SCHUMI - Michael Schumacher, 52 años, siete veces campeón de la F1 a sus 44 años, es conocido casi para todos, y muchísimo más para los que pasamos parte de nuestra infancia y primera juventud en talleres y competencias. Entró en coma terminal -eso parecía- en el 2013, se ha despertado hace poco (sigue muy mal) y Netflix estrenará un documental el 15 de setiembre ahora sobre su situación y su vida.
Pero esta nota es sobre Corinna, su amorosa y fiel compañera, porque sólo todo ese cuidado suyo y el de su familia pudieron despertarlo. Un golpe fuerte en la cabeza, esquiando, lo anuló totalmente. Busqué y encontré un poema de Lope de Vega sobre tan fuerte, noble, solidario y persistente sentimiento:
"Gaspar, si enfermo está mi bien, decidle
que yo tengo de amor el alma enferma,
y en esta soledad desierta y yerma,
lo que sabéis que paso persuadidle.
(..)
Y advertidle también, si el mal porfía,
que trueque mi salud y su accidente,
que la tengo: el alma se la envía.
Decidle que del trueco se contente,
mas ¿para qué le ofrezco salud mía?
Que no tiene salud quien está ausente."
Corinna dice “Nunca culpé a Dios por lo que pasó. Fue simplemente mala suerte, como le puede pasar a cualquiera. Por supuesto, lo extraño todos los días. Pero no soy la única que lo extraña. Los chicos, la familia, su padre, todos los que lo rodean. Todos extrañan a Michael. Pero Michael está allí. Es diferente, pero está allí. Y eso nos da fuerza, creo. Permanecemos juntos, vivimos juntos en casa. Él está siendo tratado. Hacemos todo lo posible para mejorar sus condiciones, para que esté a gusto y para hacerle sentir nuestra cercanía y nuestro amor. (..)
"Como familia, tratamos de seguir adelante como Michael hubiera querido y como todavía le gustaría. La vida continúa. (..) Michael siempre nos ha protegido, y ahora protegemos a Michael". Su hijo Mick -hoy con 21 años- es piloto igual que su padre, ya en la F1, y declara en otra noticia que es injusto que no pueda compartir con su padre ese tema común que marcará también su vida. Notable cómo todo ese amor le inyecta vida a alguien que en otra circunstancia habría ya fallecido hace varios años. Milagroso, diría, si fuera creyente.
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