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Armando Pillado / Cuba

El 26 de julio de 1953 es el 'parteaguas' incuestionable de la historia latinoamericana del siglo XX a hoy, como lo fué la revolución rusa para el mundo. Antes un subcontinente colonial, sometido principalmente a España y Portugal, fracasaron el 'relevo' inglés en las invasiones de 1806 a la Argentina emancipándose, y el intento norteamericano en 1898 por apoderarse de Cuba en el esquema colonial disimulado como 'estado asociado' sometido de Puerto Rico no prosperó.


En el siglo XX los EEUU pasaron de tener menos tropas que Portugal en 1940 a ser la mayor potencia militar en la posguerra. Su aparato productivo fue reconvertido grandemente hacia la industria militar para el apoyo contra los nazis, los franquistas españoles, los fascistas italianos y japoneses a los ejércitos de la URSS (27 millones de muertos) y Gran Bretaña repeliéndolos.


La posguerra vio redoblares su presencia militar. Los EEUU declararon la Guerra Fria (no tan 'fría') a la URSS y a todo gobierno 'atrevido' disidente mundial, mientras campearon y reinaron en Europa Occidental a su gusto con la OTAN y el Plan Marshall de reconstrucción exitosa, e implementaron un cerco comercial y militar ‘al enemigo’ con cero apoyo de nada, excepto toneladas de hostilidad.


Las bases militares USA y los ejércitos entrenados por ellos en cada vez más países alcanza hoy 84 páises, con 155 grandes emplazamientos militares de tierra, mar y aire en total, y un presupuesto anual actual vigente de $720,000 millones (!!), que hace pocos días Bernie Sanders y un grupo de senadores ha propuesto revertir drásticamente.


EEUU no fue surgiendo solamente como un imperio comercial victorioso por su calidad y mejores precios, sino eso a medias, reforzado con control militar instalando, protegiendo o recuperando grupos de inversores locales o asociados en cada país protegidos por ese aparato. Se fue conformando cada vez más un imperio militar, al punto de ser la gran industria imparable que se retroalimenta como guardiana de los interese de 'occidente', ya en sí misma, imparable.


El proyecto para el siglo XXI como 'Un Nuevo Siglo Americano' contó con el colapso económico de la URSS, sin comercio importante de mercancías, ahogada en activos fijos obsoletos e instalaciones sin posibilidad suficiente de ser valorizados únicamente por esa vía casi inexistente. Pero no contaban con el resurgimiento acelerado de Asia oriental, liderado antes por Japón, luego por los NICs (Singapur, Surcorea, Taiwan, Hong Kong (hoy en China de nuevo), India y Turquía) y desde hace poco con la adición principalísima asombrosa de China atrayendo capitales.


Los desafíos mayores a ese plan de posguerra en una latinoamérica 'quedada' frente al Asia pero con movimientos fuertes masivos hacia el cambio fueron principalmente cuatro: el ejército argentino desde 1945 con el primer Perón, derrocado violentamte con apoyo EEUU en 1955; el ejército cubano actual, creado en 1959 a partir de la lucha revolucionaria victoriosa, con armamento y entrenamiento URSS, que no puede ser derrocado así nomás; el ejército peruano parcialmente -con los coroneles de Velasco y marinos y aviadores pocos-, igualmente girando hacia armamento URSS, derrocado por declinio y alejamiento de la movilización popular en 1975: y el ejército venezolano desde 1998 -con la interrupción de 48 horas cuando el golpe ultraderechista 2002 exitoso con Fedecámaras, el aprismo adeco, y civiles como Capriles y Leopoldo López, éste ya iniciando su expertise agitando la calle.


Los gobiernos civiles progresistas hacia el cambio que cuentan con apoyo de sus militares no son muchos. Por lo general éstos apoyos son oscilantes e influidos en un alto grado por el Pentágono.


Pero el punto de esta nota no sólo es valorar a los ejércitos, a la coerción como el complemento central, sino subrayar que la democracia elitaria que existe no sería ni eso sin las luchas de 'los comunistas' y sus luchas sociales en cada país. Y fue la Revolución Cubana, desde la digna pero firme pequeña isla la que originó la súbita 'benevolencia' de varios intentos asistenciales como la Alianza para el Progreso –el Ché la llamaba peyorativamente ‘la revolución de las letrinas’, como le respondió en Punta del Este al secretario del Tesoro norteamericano, Douglas Dillon, cuatro meses después de la invasión de Bahía de Cochinos resistida.


Le contrapuso las realizaciones que en dos años y medio había alcanzado Cuba, la causa justamente de la súbita urgencia de Kennedy de impulsar reformas agrarias (incumplidas) 'para que no se repita Cuba'. La revolución cubana apoyó las revoluciones en Angola y Sudáfrica con Mandela, y activó opciones mundiales sustanciales de centroizquierda y derecha internacionales como las fundaciones Ebert socialdemócrata y la Konrad Adenauer democristiana, y respaldó con tropas y toda la revolución africana en Angola y la de Mandela desde esa retaguardia, y en otros países allí.


La división temporal de la historia latinoamericana digna vs indigna empieza para muchos de nostoros el 26 de julio referido, cuando el asalto al cuartel Moncada buscando armas de los revolucionarios de Fidel Castro.


La división de personajes dignos y de los otros se exhibe en las caras de las fotos del collage acá abajo, donde en el color amarillo del rastrerismo servil que les corresponde lidera el grupo el influyente genocida ex embajador Otto Riech CIA, hacedor del golpe 2002 venezolano de ultradrecha mencionado, su colega el influente Carlos Alberto Montaner, hermano de la causa anticomunista de los Vargas Llosa, Keiko y otros alineados con el militarismo imperial y las derechas 'iberoamericanas' invocando siempre 'la democracia y la libertad'. La nota de actualidad es la del monigote antiguo Montaner atacando el acercamiento de Obama a Cuba, martillando presión a Biden para que de una vez invada Cuba, el libreto del genocida Reich hace cuarenta años, repetido anteayer por oncemilésima vez.




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