No se sientan conquistadores españoles, porque no lo son. Son peruanos, como los más de 30 millones, cada uno con su libertad de pensar y de ser o no, ignorante, y decidir por la opción política que quiera. Es una ignorancia extrema calificar a los que no piensan como ellos, caviares, comunistas y una serie de epítetos, que dice muy poco del que lo repite. En el mundo existen diversas corrientes de pensamiento, y en el Perú existen diversas maneras de interpretarlas, según sea su comprensión nacional. Y de acuerdo a nuestras leyes, somos libres. Entonces ejerzamos ese derecho, y aprendamos a convivir con los que piensan diferente. El problema es, el hambre y la pobreza en el Perú. Y todos juntos debemos combatirla.
Es tan absurdo este extremo de la ignorancia, que la que perdió con Castillo, haya usado la camiseta de la selección peruana, como de su propiedad, para sus seguidores, y los que no la seguían, automáticamente dejaban de ser peruanos. Una polarización absurda. Se gobierna para integrar, para unir. Es una ignorancia extrema, que los ha llevado a creer que están en una guerra, y por eso todo el día atacan, pelean contra un enemigo invisible, al que le han denominado, la guerra contra los caviares, comunistas, terrucos. Con su menos de 10% de aprobación, se autodenominan, los Defensores de la Democracia, La congresista María del Carmen Alva, afirma: «Se han olvidado de nosotros. Todos tienen que agradecer al Congreso» El metaverso peruano es kafkiano.
No hay propuestas, no hay sustentación de ideas. Sólo quieren que desaparezcan los caviares, comunistas, terrucos. No dejan de insultar o decir palabras ofensivas. Mismas barras bravas. Esto no es fútbol por si acaso, es el hoy, y mañana, y pasado mañana, porque todos los días, hay que comer, dormir, asearse, trasladarse y demás. Es diario esa lucha por sobrevivir, de una gran parte de la población peruana, y ese esfuerzo merece respeto, por lo que por lo menos hagan una propuesta coherente, con sustento de ideas. Como que mortifica ver coincidir al almirante con la tendera, devaluando el valor del título del Almirante Miguel Grau.
Siguen con el discurso antiterrorista, contradictorio con el de reconocer al papá de la que perdió en las últimas elecciones presidenciales, como el héroe que derrotó al terrorismo. Total, ¿lo derrotó o no lo derrotó? Hay que renovar el discurso, por lo menos preocuparse en cómo es que los excesos de nuestros soldados que cobraron víctimas inocentes en la lucha contra el terrorismo en el milenio pasado, tal como se aprecia y se reflexiona en el LUM, sigan existiendo esos excesos en esta cuarta parte del siglo XXI como lo demuestran las víctimas inocentes en estos últimos disturbios sociales. Cómo es posible la ineficiencia mostrada por un mando medio militar, que ocasionó 6 víctimas al cruzar el río Ilave. Cómo es posible la presencia de militares dentro de la organización de narcotráfico, recientemente detenida en el VRAEM. Y podemos seguir con más preguntas, que la ciudadanía se hace.
Igual, en el otro extremo, un español cualquiera, con problemas con la justicia española, llega al Perú, y con una capacidad de la del conquistador Pizarro, vuelve luego de 500 años, a hacer lo mismo. A conquistar a una sarta de ignorantes y ser ministro de facto, nada menos que del ministerio del interior, dónde se supone que el Honor es su Divisa. A los 31 años presidió su mesa de cumpleaños 31, con las más altas autoridades de la policía nacional. Imaginémonos por un momento, para hacer un símil, que un peruano de Chimbote con antecedentes policiales en el Perú, vaya a Madrid y encabece un almuerzo por sus 31 años con la cúpula de la policía de España con la anuencia del jefe de estado español, el cual lo considera “su hijo” por la amistad con sus sobrinos prófugos, que encima los ha acogido, para que la justicia no los capture. Castillo, con esto confirmó lo que leí por ahí. “No hay acto de corrupción más grande, que el de ocupar un puesto para lo cual no se está preparado”.
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