Debo decir que, si no fuera por la rabia, me enternecería la inocencia de los que dicen "El congreso no va a permitir que el señor haga tal o cual cosa". Estamos descubriendo, espero que no demasiado tarde, que el congreso es el contrapeso del ejecutivo y que, en efecto, no debe permitir excesos de ese otro poder del estado (eso por acá lo llamaban obstruccionismo). Bueno, pues, malas noticias, les cuento que el señor ya anunció que va a cerrar el congreso si es que no se allana a sus mandatos, ¿se tomará también su fotito con los mandiles rosados después de hacerlo?
La película la están pasando en Venezuela y acá tenemos miles de venezolanos que la vieron y no les gustó. Pregúntenles a ellos si lo que ocurre acá no les parece una repetición, pero pregúntenles rápido porque ya están pensando en irse.
Hay quienes no quieren votar por Castillo, pero no les da para votar por la opción B (en este caso la opción K). La solución para tranquilizar sus conciencias es votar en blanco o viciar el voto, que para todos los efectos es lo mismo (salvo que el viciado no te lo pueden llenar). El problema es que con eso se soluciona muy poco pues si gana Castillo serán igualmente responsables de su victoria y de las consecuencias de la misma.
No hablo del justo reclamo del Perú alto andino, hablo de la legión de social confusos que desde su “depa” en el golf dicen que no van a marcar la K y terminarán viviendo debajo de un puente por su estupidez, con todo respeto se los digo.
Nuestra generación ha sobrevivido a dos dictaduras militares, al terrorismo sanguinario, a la hiperinflación de Alan I, a una larga fila de gobiernos corruptos y mediocres, a una pandemia y estamos a punto de vencer a una amenaza comunista totalitaria. ¡Si ellos son la generación del bicentenario, nosotros somos la generación de los inmortales!
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