“Pájaro de mal agüero” era una expresión usada cuando alguien anunciaba, con conocimiento o presunción, algo nefasto que sucedería en el futuro. Su origen se remonta a los augures de la antigua Roma, encargados de averiguar el parecer de los dioses sobre las actividades sacerdotes de los hombres, basados en la observación del vuelo de las aves, y en especial de los cuervos, las cornejas y los buitres. Según la dirección que tomaban, o la forma de realizar su vuelo, elevarse y posarse, se interpretaba que los auspicios eran favorables o desfavorables en relación con la consulta realizada.
Cuando una persona intentaba averiguar más sobre una situación escabrosa, los adultos le decían que “no ponga el dedo en la llaga”. Su origen está en el Evangelio de San Juan, en el relato de la incredulidad de Tomás ante la aparición de Jesús resucitado (Jn. 20,25). Según el citado evangelio, Tomás no sólo dudó del testimonio de sus hermanos; exigió además ver para creer: “Si no veo en sus manos la señal de los clavos y no meto mi dedo en el agujero de los clavos y no meto mi mano en su costado, no creeré”.
Una interjección considerada aceptable en el lenguaje diario (hoy reemplazada por vulgarismos) era ¡caray!, expresión que además de ser una forma menos usual de decir carey (cierta tortuga y la materia córnea de su concha), proviene del taíno, y expresa extrañeza o enfado y que antiguamente también se escribió carai.
“La decencia se mama” es una expresión inventada por los abuelos refiriéndose a que honestidad y buena educación se consiguen en el hogar, y no en el colegio, que es un complemento. Algo, hoy olvidado.
“Nada es verdad, nada es mentira, todo depende del color con que se mira”, denotaba que no hay nada inconmovible, y que todo es relativo (Einstein), anticipándose a los tiempos actuales donde cada persona tiene su propia opinión, y hasta ‘su verdad’. Se le conoce como ‘Ley de Campoamor’, basada en una poesía del vate Ramón de Campoamor, donde solo le agrega ‘en este mundo traidor, nada es verdad…’
Cuando alguien confía totalmente en otra persona declara que “pone las manos en el fuego” por ella. Situación difícil pues nunca conocemos profundamente al prójimo, y es una pregunta que torpes periodistas hacen a políticos para colocarlos en una situación complicada. Su origen está en que durante muchos siglos y en las culturas más diversas fue común recurrir a la prueba del fuego para demostrar la culpabilidad o inocencia del acusado de delitos graves o de brujería. Los tribunales inquisitoriales también utilizaron este juicio divino. El acusado debía meter la mano en el fuego o bien agarrar un hierro candente. Si sufría quemaduras su culpabilidad estaba demostrada. La ausencia de quemaduras demostraba la inocencia.
“Mírame y no me toques” es una expresión muy usada en España para denotar un objeto delicado que al manipularlo podría quebrarse (‘El licenciado Vidriera’, de Cervantes). Posteriormente, y en nuestro uso local, se le agregaba el nombre de una dama para expresar admiración a su belleza sin intento alguno de enamoramiento. También se usaba para expresar incomodidad ante la excesiva sensibilidad de alguien a quien no podías ni siquiera dirigirte pues se alteraba (‘está de mírame y no me toques’). Joan Manuel Serrat compuso una canción con este nombre, al alimón, con el periodista y escritor Joan Barril.
‘Pato o gallareta’ se utilizaba cuando se estaba resignado a cualquier resultado ante una situación, y que habría que aceptarlo. En muchas ocasiones se agregaba la expresión ‘paciencia y buen humor’. Es un dicho popular muy utilizado también, en la ruralidad argentina.
Antiguamente al caballero ‘pintón’ o la dama guapa, se les decía: ‘tiene buena facha’. La palabra ‘facha’ es un préstamo en el siglo XVII del italiano faccia que significa 'cara', y procede del latín facies 'figura, aspecto', aunque hoy la RAE define la expresión como ‘aspecto ridículo o desagradable’, pues los tiempos cambian, y viene al caso, la siguiente expresión hispana: “Antiguamente el ombligo se usaba en la frente, hoy con la mudanza, se usa en la panza”.
En los tiempos de nuestros padres y abuelos las familias residían en casas. La moda de los apartamentos se inició en la capital en la década de los 70’ del siglo pasado, y ese tipo de vivienda demandaba coordinaciones entre los propietarios de cada inmueble que conformaba la unidad, lo cual era difícil y los acuerdos no se lograban siempre, por lo que surgió la frase: “Los departamentos en edificios son los callejones de los blancos”.
“Gallina que come huevo, aunque le quemen el pico” refiere a pesar que una persona prometa que cambiará algún comportamiento, no lo hará, aun sabiendo no es correcto, y sin importar las consecuencias o daños que pueda causar a los demás. Es muy usada para personas infieles a sus parejas.
“Rodar cabezas”, hoy “caiga quien caiga” (lo que nunca sucede) significa ante un hecho grave, negativo o delincuencial, se expulsará de sus cargos – y hasta cárcel – a los responsables. Es una expresión que proviene de la decapitación antigua de delincuentes, y hace referencia al caos y la depuración de la Nobleza y la Élite en la Revolución Francesa, donde miles de personas (incluido el rey), fueron decapitadas.
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