top of page

Julio Schiappa Pietra / El fin del Chavismo y la Izquierda con IA 

  • Julio Schiappa Pietra
  • hace 34 minutos
  • 4 Min. de lectura

La izquierda latinoamericana y peruana, atraviesa su momento más delicado en las últimas dos décadas. A pesar de contar con gobiernos en México, Colombia, Bolivia o Honduras, la tendencia regional es clara: pérdida de hegemonía, desconexión con las nuevas generaciones y una creciente percepción de obsolescencia ideológica. El caso de México, donde Claudia Sheimbaum (Morena) ganó en 2024 con el 61 % de los votos y una mayoría absoluta en el Congreso, es una excepción que confirma la regla: la izquierda tradicional, en el resto del continente, no ha sabido leer los profundos cambios sociales, políticos y comunicacionales que transformaron a la ciudadanía, especialmente a los jóvenes.

 

Izquierda vs. Derecha ya no existe para las nuevas generaciones

Para quienes nacieron después de 1995, la política ya no se entiende en términos de izquierda o derecha, sino de eficacia, autenticidad y representación. Las categorías ideológicas que articularon el siglo XX —estado vs. mercado, nacionalismo vs. neoliberalismo, revolución vs. reacción— resultan ajenas a una generación que valora más la diversidad, el medio ambiente, la equidad de género y la descentralización del poder. En este contexto, la izquierda latinoamericana aparece como una suerte de “vieja política” que habla un idioma caduco y que, paradójicamente, se asemeja más a las élites que a los movimientos sociales que dice representar.

 

El lastre del chavismo: cuando el éxito electoral se convierte en dictadura

Un factor clave en la deslegitimación regional de la izquierda ha sido el destino del proyecto chavista. Lo que en su momento fue un símbolo de esperanza para millones de latinoamericanos terminó en la dictadura de Nicolás Maduro, con hiperinflación, represión y éxodo masivo.

 

La incapacidad de buena parte de la izquierda para condenar sin matices este fracaso ha generado un rechazo transversal: jóvenes que podrían haber sido sus votantes ven en ese silencio una complicidad moral con el autoritarismo.

 

Y la renuncia a la defensa de la democracia, al apoyar a Maduro, que la hizo ganar elecciones una tras otra por 20; años, resulta un verdadero Harakiri en publico.

 

La identificación automática entre “izquierda” y “chavismo” —alimentada tanto por la derecha como por sectores de la propia izquierda— ha terminado por erosionar la credibilidad de cualquier discurso emancipador. Las redes sociales no discriminan gobiernos exitosos como el del ecuatoriano Rafael Correa, Evo Morales 1, Lula, López Obrador, buenos y malos son cancelados por las tribus digitales con enorme impacto mediático y electoral. Con 5 millones de venezolanos migrantes vociferando contra Maduro en Colombia, Ecuador y Perú, insistir en un socialismo fallido es también suicida.

 

Perú: el epitome de una izquierda sin rumbo

El caso peruano es emblemático. En 2021, Pedro Castillo llegó a la presidencia como candidato de Perú Libre, una formación marxista que logró capitalizar el descontento rural y anti élite. Sin embargo, su gobierno terminó en un caos institucional, sin reformas estructurales reales y con un presidente aislado, destituido y encarcelado. La izquierda peruana no supo traducir el capital político en transformaciones concretas, ni tampoco en una narrativa que conectara con las demandas urbanas: seguridad ciudadana, empleo digno, servicios públicos de calidad, reconocimiento de la diversidad cultural. Fatal no saber gobernar, no manejar bien la economía (salvo el periodo de Pedro Francke).

 

Además, la izquierda peruana sigue dividida entre un marxismo ortodoxo que niega los cambios culturales (género, medio ambiente, diversidad sexual) y un progresismo urbano que parece más preocupado por la corrección ideológica que por la eficacia política. Y es con eficacia que se tiene que combatir la inseguridad ciudadana no con la predica de un evangelio pacifista que ha quitado la bandera de la seguridad a la izquierda en toda America Latina.

 

Cinco ejes para una refundación realista

Superar la crisis de la izquierda requiere una refundación profunda, no cosmética. Sugiero cinco ejes estratégicos:

 

1.     Deschavización ideológica: La izquierda debe condenar sin ambigüedades las dictaduras, sean de derecha o de izquierda. Solo así podrá recuperar el lenguaje de los derechos humanos como propio y no como arma de la derecha.

2.     Nuevo sujeto político: Dejar de hablar solo a los “trabajadores” clásicos y empezar a construir alianzas con mujeres jóvenes, migrantes, comunidades LGTBI+, poblaciones rurales, emprendedores de base, gamers, creadores digitales. El siglo XXI exige un nuevo “nosotros”.

3.     Ecología y Justicia Social como ejes centrales. La izquierda debe liderar la transición justa hacia economías verdes, articulando protección ambiental con desarrollo local. En Perú, por ejemplo, la minería debe ser reformada, no negada: impuestos elevados, control social, tecnología limpia y reinversión en territorios.

4.     Reforma del Estado, no solo del mercado: La izquierda se obsesionó con nacionalizar o privatizar, pero olvidó reformar al Estado. Se necesitan instituciones transparentes, digitales, ágiles, con servicios públicos de calidad. La corrupción ya no es un “tema ético”, es un problema de eficacia.

5.     Narrativa de la eficacia emancipatoria: Dejar de vender “revoluciones” y empezar a proponer “soluciones”. Las nuevas generaciones no quieren promesas, quieren resultados: transporte seguro, universidades gratuitas y buenas, empleo con futuro, acceso a la vivienda. La emancipación pasa por la eficacia cotidiana. Por conquistar el espacio de la vida cotidiana de la gente.

 

La refundación o el olvido

La izquierda latinoamericana —y en especial la peruana— tiene una última oportunidad para refundarse. No se trata de “modernizar el discurso” con Influencers, ni de cambiar el logo del partido. Se trata de asumir que el mundo cambió, que los jóvenes no hablan su idioma y que el chavismo ya no es una referencia, sino una losa. Solo una izquierda que sea capaz de condenar las dictaduras, conectar con las nuevas identidades y entregar resultados concretos de buen gobierno, podrá sobrevivir al ciclo político que se abre en la región. De lo contrario, el siglo XXI la recordará como una ideología del pasado, no como una herramienta para el futuro.

 

En buena cuenta se necesita una Izquierda que crea soluciones con Inteligencia Artificial y se atreve a las nuevas ideas que eran herejías en el pasado.


 

bottom of page