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Carlos Ginocchio / Frases de nuestros padres (5 de 9)


Hoy se podría afirmar que las anteriores generaciones fueron poco prácticas y muy dadas a la conversación antes que a la acción. Nada más erróneo. Al contrario, y como los japoneses, mayor tiempo a la explicación para alcanzar entendimientos, y la ejecución sea más rápida, distinto a como sucede en la actualidad, con proyectos congelados o mal implantados, justamente por una escasa y supuestamente veloz planificación sin comunicación.


“A la ocasión la pintan calva” significa que cuando se presenta una oportunidad debes aprovecharla pues no habrá una segunda posibilidad. Su origen procede de una antigua diosa romana llamada ‘Ocasión’ y que era representada como una hermosa mujer colocada sobre una rueda y con alas en la espalda o los pies. Con este simbolismo se pretendía reflejar que las oportunidades pasan de forma rápida. Además, tenía una característica muy particular en su cabeza: mientras en la parte frontal tenía abundante pelo, en la zona posterior era calva. De esta forma se simbolizaba la imposibilidad de coger por los pelos a las oportunidades una vez han pasado de largo.


“Esa es la madre del cordero”, expresión coloquial para indicar la causa fundamental o razón clave de una situación vivida, y tiene origen bíblico pues el cordero de Dios es Jesús - el que quita el pecado del mundo - y, por lo tanto, su madre la responsable de su misión redentora; no obstante, OLMO en afirma: el magnífico libro del académico navarro José María Iribarren titulado 'El porqué de los dichos' recoge en sus páginas todos los dichos, frases y personajes populares habidos y por haber, pero de la madre del cordero no dice absolutamente nada. Y así estuve yo, convencido que dicha frase es absolutamente anónima, hasta que, leyendo un libro del escritor Leopoldo Alas 'Clarín' titulado 'Páginas escogidas', me encontré con este párrafo que copio para ustedes: «Porque ahí está la madre del cordero, como decía un químico explicando el gasómetro en el Ateneo de Madrid, al llegar a no sé qué parte del aparato». ¿Será ese el origen de 'la madre del cordero'? No lo sé y, mientras no surja otra explicación, tendremos que atribuir a ese químico la autoría de tan absurda frase.


“No mojen que no hay quien planche” significa que no se debe hablar tonterías o insistir con un tema cuando no es el momento. Existió una frase previa: ‘no arrugues que no hay quien planche’, y estimo tiene su origen en el Perú, y se la escuché sucesivas veces en la década de los 80’ del siglo pasado al cómico Tulio Loza en su programa ‘Camotillo, el tinterillo’.


“No es nada del otro mundo” significa que determinado tema no tiene nada de complicado y es sumamente fácil de resolver. Se deriva de la expresión ‘No es nada del otro jueves’, relacionada con los viernes de ayuno, y abstinencia de carne. Como una compensación anticipada a la penitencia de los viernes.


“No hay moros en la costa”, cuando se decidía una acción sin que hubiera alguien que la observara y pudiera comentar al respecto, por lo general algo no muy aceptable. Procede del Levante español, que durante siglos sufrió invasiones de piratas berberiscos. Los pueblos en la ribera para prevenir el peligro, levantaron atalayas, donde se vigilaba el horizonte y, al avizorar las velas de las naves berberiscas, el centinela gritaba: ¡hay moros en la costa!". Sonaba la campana, se encendían las hogueras de señal y la gente se preparaba para la defensa. En sentido opuesto, se usa la expresión antónima ‘no hay moros en la costa’, explicar no existe peligro inminente para una persona que debe realizar determinada tarea.


Muy común era la expresión “pagar el pato” o cargar con la culpa de una situación peliaguda, aún sin ser el responsable. El pueblo hebreo solía decir que su fe se mantenía a lo largo de los siglos porque tenían un pacto con Dios. Los cristianos hacían mofa de esta afirmación y les amenazaban diciendo que «pagarían el pacto». En la Biblia Castellana de Casiodoro Reina aparece dicha cita: «Como los vocablos Torá y Pacto, usados por los judíos españoles, el primero por la Ley y el segundo por el concierto de Dios, por los cuales los españoles les levantaban (les acusaban a los judíos) que tenían una Tora o becerra pintada en su sinagoga, que adoraban; y del Pacto, sacaron por refrán “aquí pagaréis el pato”.

Era común, en el colegio, al momento de pactar una pelea al final de clases: “chócala pa’ la salida”, que Nicomedes Santa Cruz inmortalizó en su poema “A cocachos aprendí”, como “guitarra llama a cajón” y “cómo has cambiado pelona”. Por supuesto, hoy se dice ‘te voy a sacar la mierda’, que en nuestra época era “romper la crisma”, término que proviene del griego khrisma, que es un derivado de khriein, ‘ungir’. Se refiere al aceite y bálsamo mezclados que consagran los obispos el Jueves Santo para ungir a quienes se bautizan y se confirman, y también a los obispos y sacerdotes cuando se consagran o se ordenan. Todos los bautizados reciben el crisma en la cabeza, por lo que el término ha pasado a expresar también ‘cabeza, cráneo’, y la ‘cachetada’ de la confirmación justamente procede para la unción respectiva.


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