Alfonso Velásquez / Por qué participo
- Alfonso Velásquez

- hace 47 minutos
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Hay momentos en la vida pública en los que seguir opinando desde la tribuna resulta insuficiente. Momentos en los que la experiencia acumulada, si no se pone al servicio directo del país, se convierte en una forma elegante de evasión. Ese momento ha llegado.
He decidido participar en las próximas elecciones como candidato a diputado por Lima, con el número 12, apoyando la propuesta política de Rafael López Aliaga. No por coyuntura ni por cálculo personal, sino por convicción. Durante años he sostenido, desde la gestión pública y desde esta columna, que el Perú no saldrá adelante sin producción, industria, empleo y mercado interno fuerte. Hoy, esa visión está prácticamente ausente del debate político.
El número 12 no es un detalle menor. Desde tiempos antiguos, el 12 simboliza orden, totalidad y misión. Doce meses organizan el tiempo; doce horas equilibran el día y la noche; doce tribus y doce apóstoles estructuran comunidades con propósito. El 12 no representa improvisación, representa sistema y responsabilidad. Y eso es exactamente lo que hoy le falta al país y, en particular, a Lima: orden productivo.
Lima concentra población, mercado y talento, pero ha perdido su rol como motor industrial y articulador del desarrollo nacional. Se ha convertido en una ciudad que consume lo que no produce y que importa lo que podría fabricar. Recuperar ese rol no es un acto ideológico, es una necesidad económica y social.
Apoyar a Rafael López Aliaga supone coincidir en un punto esencial: el Perú necesita orden, autoridad democrática y decisiones firmes para salir del estancamiento. Sin orden no hay inversión; sin inversión no hay empleo; sin empleo no hay inclusión. Desde el Congreso de Diputados, mi compromiso es impulsar una agenda productiva clara, concreta y ejecutable.
Esta decisión se expresa en compromisos precisos: reindustrializar Lima; defender la producción nacional frente a la competencia desleal y el contrabando; reducir la tramitología que asfixia a la micro y pequeña empresa; impulsar compras públicas a productores peruanos; recuperar Gamarra como símbolo de industria y empleo; promover innovación productiva accesible; generar empleo digno; vincular educación técnica con demanda real; ordenar el comercio sin destruir el sustento de miles de familias; proteger al emprendedor; y devolver al Congreso una mirada productiva y responsable.
El Congreso no puede seguir siendo un espacio de confrontación estéril ni de aprendizaje improvisado. Necesita experiencia, conocimiento del aparato productivo y compromiso con el desarrollo real. Participar hoy es asumir responsabilidad. Por eso participo. Por eso el 12. Por eso Lima.








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