top of page

Miguel Dávila / PROCOMPITE y la formalización 

  • Foto del escritor: Miguel Dávila Gagliardo
    Miguel Dávila Gagliardo
  • 15 jun
  • 8 Min. de lectura

ree

PROCOMPITE y la formalización: más que fondos, un camino hacia el crecimiento

 

Emprender en el Perú no es fácil, si bien hay talento y ganas, muchas veces el camino hacia el crecimiento o incluso, la permanencia y supervivencia de las Mipymes es todo un reto. Lo que falta es apoyo real y concreto. Ahí es donde PROCOMPITE, no solo es un fondo concursable más, sino una puerta, un empujón para que pequeños productores y negocios informales (pero con experiencia en el rubro) puedan dar ese salto que tantas veces parece inalcanzable: la formalización.

 

Un Agente Económico Organizado (AEO), es una Mipyme, una asociación o un pequeño emprendimiento en un territorio. Cuando un AEO postula y gana, no solo accede a maquinaria o tecnología, accede también a algo más profundo: una razón para organizarse, para crecer con reglas claras, para dejar atrás el “a la buena de Dios” y empezar a operar con visión empresarial.

 

Cabe señalar que, hace 14 años atrás tuve la oportunidad de participar en el equipo que diseñó el PROCOMPITE, y el nombre de AEO para los beneficiarios de este fondo concursable, no fue un capricho técnico, sino una declaración sobre la gran apertura que el PROCOMPITE debe tener para integrar CUALQUIER ACTIVIDAD ECONÓMICA, de importancia, presente en un territorio. Es decir, si bien en los años de uso de este fondo concursable, se han privilegiado las cadenas productivas agropecuarias, éste no fue diseñada sólo para este sector, y debemos pensar en integrar otras, de bienes y servicios, como por ejemplo: artes e industrias culturales, servicios de transporte, forestales maderables y no maderables, servicios tecnológicos, medicina natural, servicios deportivos, entre otros, que no sólo sean la actividad principal del AEO, sino que puedan ser también, sus actividades secundarias, pues lo que importa es que completen el presupuesto que los haga subsistir en su actividad.

 

Hace no mucho, desarrollando un taller de PROCOMPITE, quedé entre dos posiciones opuestas; la primera, la de la organización indicaba que el PROCOMPITE no era para ellos, pues si bien eran un grupo de 17 productores, manifestaron: “no somos formales” (basados en que no tienen RUC), y completaron el panorama indicando que NO tenían incentivos para tener RUC, dado que las empresas agroexportadoras les pagan en efectivo, generando su propia “liquidación de compras” (formato provisto por SUNAT), con lo que formalizan su adquisición. La segunda, la de la municipalidad que indica que, PRODUCE les “exige” que PROCOMPITE sólo sea para empresas que cuente con RUC y PDTs con más de 2 años de antigüedad. Como ven, la primera estaba satisfecha con su estatus quo, y la segunda no tenía ni intención de incluirlos.

 

Pero justamente los talleres, son para esto, para identificar un problema y proponer soluciones. Así que centré los siguientes minutos en el estudio del caso. Consulté sobre qué tipo de producto era el suyo, y con orgullo declararon: “somos productores de palta”. Repregunté entonces, ¿si Uds. ya venden paltas, quiere decir que ya tienen plantas en producción no?, ¿ósea, Uds. deben tener más de 2 años en la actividad no?; pues, la respuesta fue no solamente obvia, sino auspiciosa: “si, tenemos más de dos años, tenemos 8, los primeros 4 años invertimos nuestro dinero y trabajo en nuestra plantación, y hoy contamos con 40Has en producción”.

 

Les pregunto entonces a Uds. lectores, ¿no es justamente este tipo de organizaciones a las que queremos proveerles COMPETITIVIDAD?, si pues, justamente es a ellas; pero el enfoque de formalización del PROCOMPITE no colabora en ello, privilegia la existencia de un RUC, a la existencia de una gestión sostenible del AEO. Es incluso inaudito que en algunos territorios se venga formalizando a conjunto de personas, para que puedan participar en el PROCOMPITE, sin tener en cuenta su experiencia previa.

 

Llegado a este punto, un apoyo real y concreto puede ser otorgado por PRODUCE y MIDAGRI (los rectores formales del PROCOMPITE). El primero a través de su Dirección General de Desarrollo Empresarial (DGDE) y el Programa Nacional "Tu Empresa", y el segundo a través del Programa de Compensaciones para la Competitividad (AGROIDEAS) y AGROMERCADO, generando la promoción y asistencia técnica para que los beneficiarios den el salto hacia una mayor competitividad.

 

Imagino el trabajo conjunto del PROCOMPITE y estas cuatro entidades, siguiendo solamente sus objetivos institucionales. Los gobiernos subnacionales lanzando fondos concursables PROCOMPITE que sirvan de incentivo para que las organizaciones informales en sus territorios decidan formalizarse para participar. la DGDE como rector promoviendo la competitividad de los AEOs gracias a dinamizar las normativas del PROCOMPITE, “Tu Empresa” formalizando a estas organizaciones para abrirles el paso hacia su participación, AGROIDEAS apoyando en la formulación y evaluación de planes de negocio, y AGROMERCADO generando, justamente el mercado directo, libre de intermediarios.

 

Estas acciones son clave si tomamos en cuenta que la informalidad empresarial en el Perú llega a niveles de 63% y la de informalidad laboral a 71% según cifras de PRODUCE 2022 y MTPE 2023.

 

Es decir, el PROCOMPITE es más que un fondo concursable, es una herramienta clave para generar la FORMALIZACIÓN desde los territorios, el marco legal ya existe, sólo es cuestión de promover su cumplimiento. La Ley 31502 (vigente desde 27/06/2022) y la Ley 32079 (vigente desde 01/07/2024), norman taxativamente la obligatoriedad de los gobiernos subnacionales (gobiernos regionales – GORES y gobiernos locales – GLS), de lanzar anualmente PROCOMPITES en sus regiones, utilizando para ello como mínimo el 5% de sus recursos de inversión y hasta un 15% como máximo. En el cuadro siguiente se puede observar el dimensionamiento de esta obligatoriedad, si tomamos en cuenta el 15%, entre GLS y GORES contaríamos en conjunto con 6.3 Mil millones de soles, unas 5 veces el presupuesto de inversión de MIDAGRI, 45 veces el de PRODUCE, y casi 1000 veces el de MIDIS; no puede existir nadie, que luego de ver estos números insista en opinar que el presupuesto y la inversión está centralizada en Perú, pues estas normas nos dan la oportunidad de cambiar el Perú de la noche al día, si promovemos su buen uso y dirección.

 

ree

 

Además, PROCOMPITE te exige algo que, aunque al inicio genere un poco de temor, termina siendo clave: un plan de negocio. Suena técnico, pero es básicamente sentarte a pensar lo que uno quiere lograr con su empresa y el camino de cómo hacerlo. Por ejemplo, imagina a una cooperativa de caficultores que siempre ha vendido su producto de forma directa, sin mucha organización. Postulan a PROCOMPITE, ganan un fondo, y para recibirlo, deben formalizarse, registrarse, rendir cuentas, trabajar juntos con metas claras. De pronto, ya no son solo agricultores, son empresarios rurales, ya no son solo mototaxistas, son transportistas urbanos, ya no son danzantes, son empresarios de espectáculos, ya no son Haku Wiñays y Noa Jayatais son microempresarios locales, ya no son canchitas para peloteros, son centros de fomento de deporte y descubrimiento de nuevas figuras.

 

La formalización, ese gran pendiente

Emprender, en el Perú, es casi una necesidad. Desde los mercados hasta los cerros, desde las chacras hasta las ferias, hay miles de personas que todos los días sacan adelante pequeños negocios con esfuerzo, creatividad y, muchas veces, sin mucho respaldo. Pero una cosa es tener una idea o vender un producto, y otra muy distinta es convertir eso en una empresa formal, con todo lo que eso implica: papeles, registros, pagos, normas… y sí, también beneficios a largo plazo.

 

Aquí es donde entra en juego PROCOMPITE, un programa que, más allá de entregar recursos, propone algo mucho más ambicioso: ayudar a que los emprendedores y asociaciones productivas dejen de sobrevivir y empiecen a desarrollarse. Y uno de los pilares para que eso ocurra es precisamente la formalización.

 

La verdad es que la formalización no se logra de un día para otro. Pero con programas como PROCOMPITE, ese camino se hace menos cuesta arriba. Porque no te lanza al agua sin salvavidas, te acompaña, te exige, pero también te da herramientas reales; cuando un emprendedor siente que no está solo, cuando ve que su esfuerzo tiene respaldo, ahí es cuando empieza a creer en el cambio.

 

Muchos pequeños negocios en Perú funcionan al margen del sistema. No porque quieran evadir la ley, sino porque el proceso de formalización suele ser engorroso, costoso o poco comprensible. Sacar RUC, inscribirse en Registros Públicos, declarar impuestos, llevar contabilidad… Para alguien que vive el día a día vendiendo, sembrando o produciendo, eso puede parecer un lujo inalcanzable o simplemente una pérdida de tiempo. Sin embargo, la informalidad trae consigo límites enormes. Impide el acceso a créditos formales, a seguros, a contratos con el Estado o grandes empresas, y muchas veces, perpetúa la precariedad del trabajo.

 

¿Qué hace PROCOMPITE frente a esto?

PROCOMPITE nos dice actualmente “formalízate y luego te apoyo”, pero la propuesta en estas líneas es evolucionar el mensaje a: “te apoyamos, pero en ese mismo proceso tenemos que formalizarte”.

 

Al postular a PROCOMPITE, los emprendedores y organizaciones deben cumplir ciertos requisitos: tener personería jurídica, presentar un plan de negocio, acreditar su existencia legal, demostrar capacidad de gestión. Todo eso implica que muchos, para poder acceder a los fondos, deban primero organizarse, registrarse, constituirse legalmente, abrir cuentas bancarias, aprender a rendir cuentas. Y eso, aunque parezca simple, es un paso enorme.

 

Imaginemos a una asociación de mujeres artesanas en Ayacucho. Durante años han tejido mantas, chompas y tapices, y han vendido lo que pueden en ferias locales o por encargo. Nunca tuvieron RUC, ni libros contables, ni mucho menos un plan de negocio. Solo sabían hacer su arte y venderlo con cariño. Un día escuchan sobre PROCOMPITE. Se ilusionan. Pero para postular, necesitan constituirse formalmente. Al inicio dudan, hay temor, desconfianza. ¿Y si nos roban?, ¿y si la SUNAT nos persigue?, ¿y si no entendemos nada? Pero deciden dar el salto. Se inscriben como asociación. Buscan apoyo de un técnico para redactar su plan. Van a la municipalidad, reciben orientación. Finalmente, postulan. Y ganan.

 

Con los recursos compran telares nuevos, mejoran su taller, crean una marca. Empiezan a vender más. Se capacitan. Y de pronto, se dan cuenta de algo: ya no son solo artesanas, ahora son empresarias. Ese cambio, esa transformación silenciosa, es el gran potencial que PROCOMPITE puede generar cuando se hace bien.

 

¿Por qué la formalización importa?

Porque la formalización no debe ser vista como una traba, sino como una herramienta. Formalizarse es entrar al juego en serio. Es dejar de depender de favores o suerte, y empezar a construir algo que puede crecer, contratar, exportar, transformar vidas. PROCOMPITE, al exigir ciertos niveles de organización y planificación, genera una especie de “formalización por necesidad”, pero en el buen sentido. No impone desde arriba, sino que crea condiciones para que las organizaciones sientan que vale la pena formalizarse.

 

Además, no están solos. Muchos gobiernos regionales y locales que gestionan PROCOMPITE complementan el programa con asesoría, capacitaciones y acompañamiento. No todo es sencillo, claro. A veces hay trabas burocráticas, falta de personal capacitado o demoras. Pero cuando se hace bien, el resultado es poderoso. La formalización se vuelve entonces una consecuencia natural del crecimiento, no un obstáculo para recibir apoyo. Y eso cambia el enfoque por completo.

 

El impacto a largo plazo

Cuando una organización formaliza su actividad gracias a PROCOMPITE, no solo accede a un proyecto puntual, sino que queda lista para muchas otras oportunidades. Puede postular a otros fondos, participar en ferias, exportar, firmar convenios, contratar trabajadores legalmente. Puede crecer, en serio, por sus propios medios y sin intermediarios.

 

Ese impacto no es solo económico. También es social. Las personas ganan autoestima, visión, sentido de propósito. Comienzan a ver su trabajo como algo digno, valioso, que merece ser respetado y proyectado al futuro.

 

Un PROCOMPITE, bien implementado, puede ser una de las herramientas más efectivas para fomentar la formalización empresarial en el Perú. Porque cuando a un emprendedor se le escucha, se le apoya, y se le acompaña con respeto y confianza, lo que se obtiene no es solo un buen negocio. Se construye ciudadanía. Se construye desarrollo.

 

Comentarios


bottom of page