegar en aguas turbulentas, por lo que esperamos una buena bitácora y mano firme para tal travesía. Emprender objetivos en las 2 dimensiones señaladas implica trabajar paralelamente en 5 temas que son interdependientes entre sí (falla uno, fallan todos):
i) Marcar con “hierro” el nuevo marco conceptual e incorporarlo en todos los planes nacionales y regionales del sector para comprometer su aplicabilidad (desarrollo territorial);
ii) Determinar las políticas y servicios principales (innovación, capacitación, desarrollo de mercados, titulación, crédito, información, promoción productos, etc.), cuyo seguimiento esté a cargo de un sólido sistema de monitoreo (preferentemente de procedencia externa y bajo el esquema de servicios condicionados).
iii) Reestructurar al MIDAGRI, poniendo en tensión a todas sus unidades y promoviendo la articulación operativa con las DRAs sobre la base de meritocracia y estableciendo a las provincias como zona de acción y con indicadores a controlar en este territorio;
iv) Implementar una estrategia operativa (el cómo) y definir el esquema de relacionamiento con las organizaciones agrarias en una primera etapa basada en los Comités de Gestión Regional Agraria;
v) Construir presupuestos por resultados y lograr las herramientas de gestión necesarias para aplicar el modelo de desarrollo elegido (guía de proyectos productivos, guía de proyectos de siembra y cosecha de agua, fondos especiales y/o concursables de gestión de cuencas, guías mejoradas para núcleos ejecutores y ganar escala, servicios digitales, desarrollo de proyectos y actividades de asociación público-privada basados en nuevos esquemas, etc.).
De lograrse que las mineras – hoy con ingresos excepcionales – aporten recursos, sería extraordinario que éstos sean dirigidos al restablecimiento y desarrollo de las cuencas. En efecto, esta acción les daría mayor rédito social antes que concentrarse, por ejemplo, en construir piscigranjas o pequeñas cochas de limitada trascendencia: hay que levantar la mirada y pensar en proyectos de mayor escala.
Es necesario comprender que, si se implementa un modelo particular de desarrollo territorial o de crecimiento económico, el trabajo formativo para los productores basado en la innovación debe ser una línea de acción central. Esta innovación debe ir por dos vertientes:
a) Innovación para lograr calidad en productos orgánicos, híbridos y transgénicos con previo resguardo de nuestra biodiversidad.
b) Innovación para construir nuevas organizaciones que favorezcan la cimentación de un nuevo liderazgo preferentemente en las comunidades campesinas, de las cuales se han olvidado en la Segunda Reforma Agraria.
Como parte de este trabajo, es necesario impulsar los servicios de capacitación y asesoría en producción, negocios, gestión de cuencas, etc. La educación no solo tiene utilidad en brindar información y ayudar a construir una profesión, sino también fundamentalmente debe servir para transformar nuestra sociedad agraria y su producción.
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