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Manuel Bernales / ¿Es hora de la integración? (1 de 5)


Ciento treinta y cinco años han pasado desde la guerra de Chile contra el Perú y Bolivia; convencionalmente hablando alrededor de seis generaciones que hasta hace veinte años, según estudios parciales muy indicativos, no concluyentes, el valor del nacionalismo, que en las encuestas no se diferencia del patriotismo, ha ido mermando y siendo sustituido por estimativas sociales de éxito económico, a como dé lugar, en un marco de creciente economía de mercado tanto formal como informal, muy grande, y aún ilegal.


Pienso que hay que ver el nuevo marco condicionante de la mundialización y globalización técnica económica desigual y combinada, así como comprender lo que cada actor es sin olvidar sus raíces, sus caracteres formativos y los roles que a lo largo de decenios han jugado y juegan los grupos de poder y la élite empresarial y estatal.


La integración es más que una hipótesis deseable: está en marcha; sin embargo, frente al facilismo superficial que nos domina, he recordado con intensidad y claridad, algunas enseñanzas del fallecido Gustavo Lagos Matus, co-creador y primer Secretario General de la FLACSO, docente en la Universidad de Chile y su Instituto de Estudios Internacionales, distinguido profesor visitante y de la Universidad de Carolina del Norte en Capel Hill, que publicó “International Estratificación and Underdeveloped Countries”, texto muy estudiado durante muchos años; fue Ministro de Justicia del Presidente Eduardo Frei Montalva, 1969.


En el curso que nos impartía, ese año, en la Escuela de Ciencia Política y Administración Pública de FLACSO, siguiendo a Francois Perroux repreguntaba, “¿quién integra y en beneficio de quiénes?”, (título del estudio que conserva plena vigencia presentado inicialmente en 1965, con varias ediciones posteriores), en un ambiente académico internacional pluralista y riguroso, en el cual predominaba la idea de que el poder (multidimensional) y la fuerza son los medios de la política exterior, pero es deseable no emplearla.


En el Perú de hoy la prensa dominante clama por la integración comercial con Chile, lo que en parte es comprensible por nexos de propiedad e inversión en subsectores de alta presencia mediática o visibilidad. Sin embargo, no es extraño escuchar: …“Chile no necesita hacernos la guerra porque nos ha invadido económicamente”; “¿de qué superioridad aérea hablamos cuando pilotos chilenos de LAN, que convenientemente no se llama LAN Perú, como LAN Argentina, por ejemplo, vuelan diariamente a muchos lugares del país y nosotros no tenemos siquiera la presencia de vuelos de “apoyo” como había en la vieja economía superadora de la actual?”; “a este paso no solo farmacias sino clínicas, redes de automotoras y supermercados y muchos hoteles del Valle Sagrado del Cusco, cuna de la civilización quechua, van a ser propiedad de empresas chilenas”…


Estas expresiones son remanentes de patrones culturales, que fueron decayendo a la par que se reescribió la historia o crónica contemporánea con juicios de valor anti militares, anti estatales y súper chichas, como los “diarios chichas”, los que existieron y los actuales; el bloque de prensa dominante se encargó de “hacer creer” (en Roma se decía, gobernar es hacer creer), para asegurar su hegemonía de ideas, creencias y actitudes entre diversos grupos de peruanos. Pero también hay una percepción objetiva de realidades y verdades evidentes en las citas previas que no se puede echar a la basura del olvido por incómodas.


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