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  • Foto del escritorMiguel Dávila Gagliardo

Miguel Dávila / ¿Cómo tener un agro competitivo? (2 de 7)  



I - Competitividad agraria, vacíos legales, o tema de gestión

La agroexportación en la actualidad se basa en todo el planeta en una agricultura moderna (mejores especies, riego eficiente, sostenibilidad de la calidad de la tierra, estandarización de producción). En Perú es clara la importancia que viene tomando, para muestra un botón, de acuerdo a información de la Asociación de Exportadores ADEX, las agroexportaciones (entre las tradicionales y no tradicionales -nuevas especies-) sumaron US$7,090 millones en el 2019, creciendo 6.6% respecto al 2018, destacándose además que estas fueron recibidas en 145 mercados (1).

 

En lo que va de la crisis del COVID19, la agricultura es la única que se ha mantenido en positivo, y esto en gran parte por las tendencias que señalan los conocedores del mercado nacional e internacional. Actualmente existe una necesidad de alimentación saludable, y es justamente donde apuntan las inversiones en nuevos cultivos, y las que vienen teniendo los mejores resultados a nivel Internacional. En seguimiento a este punto, a principios del 2020 los principales medios de comunicación destacaron la posición de Perú como el primer exportador mundial de arándanos, espárragos y quinua, así como segundos exportadores en el mundo de mandarinas y otros. Entre los principales productos no tradicionales que más crecieron en su participación en las exportaciones durante el 2019 fueron: uva (creciendo 8% respecto al 2018), arándanos (51%), palta (4%), mangos frescos (1.5%), mandarina (128%), llegando en conjunto a poco menos del 30% del valor exportado (2).

 

Este crecimiento agroexportador a prueba de balas (pues incluso durante la parte más dura de la cuarentena se pudieron canalizar envíos e importantes mercados), es una realidad que debemos cuidar, sostener e incrementar.

 

Los principales agroexportadores, no solamente cultivan los productos que comercializan, sino que además consolidan la oferta de asociaciones y pequeños productores de diversas partes del país; son un motor dinamizador de la economía agraria, y una estrategia realmente inclusiva del campo a la agroindustria. Pero estos resultados positivos, son vulnerables a peligros que deben ser considerados por los actores públicos y privados.

 

Se necesita una real toma de responsabilidad de los rectores de política pública y de los empresarios agroexportadores que ya vienen creando un tinglado de cadenas de proveeduría que permiten cada vez más una distribución equitativa de la riqueza y la revalorización de lo rural. No atender -o entender como indican algunos autores- la problemática que se cierne sobre el agro, generará en las siguientes décadas mayor pobreza rural y sobreexplotación de los recursos hídricos.

 

En lo que va del siglo XXI, los programas del Ministerio de Agricultura y Riego (MINAGRI) y del Ministerio de Inclusión Social (MIDIS), han realizado una cantidad importante de inversiones en el campo que, bajo la bandera de ventajas comparativas, se gastaron grandes recursos para aprovechar competitivamente las bondades agroclimáticas y diversidad productiva de nuestro país.

 

Sin duda, el crecimiento verificable en las agroexportaciones se debe a este impulso del Estado, conjunto de estímulos tributarios (3) y de gasto directo que hicieron posible este resultado; no obstante, debemos evaluar si solamente se necesita un impulso productivo, o si este debe ser fortalecido con la sostenibilidad de los principales factores productivos (agua y suelo) determinantes de la competitividad del agro, pues a largo plazo esta inversión pudiera resultar en pérdida generalizada para el país, Estado y sociedad.

 

De hecho hay una coincidencia total, los expertos que viene participando en los grupos de apoyo a la formulación de los nuevos planes de gobierno de los candidatos presidenciales 2021, concuerdan en que la sostenibilidad de la agricultura moderna solamente será posible generando una cadena de proveeduría liderada por los agroindustriales que ya consiguieron ingresar a nuevos mercados (locales e internacionales), el apoyo del financiamiento directo del sector minero en su zona de influencia (también llamada agrominería), pero sobre todo en generar una plataforma de Investigación Desarrollo e Innovación (I+D+i) en temas agrarios, que iniciando la tercera década del siglo XXI se cae de maduro.

 

 

Referencia:

(3) Estímulos contendidos en la Ley 27360 “Ley de Promoción del Sector Agrario ampliada hasta 31/12/2031. Prevé depreciación acelerada, rebaja de impuestos a la renta, rebaja de aportes a la seguridad social, contratación laboral bajo régimen especial, entre otras.


 

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