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Juan de Dios Guevara / El gobernante deseado (2 de 2)


Ser un gobernante de éxito, es algo que hay que esforzarse por lograr, sabiendo escuchar, aprendiendo a aprender, con humildad, y ganas de ganar, Para ser un gobernante exitoso, hay que ejercer el liderazgo, involucrando a los demás a alcanzar los objetivos trazados, compartiendo, motivando, dirigiendo. Debe tener la orientación del ciudadano, interpretando lo que la sociedad quiere, para satisfacerle su necesidad. Y para ello, debe apreciar la información, porque la información es poder, y ello, le permitirá tomar mejores decisiones.


También tendrá que ser capaz de convencer e involucrar a sus ciudadanos a una mayor participación laboral, como cómplices del proyecto, promoviendo su mejoramiento continuo, en base a reflexiones, a la promoción de lecturas, entrenamientos, nuevos diseños, nuevos procesos, nuevas tecnologías, innovación, para así poder lograr una mayor productividad. Su Plan de Gobierno, debe contener planes contingentes, para prevenir y actuar rápidamente ante cualquier cambio necesario. Debe trabajar por el comportamiento humano en su sociedad, para lo cual promoverá la inversión en su capital humano, formándolos y perfeccionándolos continuamente, con el fin de obtener mejores ciudadanos, para mejores resultados


Un buen gobernante logra el éxito con responsabilidad, teniendo claro, sus deberes y derechos, cómo conociendo y disponiendo cuantitativamente sus necesidades de tiempo, de personas, y de dinero, para obtener los objetivos a lograr, y desarrollando alianzas estratégicas, las cuales resultan vitales en la Nueva Economía, por las sinergias que posibilitan y porque el “llanero solitario”, la actividad individual, la que no es en equipo, ya no funciona, en este mundo tan competitivo, en donde hay que formar cadenas de creación de valor.


La imagen de un gobernante exitoso es la de una persona creativa, innovadora, arriesgada, con espíritu de crecimiento personal, con visión atractiva capaz de detectar oportunidades donde otros no la ven, independiente, con temple suficiente para trabajar no sólo dura y prolongadamente, sino por sobre todo inteligentemente, empleando eficazmente el tiempo, ejerciendo el liderazgo en el equipo de trabajo, orientado a resultados concretos, alcanzables estratégicamente. En forma sustentable y sostenible en el tiempo, con mente abierta al cambio, flexible y con un racional manejo de los recursos, para maximizar la rentabilidad económica y social del país. El no exitoso, es lo contrario.


Para ser eficaz, el gobernante debe entender que debe tener la capacidad de influir en los demás, para que cooperen en el logro de los objetivos trazados. Que su personalidad y por tanto su comportamiento hacia los demás tanto al interior como al exterior de su gobierno, determinarán su éxito o fracaso. Para ser eficaz, el gobernante debe hacer que su atención se concentre en obtener los resultados esperados, y no en las cosas a realizar. Todo lo que se haga debe conducir a obtener los resultados trazados. Que se ponga atención en los objetivos a lograr, para lo cual debe planificar y organizar sus recursos, como coordinar con sus colaboradores, para que apoyen de la mejor manera a la obtención de lo esperado. Que los objetivos sean alcanzables, delegando a sus subordinados y definiendo los plazos en la obtención de los mismos, como estableciendo los controles respectivos que permitan el seguimiento de ellos. Que se definan claramente los planes de acción a seguir, para que establecidos y comprendidos los mismos, sean sujetos a una evaluación continua.


Que la sociedad en su conjunto, se involucre en el logro de los resultados trazados, para que actúen con entera confianza, en busca de los mismos. Que los ciudadanos, se encuentren motivados, para que rindan su máximo esfuerzo. Que genere un ambiente de creatividad, tanto para su desarrollo en forma personal, como para que su sociedad entera también lo desarrolle. Que tome conciencia del necesario esfuerzo para lograr tanto los objetivos de su Plan de Gobierno, como los de sus ciudadanos y los propios, en forma continua, basándose en una alta concentración y disciplina. Que se convierta en un verdadero líder, que le permita conseguir la cooperación de sus colaboradores en una labor de equipo, para que se haga lo que es preciso hacer.


En resumen, un gobernante que entienda, y procure por tanto, mejorar nuestra ubicación de décimo tercer país más feliz de América Latina, entre 17 países y el puesto 63 entre 149 países, considerados en el estudio del Índice Global de la Felicidad, patrocinado por Naciones Unidas y que se publica desde el 2012, usando sondeos de la empresa Gallup que interrogan a los entrevistados sobre su percepción de la felicidad y cruzan estos datos con cifras del PBI, datos sobre libertad individual, corrupción y otros para llegar a un resultado. ¿Por qué no tener un gobernante, que nos sitúe como el país más feliz?


Si no tenemos a ese gobernante deseado, elección tras elección, y con grandes posibilidades de que ahora tampoco lo tengamos, ¿por qué la sociedad civil con toda la experiencia acumulada, no se propone lograrlo para las próximas elecciones?


“Hay algo peor en la vida que no haber acertado, es no haber intentado, ese es el peor de los fracasos” F. Roosevelt


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