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Rosa Oquelis / Servicios públicos post pandemia


La actual pandemia ha desnudado el accionar de las estructuras de la sociedad, la economía, el Estado y su relación entre sí; y dentro de sí; evidentemente lo que más resalta es lo que sucede en el sector salud. En nuestra región (Piura) lo gritan los más de 1,605 muertos y los más de 31,086 contagiados por COVID (1) y los muchos otros afectados con otras enfermedades, que no tuvieron acceso porque dejaron su lugar a los afectados por la pandemia.


¿Por qué no podemos contar con servicios públicos adecuados, a pesar de los diferentes esfuerzos que se han realizado? Se podría hacer el ejercicio de identificar algunos factores:


1. Desarticulación entre los niveles de gobierno.

2. En la ejecución de las inversiones y en las acciones que no son inversiones (débil gestión de las inversiones, incremento de costos, tiempo y disminución de la calidad; ineficiente distribución del presupuesto al interior de los programas presupuestales que podrían explicar el poco impacto que se logra).

3. Débil o nula planificación en todos los niveles.

4. Normas sectoriales hechas como si el país fuera homogéneo y rígido, pero no es así, tenemos al FEN, las epidemias y pandemias, que exigirían respuestas ágiles y normas especiales según el caso, para que las respuestas sean oportunas y disminuir el riesgo de afectación al ciudadano y a sus unidades productivas.

5. Débil aplicación de los sistemas administrativos como en el de contrataciones, planeamiento, presupuesto, etc.

6. Débil capacidad de los equipos técnicos por la alta rotación y poca inversión en la formación de capital humano.

7. El centralismo asfixiante que lleva a incrementar los tiempos de gestión.



Ninguno de los factores aisladamente, ni juntos, justifica la situación de los servicios que presta el Estado en nuestra región, especialmente en los de salud.


El Artículo 1 de la Constitución Política de nuestro país proclama como fin supremo de la sociedad y el Estado, la defensa de la persona humana y el respeto de su dignidad. Es así que todo el accionar del Estado debería tener en el centro a los ciudadanos y su dignidad; pero esto, que suena bien, debería reflejarse en la cantidad y calidad de los bienes y servicios públicos que se brindan a través de los sectores; con sistemas administrativos funcionando eficientemente en cada uno de los niveles de gobierno.


Sin embargo; como es evidente, no es así; y ahora sufrimos las consecuencias de no haber cumplido y hecho cumplir este primer artículo de nuestra constitución; no se ha puesto al ser humano, al ciudadano como el centro del accionar del Estado, aunque lo diga la constitución y las leyes, esta afirmación se refleja, por ejemplo, en:


1. El débil sistema de salud regional, que lleva a brindar servicios insuficientes y no adecuados; además de una débil capacidad de respuesta para situaciones como las vividas actualmente con la pandemia, demora en tomar decisiones para atender la demanda de oxígeno. A la fecha lloramos a 1605 ciudadanos muertos por efectos de la pandemia; equipos no utilizados, como los veinte respiradores artificiales que todavía no pueden utilizarse, espacios temporales para atención hospitalaria que no se utiliza. Falta de planificación para responder a la pandemia.

2. Excesiva demora para reconstruir y buscar disminuir la vulnerabilidad de la región dañada por el Niño Costero del 2017, y los Fenómenos El Niño 83 y 97-98, donde se perdieron vidas y hubo daños a la infraestructura pública y privada.


¿Podemos hacer algo? ¿Qué podemos hacer?

Primero, cumplir lo que nos manda la Constitución Política, poner al ciudadano en el centro del accionar del Estado, respetando su dignidad de ser humano, con servicios de salud, educación y protección adecuados; sistemas de riego y carreteras suficientes.


La pandemia está dejando lecciones, como la solidaridad reflejada en el accionar de algunos párrocos que organizaron a su feligresía para crear “mercados saludables entrega de medicamentos y víveres a las familias infectadas, organización de colectas y compra y entrega de balones de oxígeno, medicamentos, instrumentos médicos a familias y a los mismos hospitales de la región; esto es loable y muestra que se puede lograr resultados cuando hay liderazgo y se pone al centro al ser humano, buscando su bienestar.


¿Por qué la iglesia ha logrado realizar algunas acciones con éxito? Porque ha participado decididamente con la población, tratando de buscar objetivos orientados a mejorar su salud y salvar vidas, ayudando sin distinción de condición o credo. Tenemos historia, cultura, arte, buen clima, buenas tierras, herramientas, leyes, sistemas; entonces. ¿Qué falla? ¿Qué falta?


¿Se puede mejorar la prestación de los servicios públicos en la región? Claro que sí, girando la mirada a las personas, poniendo al ser humano como centro del accionar del Estado; porque el ser humano se desarrolla en un entorno que también debe cuidarse, así como sus espacios para su desarrollo social, económico, financiero y empresarial. Asimismo, son los usuarios finales y a su vez, pueden ser productores y administradores de los bienes y servicios que demandan. El Estado debe velar para que se cumpla lo que manda la Constitución y las leyes de una manera efectiva, transparente y honesta; no sólo construyendo infraestructura de todo tipo, sino también fortaleciendo a las personas como seres dignos, mejorando los servicios públicos orientados directamente a ellos, como son los relacionados con la salud y la educación.


Asimismo, se debe analizar una manera alternativa de intervención a la sectorial que podría ser por intervenciones territoriales, con normas más flexibles para casos de desastres o pandemias; o cuando se quiera dar impulso a un determinado territorio con potencial diferenciado.


Es tarea también de los ciudadanos organizados, las universidades, los colegios profesionales de participar con propuestas, para que el próximo evento difícil, que pueda suceder, nos encuentre como una región más fuerte y resiliente, con ciudadanos que ejercen su ciudadanía y con un gobierno que satisfaga sus demandas con suficientes servicios públicos de calidad.


(1) Informe de la Sala de Situación COVID 19, al 16 de julio del 2020.


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