Como en una novela turca, donde los malos son recontra crueles, donde todas las pistas conducen a las suegras malas y los amantes cornudos, se desarrolla el drama peruano del 2022.
Pero hay un Carnaval de los Bobos, que amenaza con derribar las instituciones y crear el caos, volviendo al Perú una sucursal de Ucrania, solo que mas pobre y desesperada. Como en las novelas turcas, no hay desenlace feliz para novios que se fugan sin permiso de papá. Así de desencantado podría estar el Perú.
En sociedades como los EEUU de los 60, se imponía poner fin al formalismo y las reglas autoritarias que dominaban a la sociedad. La idea era reponer la celebración y la fiesta como un cambio central en sociedades achacosas, demostrando como la música, el baile y el entretenimiento eran parte del cambio cultural en marcha.
Era la manera, quizás, de evadir la amarga realidad de la derrota de Vietnam, de la crisis de espionaje que acabo con Nixon, del quiebre social con los negros que recién alcanzaban sus derechos ciudadanos. Una regeneración contestataria y contracultural para superar el pasado.
El Carnaval de los Bobos, fiesta medieval estudiada hasta la náusea en los 60, sirvió de inspiración para reincorporar a la cultura sajona, capitalista y protestante, de entonces, nuevas reglas entretenimiento y divertida convivencia. Y claro la filosofía del Carnaval servía para críticas a los políticos y sus defectos.
El Carnaval de los Bobos ya existe en el Perú. No es otra cosa, que un bobo, un líder de estado que genera una feroz critica internacional al Perú por alabar a Adolfo Hitler como constructor de carreteras y a Mussolini como il Capi de Tutti Capi en el rubro.
Otro, un líder comunista radical, que establece relaciones fraternas y oficiales con el partido de Vladimir Putin, organización de extrema derecha nacionalista gran rusa, que respalda la invasión a Ucrania. En la misma semana condena a la Siberia Política a la líder de la izquierda, Verónica Mendoza, después de criticar al joven Presidente Gabriel Bóric de Chile, a quien denomina “revisionista”.
Ese es el Carnaval de los Bobos que puede tirarse abajo el primer gobierno nacional que ganan los de abajo en el Perú. Malas ideas, peor gobierno.
Es de bobos pensar que el conocimiento, la ciencia y la técnica, por la que tanto bregaron los viejos socialistas, como José Carlos Mariátegui, debe ser reemplazada por analfabetos funcionales ante los computadores y la gestión ordenada del estado. Discapacitados ante el arte de hacer política en la era del conocimiento. Un Carnaval de los Bobos.
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