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Henrry Zaira / Voto chosicano 

  • Henrry Zaira
  • hace 3 horas
  • 6 Min. de lectura

El comportamiento electoral en distritos urbanos como Lurigancho-Chosica no puede explicarse únicamente a partir de variables sociodemográficas clásicas, ni mucho menos mediante segmentaciones reduccionistas basadas en el año de nacimiento o el nivel de ingresos. En un contexto marcado por vulnerabilidad socioambiental, expansión urbana acelerada, brechas persistentes en el acceso a servicios básicos y desconfianza institucional, la decisión de elegir nuevas autoridades se configura en la intersección de factores generacionales, estilos de vida, ecosistemas mediáticos digitales y experiencias territoriales de riesgo y condiciones de desigualdad.

 

La dinámica electoral en estos espacios se encuentra atravesada por la coexistencia de distintas generaciones que, aunque comparten un mismo territorio, experimentan de manera diferenciada las situaciones de vulnerabilidad y las oportunidades de bienestar. Asimismo, los estilos de vida urbanos periféricos, caracterizados por la informalidad laboral, la movilidad restringida y la dependencia de redes comunitarias, influyen en la manera en que los ciudadanos evalúan las propuestas políticas y la capacidad de respuesta de las autoridades. A ello se suma la centralidad de los ecosistemas mediáticos digitales, que han transformado la circulación de la información política y la construcción de narrativas de poder, generando nuevas formas de participación y de influencia en la opinión pública.

 

De igual modo, las experiencias territoriales de riesgo, vinculadas a desastres naturales recurrentes, déficit de infraestructura y conflictos sociales, condicionan la percepción ciudadana sobre la eficacia institucional y la legitimidad de los actores políticos. En este sentido, el voto en Lurigancho-Chosica y en otros distritos no responde únicamente a un cálculo racional individual, sino que se articula como una práctica social influida por la memoria colectiva, la percepción de vulnerabilidad y la búsqueda de soluciones inmediatas a problemas estructurales. Comprender este comportamiento electoral implica reconocer la convergencia entre lo sociodemográfico, lo territorial, lo digital y lo institucional, dimensiones que redefinen las formas de participación política y los criterios de legitimidad en contextos urbanos periféricos (Arellano Cueva, 2019; CENEPRED, 2024; ONPE, 2022).

 

El artículo se centra en cuatro ejes analíticos estrechamente interrelacionados: los grupos etarios con capacidad de sufragio efectivo, las generaciones a las que pertenecen (baby boomers, generación X, generación Y o millennials, generación Z y, en menor medida, generación alfa), los perfiles psicográficos que estructuran sus valores, aspiraciones y modos de consumo informativo, así como el papel de las redes sociales en la configuración de la opinión pública y en la manifestación de la intención de voto. Con base en clasificaciones etarias utilizadas por organismos electorales y estadísticos (JNE, 2022a; ONPE, 2022; INEI, 2023), la propuesta identifica tramos operativos: jóvenes de 18 a 29 años, adultos jóvenes de 30 a 44, adultos de 45 a 59 y personas de 60 años o más. Estos tramos dialogan tanto con las generaciones sociales como con la composición real del padrón distrital. En este último, los menores de 30 años constituyen el grupo numéricamente más significativo, seguidos por un amplio segmento de adultos jóvenes y de mediana edad, lo que evidencia la importancia de considerar la interacción entre edad, generación y perfil psicográfico para comprender las dinámicas electorales contemporáneas (Diferenciador, 2024; Enterat, 2019; JNE, 2022a).

 

Sobre la base etaria y generacional previamente delineada, el artículo incorpora una perspectiva psicográfica que permite superar la noción reduccionista de “electores promedio” y avanzar hacia la identificación de clústeres con rasgos diferenciados de subjetividad política y patrones de consumo mediático. En este sentido, se distinguen perfiles como los austeros resilientes, los progresistas del corredor urbano-comercial y los jóvenes con alta conectividad digital, entre otros segmentos adaptados al contexto específico de Lurigancho-Chosica (Arellano, 2017; Arellano Cueva, 2019). Estos perfiles no solo reflejan diferencias en estilos de vida y valores, sino también en las formas de relacionarse con la política, en la manera de procesar la información y en las expectativas depositadas en las autoridades locales y nacionales.

 

Particular relevancia adquiere el grupo de jóvenes entre 18 y 29 años, conformado principalmente por las generaciones Z y Y, quienes concentran un peso demográfico significativo en el padrón electoral distrital. Cabe destacar que una proporción importante de este segmento ha concluido la educación secundaria (INEI, 2023), lo que se asocia con mayores competencias digitales y una exposición más temprana a contenidos políticos en línea. En este grupo, los hallazgos recientes sobre uso intensivo de redes sociales y la presencia de tensiones y conflictos en las interacciones juveniles resultan claves para comprender la configuración de su comportamiento político. Los estudios disponibles evidencian un empleo muy frecuente de plataformas digitales como Facebook, Instagram y TikTok, acompañado de elevados niveles de conexión diaria y de una fuerte carga afectiva en las interacciones virtuales. Estos factores reconfiguran de manera sustantiva los procesos de recepción, procesamiento y circulación de mensajes políticos, generando dinámicas de participación que se articulan tanto en el plano digital como en el territorial (INEI, 2023; Zelaya Alarcón, 2025).

 

En consecuencia, la perspectiva psicográfica aplicada al análisis electoral en Lurigancho-Chosica permite observar cómo las subjetividades políticas se construyen en la intersección entre condiciones materiales de vida, pertenencia generacional y prácticas mediáticas digitales. Este enfoque revela que la decisión de voto no puede ser entendida únicamente como un acto racional-individual, sino como una práctica social atravesada por emociones, identidades colectivas y experiencias de precariedad urbana, lo que exige un abordaje integral que vincule las dimensiones sociodemográficas, culturales y comunicacionales en el estudio del comportamiento electoral contemporáneo.

 

El análisis no se limita a describir la composición etaria, generacional y psicográfica del electorado distrital, sino que se orienta a identificar los mensajes, narrativas y canales de comunicación más pertinentes en el marco de las campañas municipales. Comprender las dinámicas electorales en contextos urbanos periféricos exige reconocer que cada segmento poblacional responde a estímulos diferenciados y construye su relación con la política a partir de experiencias vitales, expectativas colectivas y mediaciones tecnológicas específicas, lo que obliga a diseñar estrategias comunicacionales segmentadas y situadas en el territorio.

 

La construcción de mensajes electorales debe considerar, por ejemplo, que los adultos mayores pertenecientes a las generaciones X y baby boomers tienden a evaluar a las autoridades principalmente en función de su desempeño en la gestión del riesgo y en la provisión de servicios urbanos, dimensiones vinculadas directamente con su experiencia cotidiana de vulnerabilidad y con la necesidad de estabilidad institucional. En contraste, los jóvenes hiperconectados —principalmente de las generaciones Y y Z— priorizan narrativas centradas en el reconocimiento, la dignidad y la proyección hacia el futuro. Estas narrativas se encuentran altamente mediatizadas por contenidos audiovisuales breves y emocionales que circulan en redes sociales, donde plataformas como Facebook, Instagram y TikTok se convierten en espacios privilegiados para la construcción de identidad política y la expresión de la intención de voto (Lima Cómo Vamos, 2022, 2025; ONPE, 2022; World Health Organization, 2024).

 

La eficacia de las campañas municipales depende, en consecuencia, de la capacidad de articular mensajes diferenciados que dialoguen con las sensibilidades de cada segmento, reconociendo tanto las demandas materiales de seguridad y servicios como las aspiraciones simbólicas de reconocimiento y futuro. La convergencia entre lo etario, lo generacional y lo psicográfico revela que el voto en distritos periféricos no puede ser comprendido únicamente como un acto racional, sino como una práctica social atravesada por emociones, experiencias territoriales y mediaciones digitales. El diseño de estrategias comunicacionales debe situarse en la intersección entre gestión pública, narrativas políticas y ecosistemas mediáticos, configurando un marco analítico que permita comprender y anticipar las transformaciones del comportamiento electoral en escenarios urbanos de alta complejidad.

 

La pertinencia y la eficacia de las narrativas electorales dependen de la capacidad de articular procesos de segmentación avanzada con una comprensión cualitativa y situada de los conglomerados sociopolíticos. En este marco, se examinan las posibilidades de incorporar metodologías basadas en Big Data e inteligencia artificial, tales como el análisis longitudinal de tendencias en plataformas digitales, la segmentación algorítmica de audiencias y el modelamiento de perfiles psicográficos a partir de huellas digitales. Estas herramientas, ya utilizadas con resultados exitosos en campañas locales y nacionales para identificar temas sensibles, ajustar el tono de los mensajes y optimizar la combinación de medios, permiten refinar la delimitación de segmentos etario‑generacionales y sus patrones de consumo informativo, haciendo posible traducir ese diagnóstico en matrices diferenciadas de mensajes, canales y formatos ajustados a las especificidades de cada grupo.

 

No obstante, lejos de promover un uso meramente instrumental de la tecnología, la discusión se orienta hacia las implicancias éticas, políticas y democráticas de aplicar Big Data e inteligencia artificial en la comunicación política local. Se enfatiza que una estrategia electoral responsable en Lurigancho-Chosica debe conjugar el potencial analítico de estas herramientas con un conocimiento situado del territorio y de las subjetividades generacionales que configuran el denominado “voto chosicano”. De este modo, se subraya que la innovación tecnológica en campañas municipales no puede desvincularse de la dimensión sociocultural del electorado ni de la necesidad de preservar principios de transparencia, equidad y pluralidad ciudadana.

 

Conclusiones

El análisis del “voto chosicano” muestra que el comportamiento electoral en Lurigancho-Chosica se configura en la intersección entre vulnerabilidad socioambiental, desigualdades urbanas y mediaciones digitales, de modo que la decisión de voto se entiende mejor como una práctica social atravesada por emociones e identidades colectivas que como un mero cálculo individual racional.

 

La combinación de tramos etarios, generaciones sociales y perfiles psicográficos confirma que el electorado distrital es marcadamente heterogéneo, por lo que las campañas municipales requieren estrategias de comunicación política segmentadas que articulen mensajes, canales y formatos diferenciados para jóvenes hiperconectados, adultos jóvenes y personas mayores, vinculando gestión del riesgo, provisión de servicios y reconocimiento simbólico.

 


 

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