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Juan Escobar / Penas y desafíos agropecuarios (1 de 2)

Encuesta Nacional Agropecuaria 2022: Entre la pena y los grandes desafíos.


El pasado lunes 24 de julio de 2023, el Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI) y el Ministerio de Desarrollo Agrario y Riego (MIDAGRI) presentaron los resultados de la Encuesta Nacional Agropecuaria 2022 (para pequeñas y medianas unidades agropecuarias), cuya relevancia debe conllevar a que sean realizados con mayor frecuencia para facilitar el proceso de planificación de los servicios agrarios. Entre sus novedades, se confirma tendencias preocupantes en distintas variables de análisis.


El estudio señala que, del total de la superficie agrícola, el 51.6% se encontraba en plena producción al momento de la encuesta, mientras que un preocupante 48.6% de las extensiones permanecía inactivo por diversas razones: descanso (8.7%), en barbecho (17.1%) o inactivas (22.6%). El alto porcentaje de este último grupo despierta incógnitas que demandan respuestas claras y concisas, pues su significativa implicancia en el panorama agrícola es innegable.


Con relación al tamaño del predio, el 78.8% son unidades con menos de 4.9 Has. En realidad, nos hubiera gustado que este dato se desagregue más, dado que es evidente el avance de la micro parcelación y el avance de la modalidad de alquiler de tierras por la descapitalización del propietario.


Según los resultados del IV Censo Nacional Agropecuario del 2012, se puso de manifiesto una realidad inquietante: de las 2,213,649 Unidades Agrarias registradas en ese año, un 25% tenía extensiones de hasta 0.5 hectáreas, mientras que un 50% adicional se limitaba a 1.33 hectáreas. La alarmante pregunta que se cierne sobre el horizonte es si esta tendencia sigue en aumento ó no, de afirmarse, la viabilidad del pequeño productor se pone en alto riesgo.


Este es un tema central que no puede soslayarse bajo el manto de la asociatividad. El desarrollo de las pequeñas UAs en términos de tamaño, formalidad, innovación y eficiencia juega un papel vital y determinante en el bienestar de las familias agrarias y en el futuro del sector. Es la llave “madre”.


En la encuesta también se señala que el 97.6% de las unidades agrarias están categorizadas como agricultura familiar. Al desglosar este grupo en cinco subtipos, basados en su acceso a semillas certificadas y riego, emerge una realidad desafiante: un 49.3% enfrenta una situación de subsistencia crítica, mientras que un 38.7% adicional se encuentra en una posición de subsistencia no crítica. No obstante, estas cifras requieren ser contextualizadas y complementadas mediante un análisis exhaustivo de costos e ingresos para comprender plenamente la rentabilidad y la trascendencia del término "crítico" en relación con la subsistencia y la capitalización.


Del total de la superficie agraria, el 63% se encuentra en condiciones de secano, mientras que el 36.3% complementario está bajo riego. De este último grupo, solo el 16.4% cuenta con riego tecnificado. En esta línea los retos, de cara al futuro, son todavía inconmensurables región por región.


También es preocupante el envejecimiento de la estructura etaria del productor agropecuario. Del 2015 al 2022, se ha registrado un incremento en el grupo de 40 a 59 años, pasando de 43.8% a 45.9%, mientras que el grupo de 60 años a más ha experimentado un ascenso del 32.1% al 40.2%. De manera inversa, el grupo de 14 a 39 años ha sufrido un desalentador descenso del 24.1% al 13.9%. Estas cifras trazan una tendencia alarmante que arroja luz sobre la migración y la desalentadora percepción de los jóvenes, quienes no visualizan en el agro un horizonte promisorio para sus vidas.


La movilidad educativa en el sector agropecuario refleja la persistencia de una realidad alarmante, en la cual los avances han sido notoriamente limitados. En 2015, el porcentaje de productores sin educación alcanzaba un 13.7%, y para el año 2022, aunque con una ligera disminución, se mantuvo en un nivel elevado de 11%. De manera similar, aquellos con educación primaria disminuyeron del 54.2% al 51.4% en el mismo período, mientras que aquellos que alcanzaron el nivel secundario aumentaron del 25.5% al 29.2%. En cuanto al nivel educativo superior, la variación apenas resulta perceptible, pasando del 6.6% al 8.3%. Estas cifras evidencian un progreso mínimo e insuficiente en el ámbito educativo de los productores agropecuarios.


Según la encuesta, el 53.4% se dedica exclusivamente a la actividad agropecuaria, mientras que el 46.6% complementario reporta dedicarse también a otras actividades como comercio, construcción, servicios, etc. Estrategia de vida que les permite defender y evitar caer en pobreza extrema


Seguidamente se presentan 05 datos que también merecen alta preocupación. El primero tiene que ver con la realidad del productor agropecuario propietario de al menos una parcela. El 24.4% de ellos señala no ser propietarios, mientras que un 75.8% señala que sí lo es. Sin embargo, entre estos últimos, solo un 35% cuenta con título de propiedad, y de ellos, solo un escaso 19% figura regularmente inscrito en los registros públicos. Esta alta brecha de formalidad plantea un desafío urgente, ya que el limitado acceso a la titulación obstaculiza una valoración justa y adecuada de sus terrenos.


En cuanto al acceso a créditos, un significativo 90.9% señala que no busca solicitarlos; entre quienes lo hacen (9.1%), apenas el 91.35% logra obtener acceso. Además, de aquellos que reciben préstamos, un considerable 80.6% los destina al propósito original de su solicitud. Sin embargo, la presencia de tasas de interés elevadas y la limitada rentabilidad emergen como obstáculos considerables para acceder al capital de trabajo necesario


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