Julio Schiappa Pietra / Giro radical pro EE.UU.: error radical
- Julio Schiappa Pietra
- hace 34 minutos
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El regreso de Donald Trump a la Casa Blanca no solo amenaza la soberanía peruana desde afuera; ya tiene dos ejecutores desde adentro: el Embajador en Washington, Eduardo Ferrero y el Canciller Hugo de Zela. En los últimos meses, los dos funcionarios han impuesto un giro estratégico radical alineando al Perú con la agenda trumpista—militar, económica y política—sin una consulta mínima al Congreso, a los expertos o al pueblo. Mientras la Cancillería debería defender intereses nacionales, su máximo funcionario opera como un agente de transacción, facilitando la conversión del Perú en satélite de la estrategia "América Primero” o MAGA.
Giro Radical sin Mandato Democrático
El Canciller ha transformado la política exterior peruana en una línea de comando unidireccional hacia Washington. No hubo debate legislativo, sino un caballazo, cuando decidió romper relaciones diplomáticas con México en noviembre de 2024, calificando la decisión mexicana de otorgar asilo a Betssy Chávez como "acto inamistoso”. Esta ruptura, ejecutada por decreto ministerial, aísla al Perú en la región y debilita la CAN, pero De Zela la justificó con un argumento de tutoría gringa: "México no entendió lo que propuso Perú", dijo en la OEA, dejando en ridículo al país ante la comunidad internacional.
Nunca antes el Perú ha perdido una votación, con semejante margen de derrota, como cuando De Zela y el Embajador Ferrero intentaron poner a la OEA alineada con el mandato de Trump de aislar a Claudia Sheimbaum. Debieron dimitir por asumir la gestión de una agenda de una potencia extranjera y destruir la imagen de Torre Tagle en semejante emprendimiento Kamikaze.
La estrategia de De Zela es clara: anticiparse a los deseos de Trump para fortalecer el desmantelamiento de 70 años de política exterior creada por Porras Barrenechea, Carlos García Bedoya y Javier Pérez de Cuellar. Ya lo intento en diciembre de 1992, bajo el régimen golpista de Fujimori, cuando confecciono-en la Embajada del Perú en Washington- la lista de 112 embajadores y funcionarios- formados por los paladines del no alineamiento, la no intervención, el respeto a los Derechos Humanos. Una maquiavélica traición orquestada por Montesinos para iniciar una dictadura.
Mientras el mundo critica la retirada de derechos humanos bajo el trumpismo, De Zela ataca la CIDH, afirmando que "se ha descuidado totalmente" la promoción de derechos humanos. Este no es un error diplomático; es una señal de subordinación ideológica, preparando el terreno para que el Perú acepte sin chistar las políticas de mano dura y desregulación que vienen.
Riesgo Político: Facilitador del Trumpismo Local
De Zela no solo ejecuta órdenes; fabrica la legitimidad interna para la intromisión estadounidense en Perú. Su Cancillería ha multiplicado la presencia de think tanks trumpistas en Lima, promoviendo narrativas anti-estado que legitiman la privatización extrema. Hostigando a las ONGS defensoras de derechos humanos y el medio ambiente
Cuando asesores como Steve Bannon visitan Lima, es De Zela quien organiza las reuniones cerradas con líderes de Renovación Popular, Fuerza Popular, Si Creo y el propio Presidente José Jerí. Sin informar al público ni someter estas influencias a debate democrático. Auspiciando la interferencia de una potencia extranjera en las elecciones peruanas del 2026.
El resultado: una derecha subalterna que no busca el voto ciudadano, sino el aval de Washington. De Zela ha convertido la política exterior en un instrumento de ingeniería social interna, usando la narrativa anti-China para justificar concesiones que favorecen a EEUU, mientras el Congreso permanece ajeno a la estrategia que define el futuro del país.
Riesgo Militar: Los F-16 como medio de alineamiento militar
La decisión de comprar F-16 por 4.8 mil millones—descartando el Gripen sueco con código fuente accesible—no fue consensuada con el Ministerio de Defensa ni debatida en la Comisión de Defensa del Congreso. De Zela la impulsó directamente, argumentando "coherencia con nuestros aliados estratégicos". La verdadera coherencia es con la industria militar estadounidense: el contrato incluye cláusulas de veto unilateral, actualizaciones controladas por la NSA y prohibición de uso sin autorización de Washington.
Esto es sumisión tecnológica. Chile, con F-16 desde 2006, mantiene autonomía mediante mantenimiento local y desarrollo propio. Perú, sin industria aeronáutica, queda a merced del Pentágono. El Canciller no explicó por qué descartó la opción brasileña-sueca que hubiera preservado nuestra integración regional; solo repitió el manual trumpista: "el que paga, manda".
Riesgo Económico: Concesiones sin Consulta, Regalías sin Vergüenza
El Canciller ha negociado en secreto la entrega de puertos a fondos de inversión estadounidenses. Los contratos de Matarani, Callao y Paita con Blackstone y Carlyle fueron discutidos en reuniones cerradas de la Cancillería, sin participación de los gobiernos regionales ni debate sobre su impacto estratégico. Estos puertos manejan el 78% de las exportaciones mineras. Bajo control estadounidense, Washington obtiene veto sobre nuestras ventas a terceros países.
El Litio Negociado como el Guano y el Salitre
En minería, De Zela auspicio acuerdos de litio con regalías del 1.2% (vs. 10% en Argentina) y cláusulas que entregan control operativo a empresas como Albemarle. El contrato de Macusani, negociado por la Cancillería sin consulta al Ministerio de Energía, fija el precio del litio en $6,000/ton cuando el mercado cotiza $12,000. Es un contrato colonial, pero De Zela lo celebra como "partnership estratégico".
Suicidio Diplomático
Mientras De Zela rompe con México, también debilita la CAN y Celac, alineándose con posiciones antivenezolanas que solo sirven a la retórica trumpista. Su política de "migración irregular cero" y su retórica anti-CIDH son señales de que Perú abandonará foros multilaterales latinoamericanos para integrarse a coaliciones de "derechas amigues" con EEUU.
El costo es monumental: aislamiento diplomático en nuestra propia región, mientras intentamos suplir al mercado chino con uno estadounidense que no puede absorber nuestras exportaciones ni ofrece precios justos. De Zela no negoció con China una salida ordenada; simplemente cumplió órdenes de Washington, sin plan de mitigación de riesgos.
La estrategia es clara: aprovechar la debilidad institucional peruana para consolidar una dependencia irreversible antes de que la ciudadanía reaccione. Pero la soberanía no se negocia en secreto. Si el Congreso y la sociedad no destituyen a De Zela y revierten sus decisiones, para 2030 no habrá Perú independiente: solo un territorio administrado desde Washington, con un Canciller que fue el mayordomo de la entrega.
El litio, los puertos, la Fuerza Aérea: todo está en espera del remate. Tenemos un Canciller que no nos representa a los peruanos. Debe renunciar.




