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Juan de Dios Guevara / Las cosas con calma (1 de 2)


Tomar las cosas con calma, siempre es bueno


A menos de 20 días de la segunda vuelta, los rumores, los adjetivos, las amenazas, la incitación a la violencia, los ataques, las peleas, las mentiras, las ofertas dadivosas, las multitudes, las emociones, las amnesias, y demás, con el virus hasta ahora siempre presente, cobrando víctimas, causando más dolor y más zozobra, en medio de un halo de esperanza, por la velocidad de crucero que está tomando la vacunación, a medida de que van llegando regularmente las vacunas compradas por la buena y reconocida gestión del actual gobierno. No todo es malo en el Perú. Los viejos jóvenes, ya nos vamos vacunando, hasta con las dos dosis. Pero a seguir cuidándonos, y con las 60 millones de vacunas compradas, si seguimos así, pronto llegaremos a la ansiada inmunidad de rebaño, en el Perú, que ojalá la humanidad entera, pronto también lo logre.


El ambiente es de incertidumbre en general. Sorpresa aún presente de elegir entre dos opciones que sólo 1 de cada 5 peruanos votó por ellos en la primera vuelta. Eso quiere decir que 4 de cada 5 peruanos tendrá que repensar su voto, y tomar la decisión que consideren


Ojalá que el proceso electoral sea en paz, y que no nos dividamos más. Se nota un ambiente muy polarizado, que debe bajar de revoluciones, porque los que votan por uno o por el otro, son y seguirán siendo peruanos, después del 6 de junio. Un país dividido no lleva a nada.


Leo amenazas sin sentido, de que se va elegir entre el comunismo, terrorismo frente a la democracia. Lo que me obliga a preguntarme, ¿de qué país están hablando? Entiendo que el Perú eligió vivir en democracia, por lo que cada 5 años, se elige un nuevo mandato presidencial, que puede ser de cualquier tiente político que se presente a las elecciones. Terrorismo sería si se ganara o se intentara ganar el poder por el terror. Comunismo sería establecer un sistema político y un modo de organización socioeconómica, caracterizado por la propiedad en común de los medios de producción, así como por la inexistencia de clases sociales, del mercado y del Estado. Y eso acá no existe, ni es posible lograrlo cuando no tienes mayoría parlamentaria, ni fuerzas armadas, ni una sociedad civil pasiva, que en un 80% no voto por ellos en la primera vuelta


Con esta premisa aclaratoria, pido a los electores, que pensemos bien las propuestas de los candidatos, y no nos dejemos llevar por el miedo. Ejemplos cercanos tenemos, En Chile gobernaron Lagos y Bachelet de izquierda democrática, alternándose con gobiernos de derecha, como el actual de Piñera durante el cual surgieron protestas violentas que llevaron a la elección de una Asamblea Constituyente, con el triunfo de los independientes, seguidos de la izquierda. En Uruguay, ha sucedido algo similar con Mujica y Tabaré Vásquez, de izquierda y ahora Lavalle de derecha. Igual lo vemos en España, salió Rajoy de derecha y ha entrado Sánchez de izquierda. Podemos seguir con diferentes países europeos, entre ellos los países nórdicos, con modelos de izquierda democrática, hace buen tiempo con muy buenos resultados. Datos que se confirman ubicándose en los primeros lugares en el ranquin de los países más felices del mundo.


Voten sin miedo. Voten libremente. Esos temores son infundados. Para que pase lo de Venezuela, tendría que cambiar la idiosincrasia de los peruanos. El peruano y la sociedad organizada no es afro latina caribeña americana, cómo la del norte de Sudamérica. Viví en Venezuela en 2001-2002, y cuando llegué a inicios del 2001 vi a Chávez vestido de civil luego de 3 años de haber sido elegido democráticamente en 1998, presidente, con mayoría parlamentaria, en unos largos mensajes con el pueblo en cadena nacional, en dónde cantaba y hablaba, hablaba, y seguía hablando. Acá, eso no puede suceder por ley, y porque ese tipo de comportamiento, los peruanos sencillamente no lo compartimos, además de estar advertidos.


A mediados del 2001 seguía hablando, cantando menos y amenazando más, peleando contra la iglesia, contra la banca, contra USA, contra la prensa y contra quien se opusiera a sus ideas o se le fuera ocurrir pensar distinto. A tal punto, que el 10/12/2001 hubo un paro general en todo el país, bastante fuerte. Ni las moscas se movían. Parecido al que le hicieron a Morales Bermúdez a fines de los 70. El paro no le gustó a Chávez, por lo que se vistió de militar ese día (primera vez que lo veía vestido así), y dio un discurso en la mañana desde el Fuerte Tiuna en Caracas, rodeado de militares. Mientras daba su discurso a sus espaldas se veía para un lado una zona residencial que no paraba de hacerle bulla con cacerolazos. Ante lo cual, indignado, volteó hacia el otro lado, dónde se veía viviendas humildes (algo similar a las Casuarinas y “Ticlio” de Villa María del Triunfo en Lima), y los arengó con expresiones similares cómo aquella del gobierno de Velasco, “Campesino, el rico no comerá más de tu pobreza”. Ahí creo, fue su punto de inflexión. Ya que desde esa fecha se fue radicalizando y peleando contra todo el mundo las 24 horas diarias.


El ambiente se volvió insoportable, a partir de esa fecha. El país se polarizó y se dividió totalmente. Ibas a una reunión familiar, y en la mesa, por un lado estaban los chavistas y por la otra los antichavistas. Cómo profesor extranjero, y habiendo vivido y trabajado en otros países del mundo, me resultaba demasiado primario el entorno. Todo era crispación pura. Huelgas, marchas, represión, hasta que el 11 de abril, estando en Caracas, presencié algo que dibuja el carácter de los venezolanos. Miraba de arriba en la zona de Altamira (como San Isidro en Lima), una marcha de protesta contra la pérdida de la meritocracia en PDVSA, pero al mediodía se disolvió la marcha, porque era la hora de almuerzo, y ya continuarían su protesta en la tarde en el centro de la ciudad. Y ahí vi que para ellos era como una manera de pasarla bien, haciendo cánticos, bailando, muy festiva su protesta, cómo violenta por parte de los comandos chavistas que, con sus boinas y chalinas rojas, amenazaban a los manifestantes, en formación rombo, cuando los cercaban individualmente, en el momento que iban saliendo del grupo de protesta.


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