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Fabiola Morales / Los valores no se venden


Este 8 de octubre en que se recuerda al héroe Miguel Grau, no fue feriado como todos los años, por voluntad de este gobierno que se justifica afirmando que es necesario trabajar un día más al año para recuperarse de la pandemia, lo cual dista mucho de la verdad, al menos en el caso de la mayoría de peruanos que trabajaron sin que les paguen el monto que manda la ley. Por eso todos sospechamos que las razones son otras.


No puede decir el gobierno que este feriado laborable beneficie al país; porque no protege a la mayoría de peruanos que son los trabajadores quienes, en estos momentos, han visto reducido su sueldo al 50% o más. El trabajador que labore el día feriado, percibe una triple remuneración por el trabajo realizado y una tercera remuneración por haber laborado en día feriado sin descanso sustitutorio. Pero la retórica política puede darle vuelta a la ley, de acuerdo a lo que más conviene a quienes tienen la sartén por el mango.


Beneficia sí, a los empleadores de las empresas agremiadas -o no- a Confiep, Capeco o la SNI; aunque este gobierno lo disimule, haciendo creer a la audiencia, a través de sus medios amigos, que es necesario borrar de un plumazo el feriado del 8 de octubre, para el bien de todos, cuando es sólo para unos cuantos, como queda claro. Bien por la empresa privada, sobre todo, por las que más han sufrido por el impacto de la “cuarentena”, pero que el Ejecutivo no nos oculte la verdad; porque sabemos que, unas con razón y otras sin ella, el 56% de las empresas aplicó la reducción del salario a sus trabajadores en todos los niveles, de acuerdo a una encuesta de EY hecha pública a fines de junio de este año. En cambio, no tenemos noticias de reducciones salariales, ni de puestos de trabajo, ni de asesorías en el Estado.


¿Cuáles son entonces los motivos para suprimir el feriado en honor al Peruano del Milenio, aparte de echar una mano a los hombres y mujeres de negocios y no a sus colaboradores? También se benefician una suerte de ideólogos materialistas -donde liberalistas y marxistas se tocan- queriendo imponer un “neocolonialismo” desde el gobierno -a través de los Ministerios de Educación, de la Mujer y de Cultura, principalmente- acorde con una tendencia global liderada por los nuevos dueños del mundo, que se reúnen tanto en el foro de Davos, como en el de Sao Paulo, ahora de Puebla, y que acertadamente se puede llamar “cultura del descarte”, como ha escrito el Papa Francisco.


Desde esta ideología que organismos como la ONU, el FMI, o el BM, imponen a los gobiernos más débiles, se alienta una “pérdida del sentido de la historia” que penetra las cultura de los pueblos con una especie de “deconstruccionismo”, desde donde se pretende volver a construir todo desde cero y de acuerdo a las “apetencias” de quienes desean convertir a las personas en poco más que robots: individualistas y con la única “necesidad de consumir” sin límites; parafraseando a Francisco en su última encíclica, Hermanos todos.


Por otra parte, mientras don Miguel Grau se quedó esperando sentado a que, en último momento, Palacio cambie el decreto supremo que le quitó el feriado, el día más bien fue propicio para que se libere a todos los detenidos por el “caso Swing”. ¿Humo para los ojos, o pura casualidad?


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